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De corazón a corazón

Cuando aún no se había promulgado la Convención de los Derechos del Niño, ya en Cuba existían las bases legales para dictaminar lo que debería hacerse con los menores con serios problemas de conducta

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Todos le decían a Maikel que Dingo era un perro fiero. Dudaba en acercársele, aunque se pasaba gran parte del día observándolo desde lejos. Tal vez el pastor alemán se dio cuenta y le lanzó una mirada amistosa algún día, o tal vez no era tan agresivo como le habían contado. Lo cierto es que una mañana Maikel decidió que ese era el perro con el que quería trabajar en la Sección de la Técnica Canina Provincial en Cienfuegos.

«Siempre me han gustado los perros, por eso elegí este círculo de interés, donde además aprenderé a entrenarlo, a lograr que me obedezca y a que sea uno de los más inteligentes, para que pueda resolver los casos policiales rápidamente», me explicó Maikel, mientras Dingo, a su lado, jadeaba de tanto correr y le daba la pata derecha en señal de aprobación.

Esa también fue la motivación de Eloísa, otra muchacha que integra este círculo de interés, porque decidió perder el miedo y aprender a dar las voces de mando que ha visto que les dan a los perros en las películas.

«Los técnicos caninos que trabajan con nosotros tienen mucha paciencia y nos guían siempre para que los perros y nosotros lleguemos a ser capaces de entendernos y saber lo que queremos que haya sin necesidad de hablar, aunque con Loipa me está costando mucho trabajo», dice entre risas, porque es muy difícil negar la intranquilidad y las travesuras de su pequeña cocker spaniel, a la que le encanta correr en la pista de obstáculos y todavía no es muy obediente.

Junto a Maikel y Eloísa están Anisel y Alexis. Ellos también dejaron atrás el temor y la inseguridad, y entre los círculos de interés de carpintería, cultura culinaria, corte y costura, trabajo de los bomberos y otros —que les brinda la Escuela de Formación Integral (EFI) La Edad de Oro, en Cienfuegos, en la que se encuentran—, optaron por este, al aire libre y en contacto directo con los animales.

Apoyo entre manos

Desde el surgimiento del Ministerio del Interior en 1961 la atención a los menores con serios problemas de conducta es una de las actividades que dirigen y supervisan. Se asumió como una especialidad de trabajo dentro de ese organismo cuando se creó el Departamento Nacional de Prevención y Atención Social, al que también se vinculan especialistas de salud y educación. Cuando aún no se había promulgado la Convención de los Derechos del Niño, ya en nuestro país existían las bases legales para dictaminar lo que debería hacerse en este campo.

En dependencia de la conducta del menor o la magnitud del hecho cometido le corresponde a este una medida específica, la que puede derivar en su internamiento en una escuela de conducta o en una de formación integral.

Actualmente, las principales proyecciones están dirigidas a perfeccionar la atención a los menores en función de su orientación, educación y protección, así como a trasladar a la comunidad la labor del equipo multidisplinario que, con una base psicopedagógica y social, está capacitado para disponer las medidas, fiscalizar los procesos, recepcionar las quejas, asesorar a los padres y tutores y desarrollar acciones vinculadas a la prevención.

Las experiencias emotivas que disfrutan estos adolescentes cienfuegueros en ese centro son comparables a las de los demás que comparten la vida con ellos. Se sienten útiles, capaces de aprender cosas nuevas y, sobre todo, dispuestos a asumir responsabilidades individuales por su bienestar, uno de los principales objetivos que procura la escuela para cuando sus alumnos egresan.

Su directora, la mayor Marilyn Cuéllar, explicó que tres años después de su creación la EFI La Edad de Oro mantiene las condiciones de vida idóneas para los menores que ingresan a ella.

«Este centro asume la nueva denominación que se instauró en el país para los antiguos Centros de Menores, a raíz del perfeccionamiento de esta especialidad en el Ministerio del Interior y del cambio de concepción en relación con ella. Además, es el primero en el país que se integra al área de la Delegación provincial, no solo para contribuir al ahorro de recursos, sino para que el contacto de los menores con oficiales y combatientes influya en la formación y modificación de su conducta, mientras aprenden del trabajo de los investigadores de Criminalística, de los bomberos, de los agentes del tránsito», explicó.

Muchas pueden ser las causas de ingreso de un menor a este tipo de centro, tales como cometer hechos que la ley tipifica como delitos y los trastornos en la conducta. Cuando se detecta un caso, una comisión especializada realiza un estudio psicopedagógico integral del menor en su territorio, en busca de las condiciones y los orígenes de algunos de esos hechos o de su mala conducta. Tras el estudio del caso, se proponen estrategias, se aplican medidas a los padres en caso de que sea necesario y se traslada al muchacho a la escuela, donde puede estar hasta los 16 años.

«No obstante —añade la mayor Cuéllar—, puede permanecer por más tiempo si en el momento de su egreso aún persisten los factores que condicionaron su conducta inapropiada, lo cual puede conocerse mediante las investigaciones que se desarrollan en su comunidad y su familia mientras el menor está aquí».

Precisamente esa es una de las proyecciones de trabajo más importantes de centros como este, enfatiza la psicóloga Argelia González, de la EFI La Edad de Oro. No duda que la atención al adolescente es especial, requiere amor, paciencia y constancia, pero más allá de lo que pueda lograrse con el menor mientras esté en la escuela, el trabajo sistemático con la familia y la prevención en su área de residencia es lo que complementa su futura reinserción social.

«Lo ideal es que tanto el menor como sus familiares, e incluso quienes se relacionan con él en otros ámbitos, también colaboren. No es posible que cuando el muchacho egrese de la escuela para retomar la vida normal regrese a las mismas condiciones problemáticas que originaron su situación o coadyuvaron a esta. Es por ello que nuestros especialistas también supervisan al menor durante un período de dos años luego de su egreso», reveló.

En las EFI, como dice Argelia, todos ponen su corazón y se les da una mano para ayudarlos a levantarse. La otra deben ponerla ellos mismos con el apoyo de la familia y la comunidad.

Este tipo de escuela de formación técnica, cultural, deportiva y patriótica, funciona como un Palacio de Pioneros, apunta la mayor Cuéllar, y son numerosas las actividades que se promueven para que los menores tengan perspectivas de su futuro, a partir de lo que pueden elegir para estudiar o trabajar.

El círculo de interés de la Técnica Canina es una de esas actividades en la que se trata, sobre todo, de crear relaciones de afecto entre los adolescentes y los canes, asegura el primer teniente Osmany Llarena, director de la Sección y del Centro Regional de Reproducción y Cría. Esa relación garantiza buenos resultados en la formación y transformación de sus conductas, en la medida en que le otorgan importancia a la disciplina, el orden y el entrenamiento físico.

«El trabajo con los perros siempre se basa en dar y recibir un estímulo, y en este caso no son solo ellos los que dan, pues los adolescentes también ponen interés y dan amor a la espera de que el can los obedezca, haga lo que le enseñan y reciproquen el cariño. En muchos menores, como estos, a los que quizá les ha faltado esa entrega y dedicación en sus familias, puede resultarles difícil al principio. Pero mano a mano, corazón a corazón, los resultados en la realidad hablan por sí solos», detalló Llarena.

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