Acuse de recibo
El pasado 5 de septiembre, y desde Tacajó, en el municipio holguinero de Báguano, Fernando Acedo Guethon se lamentaba aquí de que la farmacia principal de esa localidad lleva muchos años sin refrigeración para proteger los medicamentos.
Y para colmo, todo se complicó aún más, pues a la farmacia menos lejana también se le rompió el refrigerador hace unos tres meses. Consideraba Fernando que constituye un gran problema obligar a los pacientes necesitados de adquirir sus medicamentos a transportarse hasta la cabecera municipal, a 19 kilómetros.
Él llamó a Atención a la Población del Gobierno Provincial, y la decisión fue situar esos medicamentos en la farmacia de La Esperanza, en El Manguito, y en otra más, que están mucho más lejos, sabiéndose lo crítico y caro que está el transporte.
«Esto es verdaderamente un ultraje. Da vergüenza decirle a una persona de la tercera edad que requiere su insulina, que vaya primero a su farmacia para que le den un papel, y después en la terminal averiguar dónde está el lugar y coger un carro para acceder a los medicamentos», concluía.
Y este redactor sugería lo que podría ocurrírsele a cualquier afectado allí por la rotura: ante tales circunstancias, hay que buscar una capacidad de refrigeración allí, en la propia comunidad, para mantener esos medicamentos en forma, y que sean despachados por las propias trabajadoras de la farmacia.
Pues el 8 de septiembre volvió a escribirme Fernando, para contar que de inmediato le visitó una comisión del Gobierno (no dice si municipal o provincial) y un representante de la farmacia. En el encuentro, le informaron que se depositaría la insulina en el policlínico para su refrigeración, mientras andan buscando cómo reparar el refrigerador de la farmacia
Elemental diría el ingenioso Sherlock Holmes —y no precisamente a su amigo el Doctor Watson—, antes que obligar a los pacientes a trasladarse muy lejos y con dificultades de transporte y de dinero para adquirir sus medicamentos. ¿Es necesario que se publicara esa queja en un periódico nacional para que allí se adopte la decisión más razonable y acertada?
Ramón Benítez Safonts, residente en Avenida 12 de Agosto, Nro. 23, entre C y Segunda, Reparto Municipal en Santiago de Cuba, refiere que ha tenido que acudir a esta columna, pues por la vía institucional del Portal del Ciudadano y de Atención a la Población del Minsap no ha podido comunicarse.
Cuenta que el 19 de junio de 2024 solicitó en el Bufete Santiago 3 una certificación de notas a nombre de su hija Yudelka Benítez Andalia, graduada de Estomatología el 10 de julio de 1998, en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.
Refiere que el 6 de diciembre de ese año le comunicaron la entrega de ese documento, y en ese mismo bufete se solicitó al Ministerio de Salud Pública la legalización de este.
«A pesar de los ocho meses transcurridos, afirma, la abogada que atiende esta solicitud me comunicó que, aun con su gestión, no se tiene respuesta de esa institución. Y que ella, ni su institución, tienen responsabilidad en esa demora.
«Quisiera tener una explicación y una solución de mi solicitud, ya que el proceder y los honorarios que me solicitaron para cubrir los gastos de ese trámite (varios miles de pesos) fueron debidamente satisfechos. Es posible que no sea el caso, pero se sabe que en determinadas dependencias se utilizan esas demoras con otras finalidades», concluye.
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