Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El año del fuego

Detener la inflación y mejorar la vida cotidiana de la población en Cuba quizá sean de los desafíos más fuertes para la economía nacional en 2022

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

Cuba comienza a caminar por el 2022. Después de todo lo vivido en el 2021 (pandemias, carencias materiales de todo tipo, pérdidas de seres queridos e intentos serios y angustiosos de desestabilización política) el cubo de agua lanzado el fin de año para que se fuera todo lo malo, estaba más que justificado.

El «añito» que se fue estuvo duro. Fueron rectas constantes al centro, y la más bajita se sintió a 95 millas por hora. Algunos dicen que fue la tormenta perfecta y es muy posible que en muchos hogares, desde hace varios días, se estén consultando las cartas y caracoles de forma muy concienzuda para ver cómo viene la «jugada» con este infante salido de los vendavales de la COVID-19.

¿Volverán los rebrotes? ¿Mejorará la economía? ¿Se verán más productos en el mostrador, en especial de producción nacional? ¿Se le pondrá freno a la inflación, ese indeseable «pan nuestro» de los últimos días?

Son muchas preguntas bien calienticas para los del más allá; pero como recordaba un legendario babalao cubano — entrevistado por los colegas Alina Perea Robbio y José Alejandro Rodríguez en aquellos días álgidos en los cuales los ciclones se «enamoraron» de esta Isla—, los santos pueden ayudar… pero a ellos también hay que ayudarlos. 

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La moraleja, salida de las más profundas raíces de la cubanía, está muy clara. Se podrán hacer los planes más ajustados y reales del mundo; se exhibirán las mejores de las intenciones y se harán todas las exhortaciones posibles, que si no se trabaja en hombro apretado (a punta de lápiz, con buena organización) y con la rodilla, el oído y el corazón pegado de verdad a los más humildes, entonces todo lo pensado se podrá desvanecer.

Con una terquedad isleña, en Cuba no se renuncia a la mejora. Para este año se proyecta un crecimiento de la economía de un cuatro por ciento, y con ese incremento se desea parar la tendencia al decrecimiento mostrada desde hace dos años cuando apareció la otra pandemia: las medidas de Donald Trump.

También se aspira a estabilizar el sistema electroenergético nacional para (tocar madera) decir adiós a los apagones y asegurar el funcionamiento de las entidades. Otro propósito es atender las transformaciones de la empresa estatal, considerada hoy por ciertas miradas como la ovejita negra de la familia, cuando en verdad se le debiera mirar como la gran heroína que vivió mucho tiempo amarrada, y aún así, con tantos cinturones de castidad, dio de comer a muchos.

Ojalá que esto último se convierta en realidad palpable, y se propicie la participación de los trabajadores para que al final esas empresas, además de estatales, sean orgullosamente socialistas.

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Otro propósito es detener la inflación. Como se dijo en el Parlamento Nacional, este fenómeno es un problema que deberá atenderse con los instrumentos económicos necesarios. Pero esa atención pasa por coordinaciones y ajustes. También camina por crear sensibilidades a todo lo largo de la cadena productiva.

Si algo ha demostrado esta caldera inflacionaria, con los problemas de diseño e implementación de la Tarea Ordenamiento mencionados en la Asamblea, es que los ajustes deben hacerse con la debida integralidad, porque lo que se nivela por un lado (sin tener en cuenta la otra esquina) al final termina desajustado por los temblores que aparecen en las otras partes.

Y en la economía cubana hay todavía mucho «finquismo»: muchas guatacas, como dicen en el campo, que solo halan para su lado, sin mirar la salud financiera de los otros. Algo de eso se dijo con mayor crudeza en una de las primeras Mesas Redondas de principios del pasado año, cuando se ajustaban las transformaciones y se denunciaban el empuje de precios de algunas entidades a costa de los ingresos y las posibilidades de otras.

Ese, por supuesto, será uno de los caminos a recorrer en 2022. Y no será fácil. Junto con los inventarios eternizados en almacenes, habrá que mover también los mecanismos económicos y políticos para que se empiece a entender que la buena gestión no viene solo por la productividad, sino también por la felicidad de los clientes.

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El segundo año de la tercera década del tercer milenio en Cuba será un año de fuego. Será un tiempo de pruebas y brindar esperanzas deberá ser uno de los mayores incentivos. Será también un espacio que deberá caminarse por las cuerdas flojas que impone el coronavirus.

Sin embargo, quizá el mejor indicador del cumplimiento real del plan de la economía sea el que confirme si hay alivio o no a las dificultades del día a día en la cotidianidad de los cubanos.

Junto a los desafíos, hay otras evidencias tangibles de que todo lo que se puede lograr. Con los viejos pronósticos, Cuba y su Revolución no deberían existir a estas alturas. Pero, con todas las vicisitudes posibles, se mantiene ahí, firme, lista para renovar sus esperanzas una vez más.

  • Avanzar, como parte de la reanimación gradual de la economía, en el proceso de estabilización macroeconómica; en la recuperación del papel del peso cubano como centro del sistema financiero y en la racionalidad de los precios de los productos y servicios, priorizando los que resultan más sensibles para la población.

 

  • Estabilizar el sistema electroenergético nacional.

 

  • Controlar el impacto de las medidas que se implementan para la atención priorizada a personas, hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad y asegurar su sostenibilidad.

 

  • Dar seguimiento al proceso de descentralización de competencias de los municipios, así como al fortalecimiento de los sistemas productivos locales, los encadenamientos productivos y el desarrollo territorial.

 

  • Atender las transformaciones en la empresa estatal socialista, evaluando su impacto en la eficiencia y el incremento de la productividad. En particular, en lo referente a los resultados que se alcanzan en la aplicación de la nueva organización salarial, en el funcionamiento de la micro, pequeña y mediana empresa estatal y la transformación estructural en marcha.

 

  • Continuar el seguimiento del perfeccionamiento del comercio interior, combinando las diferentes formas de propiedad y de gestión y la implementación de medidas para el incremento de las ofertas estatales en pesos cubanos.

 

  • Garantizar el control de gastos a todos los niveles presupuestarios, potenciando el ahorro y, a su vez, asegurar los ingresos previstos en el presupuesto del Estado.

 

  • Asegurar la eficiencia del proceso inversionista.

 

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