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Ellos llevaban las escopetas automáticas

Juventud Rebelde reproduce la sección Anectotario, que publicó en julio de 1983 como recordación del asalto a los cuarteles Moncada y  Carlos Manuel de Céspedes

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Juventud Rebelde

...la mitad del grueso de nuestras fuerzas y la mejor armada, por error lamentable se extravió a la entrada de la ciudad y nos faltó en el momento decisivo.

Fidel, La historia me absolverá

Perder una batalla no es más que la obligación de  ganar otra.

José Martí

Ya en la granja, vestidos con el uniforme del ejército y recibiendo las últimas instrucciones de Fidel, yo cojo una ametralladora de mano marca Halcón, de fabricación argentina. Cuando Fidel me vio con la ametralladora en la mano me dijo: “Tú mismo vas a tomarla”.

Fidel arengó a todos los compañeros y al terminar sus palabras dijo que el que no estuviera de acuerdo tenía tiempo de arrepentirse dando un paso al frente. Nadie lo dio. Pero cuatro se atemorizaron y también tuvieron pena de dar el paso al frente. Inmediatamente que se rompió filas, los cuatro le hicieron presente a Fidel que no iban. Fidel los mandó a prender. Chenard y el doctor Muñoz se encargaron de meterlos en la cocina, en calidad de detenidos.

Momentos antes de salir, Fidel les dijo que cogieran una máquina y se fueran después detrás de nosotros. Así lo hicieron, pero cogieron la delantera de la caravana de máquinas que iban al Moncada.

Al llegar al puente de Siboney, la máquina número uno en que yo iba, y que era manejada por Pedro Marrero, le pita para que nos deje la vía libre. Ellos se hacen a un lado pero vuelven a meterse en la caravana. De esta forma quedan, creo, ocho máquinas tras ellos, cuyos compañeros no estaban enterados de la deserción de esos cuatro. Cuando los desertores cogen por el Reparto Sueño buscando la carretera central hacia La Habana, las máquinas los siguen y cuando se dan cuenta que se están alejando de Santiago, ya es muy tarde, y además se pierden por completo en la ciudad que no conocían. Los esbirros se ensañaron con esos compañeros. Por lo menos el  80 por ciento de los que iban en esas máquinas fueron asesinados por los soldados de la tiranía.  Ellos llevaban las escopetas automáticas, y de haber llegado al cuartel es posible que otra suerte hubiera tenido el asalto.

(José Suárez Blanco, Relatos en Compendio del Centro de Estudios de Historia Militar de la FAR, tomo II. El Moncada: La acción).

Nota: Juventud Rebelde reproduce la sección Anectotario, que publicó en julio de 1983 como recordación del asalto a los cuarteles Moncada y  Carlos Manuel de Céspedes.

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