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Corazón sano y feliz

Desde pequeño Jorge Enrique Aguiar Pérez aspiró a ser alguien que ayudara a sanar y aliviar dolencias, como lo hacían con su anciana bisabuela en casa. Lo cierto es que su anhelo persistió y logró formarse como médico y más tarde se convirtió en especialista en Cardiología

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

El corazón de Mariela Pérez parecía salírsele del pecho justamente hoy, hace 37 años. Era demasiada la emoción, la alegría, el deseo de tener en sus brazos a su bebé. Cuando finalmente pudo ser, Jorge Enrique Aguiar Pérez seguramente sintió los latidos más suaves del corazón materno, y cuando ella sintió los del suyo, de diminuto tamaño, pudo recibir toda la paz del mundo.

No sabía él en ese momento ni años después, cuando iba al Cine 23 y 12, para ver la película Vampiros en La Habana o Elpidio Valdés contra dólar y cañón, que su vida daría tantas vueltas hasta que un día, como hoy, su cumpleaños coincidiera con una fecha, designada mundialmente, para reconocer el trabajo de especialistas como él y propiciar reflexiones en torno a una mejor calidad de vida.

Habanero, niño inquieto que debía jugar en el barrio a la distancia del chiflido de su abuela paterna y deseoso de regalarle a Mariela la flor más bella del camino rumbo a casa de sus abuelos maternos, su tía Maritza y su tío Edilio, para visitarlos allá en el pueblo de Río Seco, en Güines.

Sorprendiendo a todos con su decisión de querer ser médico, en una familia sin antecedentes de estudios universitarios, Jorge Enrique tal vez aspiraba a ser alguien que ayudara a sanar y a aliviar dolencias, como lo hacían con su anciana bisabuela en casa.

Lo cierto es que su anhelo persistió y ojalá sea así con su sobrina Lina Rosa, decidida a estudiar también Medicina, y con su hijo Alejandro, a quien aún con cuatro años parece ser que también le interesa ser como su papá.

Sin embargo, cuando optó por sumarse al llamado para formar enfermeros emergentes, al terminar los estudios preuniversitarios, su familia se asombró demasiado. ¿No decías que querías ser médico?, le preguntaban, y es que Jorge Enrique pensó que ese camino le era más corto o mejor dicho, más cercano.

Graduado en 2004 con título de oro, recibido de manos del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, ese mismo año se unió a la Misión Milagro en Venezuela y vivió una experiencia extraordinaria que actualmente recuerda con cariño «porque fui lo primero que vieron muchos pacientes que llevaban diez años o más sin ver».

Siguió su sueño y también obtuvo su título de oro en Medicina en 2013, de manos de José Ramón Machado Ventura, y aunque transitó por la especialidad de Medicina Interna en los dos años posteriores, finalmente obtuvo el Primer Grado en Cardiología años después.

«No hubiera decidido estudiar Cardiología si no hubiera contado con la profesora Damaris Hernández Véliz, quien me permitió estar junto a ella en sus consultas aun siendo enfermero. A ella le debo haberle colocado por primera vez el estetoscopio en el tórax a un paciente y aprender a auscultar y a interpretar el lenguaje del corazón, como nos decía el entonces director del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (ICCC), el doctor Alberto Hernández Cañero: un ruido de galope si estaba enfermo o cansado, o un ruido de soplo si sus válvulas eran estrechas, malformadas o insuficientes… Eso influyó en mi especialidad elegida, sin dudas. Ellos y otros con los que trabajo hoy, codo a codo, como colegas».

Momentos importantes

Responde mis preguntas luego de una guardia en la Terapia Intensiva Posquirúrgica del ICCC sin olvidar la sonrisa de Inés, quien lo recibió en esta institución de referencia en el país, cuando llegó como enfermero 20 años atrás, y en la que ha dejado sudor y dedicación, incluso al participar en su remodelación y ampliación cuando solo existía la llamada antiguamente Clínica Antoneti, o sea, un solo edificio.

