Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Insomnio

Santiago de Cuba percibió los impactos directos de la tormenta tropical Laura y muchos se recordaron de aquella larga noche de octubre de 2012

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

De un momento a otro todo comenzó. Las fuertes rachas de viento patearon el zinc que guarecía una porción de la placa, donde mi mamá suele lavar y tender algunas piezas de ropa. «Debimos atarlo a las cabillas», dijo ella. Fue demasiado tarde. El pedazo de zinc voló veleidoso por el cielo negro.

En la penumbra me aferré al teléfono para responder los mensajes de amigos quienes, preocupados, me escribían. El silbido del viento pasaba de un tercer plano a uno primerísimo: se escuchó como si fuese el soplido pertinaz de un gigante, o las olas bravas del mar, o como cuando la furia de Yemayá hace chocar el agua ferozmente contra las rocas. Una especie de sinfonía espantosa envolvió el ambiente. «¡Misericordia!», gritó mi madre, mientras miraba a sus santos y prendía una vela.

Por poco más de cinco horas en mi casa estuvimos insomnes. No fuimos los únicos. Santiago de Cuba percibió los impactos directos de la tormenta tropical Laura. Muchos se recordaron de aquella larga noche de octubre de 2012.

Laura, dejó a su paso árboles caídos, postes derribados, tejas en el suelo, muros asolados, territorios incomunicados, carreteras intransitables. También dejó ojeras, gente sin dormir.

***

Daynet temió que algunas estructuras de su casa no soportaran la fuerza incontenible de los vientos, o que la caprichosa naturaleza arrancara de raíz la mata de aguacate de los vecinos y la dejara caer con saña sobre su techo. No tuvo reposo, pues no quería que algo grave la sorprendiera.

Se escuchó un golpe en el tejado. Y otro. Y otro más. Cada objeto que la corriente de aire arremolinó a su paso, vapuleó su techumbre cual toque de tambor batá.

Encendió el móvil varias veces, vio si sus amigos se habían conectado a WhatsApp recientemente y así supo que estaban bien; entró a páginas digitales para buscar información, habló con su hermana enfermera, que cumple misión en Jamaica. La noche para ella se hizo prolongada, no tuvo calma en ningún momento, al menos no en sus pensamientos.

«Flora, Sandy… el 2020, que ha sido un año terrible, los baracoeses que siempre el mar los despoja, a traición; la lluvia que es bienvenida si alivia la sequía», en todo eso pensó Daynet. Pero no, Laura no trajo el agua esperada, y ahí estuvo el crujido del viento para recordárselo. Ese mismo viento que quemó el arbolado en su camino, quela mantuvo en vigilia toda la madrugada, con los ojos bien abiertos.

***

Yunier salió a la calle, como quien va a hacer una batida, en plena tormenta. Laura, fue su primera cobertura periodística de un fenómeno meteorológico. Detrás de cada flash quedaron imágenes que narraron el suceso atípico. No cesó en el posteo de información continua. Las personas agradecieron su labor.

Esa noche no estuvo con su familia, no supo cómo transcurrieron aquellos momentos difícilespara ellos. Tuvo la seguridad que su casa resistiría ante cualquier bravata del clima, y así fue. Pero no dejó de pensar en su madre y su abuela ni una sola vez.

La amanecida lo sorprendió en un transporte yendo a un municipio afectado por la tormenta. Sus ojos seguían ávidos, aunque no ocultaban el cansancio. Fueron 24 horas sin dormir… 24.

***

Pasadas las cuatro de la madrugada, la certeza de la calma y el cansancio, me rindieron. Desperté, alrededor de las ocho de la mañana, aún sin luz eléctrica y con un cerrado aguacero. Era el último vestigio de Laura. Mientras miraba la lluvia caer, y leía noticias que me ardían el alma, pensé en la cantidad de gente que no debió dormir la noche anterior.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.