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Cheney de «borracho y de bodeguero»

Cuando era el vicepresidente de Estados Unidos, a capa y espada y acompañado del estruendo de los cañones, Dick Cheney juró y perjuró que Saddam Hussein —al que luego despojaron de su presidencia y ejecutaron más tarde— estaba vinculado a los atentados del 11 de septiembre de 2001, y eso le valió a la administración de Bush, el hijo, el «ábrete sésamo» de la invasión y ocupación de Iraq.

Aquella mentira como «bodeguero» fue acompañada de unas cuantas más que le permitieron hacer y deshacer contra los iraquíes y hasta con los derechos y libertades civiles de sus propios ciudadanos. También poner en práctica infames métodos de tortura en detenidos «sospechosos de terrorismo», en franca violación de los derechos humanos y de las convenciones internacionales reguladoras del trato de los prisioneros de guerra e instaurar a su vez el terrorismo de Estado con las guerras que desataron y aún perduran.

Cheney, quien todo el mundo sindicó como la sombra definitoria a la vera del poder de la Casa Blanca bushiana, ahora está en el campo del «borracho», pero a diario hipa sus criterios y traza —hágasele caso o no— cómo debieran concebirse las políticas en el mandato de Barack Obama.

Y resulta que acaba de admitir —prácticamente seis años después de la gran invención, los cientos de miles de muertos y la destrucción física de un país y hasta de muchos de los tesoros histórico-culturales de una de las cunas de la civilización—, que no había absolutamente evidencia alguna que sugiriera que Saddam Hussein estaba involucrado al fatídico 11 de septiembre.

Pero como buen perro huevero defendió la agresión y la guerra diciendo que «sin lugar a dudas» el presidente iraquí daba santuario a «otros grupos terroristas».

El caso es que debe justificar de cualquier manera el uso de la tortura contra los detenidos en el campo de concentración que instalaron en la ilegal Base Naval de Guantánamo, y los similares desmanes cometidos en la oprobiosa cárcel de Bagram y otras en suelo afgano, en la iraquí de Abu Ghraib, y en las prisiones secretas que la CIA esparció por el mundo y aún nadie sabe a ciencia cierta si están desmanteladas o continúan funcionando, a pesar de las denuncias de su existencia y de la proclamación del «nunca más» de Obama, tan poco confiable a estas alturas como el «misión cumplida» de su antecesor en la mansión ejecutiva.

Los memorandos demostrativos de los suplicios y abusos contra los detenidos, que vieron la luz pública en los primeros cien días de gobierno Obama, apuntan directamente a unos 13 altos funcionarios bushianos, incluidos George W., y muy en especial a Cheney y Donald Rumsfeld, quien fuera jefe del Pentágono. Obviamente, buscan la justificación de esos métodos que, por demás, ahora se sabe también que tenían el propósito de lograr que los prisioneros testificaran que Saddam Hussein estaba vinculado al derribo de las torres gemelas de Nueva York y al grupo Al Qaeda de Osama Bin Laden, la red terrorista creada y organizada precisamente por la más conspicua institución del espionaje, la subversión y la guerra sucia de Estados Unidos: la CIA.

Cheney se ha convertido en el abogado defensor del siniestro grupo y sus políticas, en conferencias que deben estarle también reportando sus buenos billetes, y en los últimos días es prolífico en peroratas. Así lo escucharon en el tanque pensante de la extrema derecha nombrado American Enterprise Institute y el lunes hizo la concesión de reconocer «lo que no era verdad» en el National Press Club, aunque argumentó que todas sus políticas «trabajaban esencialmente» para proteger la seguridad de Estados Unidos.

¿Cómo cumplir ese trabajo? Ahí mismo lo explicó. Para Dick Cheney, el centro de detención en la Base Naval de Guantánamo «es una buena instalación... si usted se va a comprometer en un conflicto mundial, como estamos, en términos de guerra global contra el terrorismo. Usted sabe, si usted no tiene un lugar donde mantener a esta gente, la única otra opción es matarlos. Y nosotros no operamos de esa forma». Qué importancia tiene otra mentirita más del criminal borracho/bodeguero...

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