«Soy cardiólogo clínico desde que me gradué en 2019. He trabajado en el Servicio de Arritmias y Marcapasos, en el Servicio de Urgencias y Emergencias de Cardiología General, donde mayormente trabajé durante la pandemia.

«También en el Servicio de Cardiopatía Isquémica y en el de Cardiología Intervencionista. Actualmente estoy al frente de la sala de hospitalización que corresponde a ese servicio, y doy consultas una vez a la semana, además de realizar ecocardiogramas.

«Como especialista he vivido momentos muy importantes en mi carrera. Imposible olvidar el día que recibí la medalla por dedicarme por más de 15 años a la Cardiología Intervencionista y la medalla de Proeza Laboral que entrega el Consejo de Estado por la labor en Panamá.

«Allí estuve en 2020 como parte de la misión médica que prestó apoyo ante la propagación de la COVID-19, consciente de que podía enfermarme. Vi en esa nación, donde existen todos los sistemas de atención sanitaria, cómo colapsaron ante una tragedia de este tipo.

«Una casa de campaña se convirtió en una terapia intensiva, los recursos había que diversificarlos, y sin importar la especialidad, debíamos ser capaces de brindar ayuda a otro ser humano sin dejarnos vencer por el cansancio o el agotamiento que dejaba el vestuario protector que debíamos llevar».

Miembro del Movimiento de Vanguardia Mario Muñoz Monroy y del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, también Jorge Enrique ha priorizado su superación académica y científica y es máster en Aterosclerosis, Diplomado en Fisioterapia y Rehabilitación, Profesor Asistente e Investigador Agregado.

Autor de la Multimedia Animada para estudiantes de Ciencias Médicas, material complementario de apoyo para distintas asignaturas y coautor del libro Apuntes e Imágenes de Radiología Cardiovascular, Jorge Enrique también fue colaborador del estudio de validación para el uso clínico del dispositivo automático de medida de presión arterial Hipermax BF en población general y del proyecto internacional, en actual ejecución, para la integración de técnicas de la Medicina Nuclear en el enfoque multimodal en Cardiología para el diagnóstico precoz y estratificación de riesgo de enfermedades cardiovasculares en mujeres latinoamericanas.

Integra, además, la Sociedad Cubana de Cardiología, la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista, la Sociedad Inglesa de Radiología y es miembro adjunto de la Sociedad Europea de Cardiología y miembro asociado internacional de la Sociedad Americana de Cardiología.

«Las enfermedades del corazón son la primera causa de muerte en el mundo y lideran las de etiología isquémicas, y de ellas, las de infarto del miocardio. Tanto la diabetes como la hipertensión arterial y la obesidad son factores de riesgo a tener en cuenta para prevenir la incidencia y la letalidad y en cada instancia en la que mi especialidad me permita trabajar, sentiré que soy útil».

Dos décadas en la cardiología

«Este año es importante para mí porque celebro dos décadas en la Cardiología. En estos días se ha celebrado la Jornada por el Día Mundial del Corazón, en coincidencia con mi cumpleaños y próximamente se celebrará el Congreso Cubano de Cardiología, del 7 al 10 de noviembre, donde presentaré varias conferencias, incluso desde el precongreso», asegura el joven.

Con varios premios recibidos, la mayoría de los cuales están vinculados con la Cardiología, Jorge Enrique dedica gran parte de sus días al proyecto institucional Diferencia de género en el Síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST (representación gráfica de las fuerzas eléctricas del corazón), tema de su doctorado.

«Le estoy muy agradecido a este país y a la Revolución por cada oportunidad que he tenido en mi vida, que me ha permitido llegar hasta donde estoy y continuar. La posibilidad de haber sido enfermero primeramente, luego médico, luego especialista. Las misiones internacionalistas, mis posibilidades de superación, el instituto donde trabajo así como mi formación como profesional y ser humano», y estoy segura que su pulso cardíaco se acelera, y no es precisamente una señal preocupante. Todo lo contrario. Es un corazón sano y feliz.

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