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Se equivocaron con el alma de Cuba

Minutos antes de que en la sede de la Oficina del Programa Martiano se desarrollara este viernes un acto de desagravio a la figura de Martí, el Doctor Eduardo Torres Cuevas, director de ese sensible lugar, compartió con un grupo de periodistas ideas alusivas al Apóstol y a lo sagrado y profundo de la Patria que él simboliza

Autor:

Alina Perera Robbio

«Martí es la definición misma de lo que somos», ha declarado este viernes a un grupo de periodistas el Doctor Eduardo Torres Cuevas, director de la Oficina del Programa Martiano. En su entender, por la idea anteriormente dicha, los hechos vandálicos recientes —que pretendieron manchar la imagen del Apóstol— han sido un ataque al alma de Cuba.

Las reflexiones del prestigioso historiador tuvieron lugar minutos antes de que en la sede de la Oficina se desarrollara muy cerca de la enseña nacional y al pie de la frase «Honrar, honra», un acto de desagravio a la figura de Martí. Allí, junto a los trabajadores de tan sensible lugar, junto a otros cubanos martianos y patriotas, Torres Cuevas recordó que es privilegiado el pueblo que tiene como base de su nación a un ser como José Martí.

En el diálogo que el eminente intelectual sostuvo previamente con los periodistas, dejó en claro importantes ideas, algunas de las cuales pudieron ser escuchadas después durante el acto de desagravio. Esta reportera había preguntado al Doctor su parecer sobre los sucesos recientes e indignantes.

«Eso se define en primer lugar, dijo, con dos palabras: barbarie, e ignorancia. Solo con esos dos componentes se puede explicar que alguien sea capaz de hacer semejante acto que no solo es un agravio a Martí; es mucho más: es, ante todo, demostrar que (los perpetradores) no son cubanos, porque quien no entienda lo que significa Martí como un símbolo patrio máximo, como el hombre que pensó a Cuba, el hombre que fue referente de toda la intelectualidad cubana del siglo XX, el hombre que estuvo en las bases del movimiento patriótico y del movimiento revolucionario en todo el siglo XX, el autor intelectual del Moncada, pues sencillamente no puede tener otra definición que bárbaro e ignorante».

Torres Cuevas recordó que Fidel, durante la Primera Conferencia Internacional Por el Equilibrio del Mundo, dedicada al Maestro, expresó a todos los asistentes llegados desde distintas latitudes, que para los cubanos Martí es la idea del bien.

Si él es la idea del bien —razonó el historiador— actos vandálicos como los recientes «expresan la idea del mal», porque exactamente buscan atacar al bien, atacar lo que nos hace bien, de tal modo, que los hechos han obligado «a todos los cubanos a identificarnos, a ver claro dónde está nuestra verdadera Nación, dónde está el alma de Cuba, lo que significa el pensamiento de Martí, pero no solo el pensamiento: lo que significa la forma en que Fidel y Martí nos enseñaron a sentir a Cuba».

Lo más importante empieza en la cuna, en la enseñanza primaria, enfatizó Torres Cuevas: «para eso Martí escribió La Edad de Oro, para que nuestros niños, desde los primeros pasos, empiecen a sentir primero el amor a la dignidad humana, el respeto; para crear un ciudadano cubano que estuviese a la altura de lo más puro del ser humano, que identificara a todos con ese sentimiento de amor a Cuba, y no solo a Cuba (porque) (…) él también nos enseñó que Cuba era parte de la humanidad. Y por tanto también es un sentimiento de amor y de luchar por lo mejor del ser humano.

«Eso de Patria es humanidad es un concepto único, Y hay otro aspecto que es muy importante resaltar: cuando hablamos de patriotismo (…) hay que explicar qué cosa es Patria para Martí, porque el concepto de Patria para Martí es el concepto que todo cubano tiene que tener de Patria. No solo que Patria es Humanidad, sino lo que dice después. ¿Qué cosa es la Patria para los cubanos?: la unión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas. Unión dulce y consoladora de lo que más nos une, que es el amor; y en base de ese amor, son las esperanzas de un mundo mejor y de una Cuba mejor.

