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El beso que nos hace padecer

La mononucleosis no es una enfermedad propia de deportistas

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Para muchos fue terrible ver cómo la colombiana de 27 años Mariana Pajón quedó eliminada en las semifinales de la Copa del Mundo de BMX en Saint Quentin, Francia. La joven, considerada la mejor exponente de BMX de la historia, y que además ha sido doble campeona olímpica y ganadora de no pocos títulos mundiales, asustó con un bajo rendimiento inigualable en su desempeño.

¿La razón? Su hermano Miguel Pajón explicó que presentaba problemas de salud, y para comprobarlo, Mariana se sometió a exámenes médicos en el Comité Olímpico Colombiano, cuyos especialistas arribaron a la conclusión de que la atleta sufría de una posible enfermedad infecciosa-viral llamada mononucleosis, conocida como la enfermedad del beso.

¿Pudo este padecimiento impedir que la ciclista tuviera un buen desempeño? Pues sí. Esta infección provoca hemorragias nasales, dolor de cabeza, fatiga, sinusitis y ganglios inflamados, entre otros síntomas. Se transmite principalmente a través de los fluidos corporales, entre estos la saliva, por lo que se asocia a esa romántica demostración de afecto.

La mononucleosis no es una enfermedad propia de deportistas. En realidad es común entre adolescentes y jóvenes, aunque los adultos también pueden padecerla.

No son pocos los que afirman, con razón, que los cubanos a veces pecamos de besucones. Casi siempre nuestros saludos están acompañados de esa expresión de afecto, a veces de manera excesiva. A los bebés, incluso, los atiborramos de besos, y las parejas no hallan otra manera mejor para demostrar sus sentimientos.

Según la presentación de un caso, publicado en la página de la Universidad Virtual de la Salud de la Cátedra de la Facultad de Ciencias Médicas Manuel Fajardo, los especialistas definen a esta enfermedad como un síndrome clínico que comúnmente se asocia con la infección primaria por el virus de Epstein–Barr (VEB), descubierto hace más de 50 años, el cual afecta a los linfocitos, las células blancas de la sangre que participan en el sistema inmune adaptativo.

Este virus también se vincula con diversos tumores de los seres humanos, como el carcinoma nasofaríngeo, el linfoma de Burkitt, la enfermedad de Hodgkin y (en pacientes con inmunodeficiencias) el linfoma de células B.1, refiere el artículo científico, donde se precisa que, de acuerdo con estimaciones, casi el 95 por ciento de los adultos de todo el mundo está infectado con el VEB.

En el primer año de vida es raro encontrar algún caso, tal vez por el efecto protector de los anticuerpos que la madre le transmite a su bebé a través de la placenta y luego mediante la leche materna. 

No solo la saliva es la vía de contagio, pues se registran casos mediante la tos o el uso de objetos que hayan estado en contacto con la saliva de una persona contaminada.

Investigaciones realizadas al respecto arrojan que tanto hembras como varones están igualmente expuestos a la enfermedad y, aunque puede padecerla cualquier persona, al parecer las de tez blanca son más propensas a contraerla.

No se trata de un padecimiento fatal, pero si la persona fue infectada con el virus, este queda almacenado durante toda la vida en el organismo, pero en modo inactivo. Puede reaparecer en aquellos casos en los que las defensas desciendan de una manera significativa.

Epidemiólogos advierten que el cansancio abrumador, el dolor de garganta prolongado, fiebre, nódulos linfáticos inflamados tanto en el cuello como debajo de las axilas, amigdalitis, dolor de cabeza o erupciones generalizadas,  son los síntomas más comunes del mal que aquejó a Mariana Pajón.

El virus tiene un período de incubación de cuatro a seis semanas, y los antibióticos no son efectivos para tratar la mononucleosis. El tratamiento recomendado propone reposar e ingerir mucho líquido. Es vital evitar complicaciones, como el agrandamiento o ruptura del bazo y la anemia, o problemas del sistema nervioso, como la meningitis.

No existe una vacuna para impedir el contagio con la mononucleosis, por lo que la mejor medicina será adoptar las medidas de prevención pertinentes. Los especialistas sugieren extremar la higiene, incluyendo el frecuente y correcto lavado de manos y, ante todo, taparnos la boca y la nariz al toser o estornudar. Impedir el contacto directo con quienes padecen la enfermedad y con sus cubiertos, vasos u otros utensilios de comida y bebida es también una clave.

Aconsejan además no besar a quien ya está enfermo mientras los síntomas persisten, ni en los días posteriores a la desaparición de estos.

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