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La Plaza no quedó vacía

Más de 10 mil ciudadanos, en representación de la provincia y el país, recordaron el Día de la Rebeldía Nacional en la plaza Máximo Gómez Báez de Ciego de Ávila

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

Ciego de Ávila.-Los espacios de llenan con su historia. Con los recuerdos que cada persona tiene de ellos. Hay espacios que permanecen por siempre o por mucho tiempo; aunque desaparezcan o sean sustituidos por otros. Hay, espacios que parecen vacíos y, sin embargo, no lo están.

La plaza Máximo Gómez es uno de esos lugares. Cuando subió el sol al mediodía de este sábado, 26 de julio de 2025, ella estaba vacía. O casi. A esa hora, obreros, técnicos, personal voluntario empezaba a desmontar el escenario, a recoger las sillas, a desmontar las carpas y las grandes baterías de bocinas.

Por ellas, en tono suave, Silvio Rodríguez nos preguntaba por un corazón herido con fugas de amor, que preguntaba por Lennon o por McCartney o por un trovador que nos tocara la canción que alguna vez todos anhelamos.

A la hora que se escuchaba la canción la plaza empezaba a llenarse. Desde horas tempranas, largas hileras de personas caminaban hacia ella para ocupar su puesto en uno de los asientos para asistir al acto central por el 26 de julio.

Junto con ellos, por el costado derecho, estaban 370 integrantes de los grupos de solidaridad con Cuba. Seres humanos procedentes de los rincones más disímiles del mundo, que vienen a esta isla para saber si es verdad lo que se ella dicen en sus países o comprender qué hay aquí que la gente sigue aferrada a una idea contra vientos y mareas, o las agonías interminables de los apagones.

Desde bien temprano, este 26 de julio, el pueblo avileño copó la plaza Máximo Gómez Báez. Foto: Roberto Suárez

Personas que van a trabajar. Que salvan vidas en la hospitales, enseñan a José Martí en las escuelas, que ayudan a hacer los primeros trazos a niños en un pupitre. Personas que hacen malabares con la economía, que extrañan al familiar que se fue y que hablan con ellos, le desean lo mejor, le piden que se cuiden y también, ante una pregunta, un comentario dicho dicho medio que por casualidad, ellos dicen que no. Que ellos se quedan, por muchas razones.

De esos sentimientos y preguntas se va llenando la plaza. En medio de una madrugada fresca, donde las banderas ondean en silencio. Una historia que van incorporando a sus vidas. Una historia que algún día contarán a un hijo o a un nieto o a un sobrino, quién sabe.

A esa misma hora, 72 años atrás, un grupo de jóvenes se disponían a salir hacia el Moncada. Estaban en la granjita Siboney, a las afueras de Santiago de Cuba, y habían llegado con la apariencia de disfrutar los carnales de la ciudad. A esa hora, ya sabían a dónde irían y que esa noche, quizá sería la última noche de sus vidas.

Cuenta Haydeé Santamaría que, en ese momento, cuando conocieron porqué estaban ahí, en ellos apareció un sentimiento extraño. No había tristeza. Tampoco sentían miedo. Lo que pecibían por dentro en una alegría tranquila, sin alardes, dónde todo les parecía más hermoso. A esa hora, contó, las estrellas eran más brillantes, el viento se sentía más fresco y las sombras de las montañas de la Sierra se notaban más recias.

Era un momento de renunciación. De saber que ya todo estaba dicho y que lo único que quedaba por delante era la convicción de hacer. Y así se fueron al Moncada.

El primer secretario del Comité Provincial del Partido en Ciego de Ávila, Julio Heriberto Gómez Casanova, recordó que los hechos del 26 de julio de 1953 nos inspiran hacia nuevas victorias. Foto: Roberto Suárez

Lo otro ya se conoce. Solo que esa renunciación ha seguido, multiplicada en silencio o de forma más pública; pero convertida en el aliento de un pueblo, que la tiene asumida y que lo hace moverse en los momentos más difíciles, los más angustiosos: aliento convertido en la clave oculta de un país.

Con ese sentimiento, los avileños se fueron a la plaza. En la memoria también estaban los otros momentos. Cuando el primer 26 de julio en 1989, cuando se exigió la liberación de Elián González, cuando Fidel volvió en el 2011, cuando se celebró el tercer festejo por el Moncada en el 2011.

Momentos que dejaron una huella. Por eso la plaza no quedó vacía cuando terminó el acto. Se quedó con los recuerdos. Se quedó con su historia.

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