«En ese sentido pienso que Martí es la definición misma de lo que somos. Es un modo de sentir y un modo de pensar. Es el sueño de la construcción de un mundo mejor, y muy particularmente de una Cuba mejor. Y es esa visión también —que en estos tiempos es tan necesaria— de que ningún pueblo es el rival de otro. Los pueblos necesariamente son hermanos. Que existan determinadas tendencias políticas en determinadas potencias que pretenden sojuzgar pueblos, eso demuestra precisamente la necesidad de que todos nos veamos como hermanos.

«Martí (en su época) está diciendo que con la independencia de Cuba es un mundo lo que se está equilibrando. Es decir, el papel de Cuba es un papel fundamental en el equilibrio del mundo, y no es una frase ni una retórica; es porque Cuba, como él dice, está en el fiel de América, y de eso se trata, de una dignidad para el pueblo norteamericano, y de la independencia de los pueblos latinoamericanos».

Se trata, como explicó el Director de la Oficina del Programa Martiano, de una gran hermandad que, a diferencia del mal, sería para construir y defender. Con los recientes hechos vandálicos, reflexionó, «no se ha atacado un busto: se ha atacado una imagen. Se ha atacado el alma de Cuba, porque eso es lo que es Martí».

Seguidamente afirmó que no por gusto fue en 1953, cuando el ataque al Moncada, que Fidel lo proclamó el autor intelectual del Moncada, como tampoco es por gusto que durante más de 60 años el Maestro ha estado viviendo cotidianamente entre nuestros jóvenes, investigadores, profesionales, trabajadores. «Es decir, que Martí siempre ha sido la referencia del pueblo de Cuba».

«¿Qué dirían los norteamericanos si le atacan a Washington? ¿O los mexicanos si le atacan a Juárez?», preguntó Torres Cuevas, quien no pasó por alto que el golpe bajo ha escogido como blanco a algo muy profundo: «están atacando un pueblo; están atacando las esencias mismas que le dan a ese pueblo su naturaleza y su grandeza, precisamente aquello que lo representa en lo más puro de los ideales, con los que se forja una nación».

Una colega indagó acerca de cómo el pueblo, en opinión de Torres Cuevas, ha reaccionado ante los hechos. La respuesta, que partió de definir a Martí como un padre espiritual, no se hizo esperar: «No había que convocar a nadie para (…) la indignación (…); es que eso no hay que convocarlo, eso se siente, eso va por dentro, eso va en el interior de cada persona que se siente un cubano.

«Es como si se ofendiera a los padres, a las madres. Se ha ofendido la razón misma de un pueblo, lo que más ama un cubano, y creo que el más grave error que han cometido es que nos han ayudado a tomar más conciencia de qué es lo que nos une, qué es lo que somos, cuáles son los valores que tenemos como pueblo, lo que nos identifica a todos.

«Incluso, aquellos que no lo tenían tan claro, creo que en estos momentos su reflexión interna ha sido darse cuenta de qué cosa es Cuba y cuántas cosas pueden suceder cuando no se ama y cuando se quiere destruir. Creo que también (lo sucedido) es un ejemplo de lo que nos puede pasar si no somos capaces de atender lo que es nuestro, porque ser cubano es algo muy importante: es la conciencia de serlo, y la voluntad de serlo. La conciencia de serlo es saber por qué nos distinguimos, con virtudes y defectos.

«No es una apología de lo que somos: es una conciencia de lo que somos, porque tenemos que combatir nuestros defectos, pero también cultivar nuestras virtudes, y creo que ahí es donde está el secreto de la respuesta popular. Es decir, de una mayor identificación con lo que se es, y sobre todo (…) la voluntad de defender lo que somos. Yo creo que ahí está el secreto de esta confrontación».

Sobre la connotación del agravio, el intelectual alertó: «si esto es la expresión de lo que nos espera (del enemigo), entonces realmente es la (pretendida) destrucción de todo lo que se construyó desde el siglo XVIII hasta nuestros días, de todos esos grandes hombres como Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Rafael María de Mendive, el maestro de Martí (que el año que viene cumple su aniversario 200). Para nosotros la Revolución cubana es la culminación de ese proceso, eso es lo que hemos defendido».

Los actos de afrenta son, según lo define el Doctor, «una negación de todo el espíritu, de la historia, de la cultura cubana». Son actos, en su entender, que «realmente indignan a las personas decentes», y que por tanto refuerzan el carácter «decente de lo que estamos haciendo» los cubanos que hemos salido al paso del desventurado acto.

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