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Oro parece, plátano es

¿Quién dice que para triunfar es imprescindible ser María Callas? Existen otras maneras

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Difícilmente pueda eliminarse el estigma que pesa sobre las mujeres latinas en buena parte del mundo: las más fogosas, sensuales y diestras cazadoras. Y aunque para la mayoría de las féminas del continente esta es una marca que las denigra, hay a quienes estos «piropos» les encantan. Es más, explotan esas «virtudes» al máximo, porque lo que no se anuncia, no se vende. Y si no lo cree, pregúntele a Paulina Rubio.

Sin embargo, no deberíamos ser tan injustos con «la chica dorada» de México, apelativo que asimiló después de grabar el disco homónimo (el primero como solista) en 1991, cuando decidió dejar definitivamente Timbiriche para viajar a España y ponerse bajo la dirección y producción de Miguel Blasco. Y es que ella supo desde pequeña que sería una «estrella», y se lo debe a su madre e ídolo Susana Dosamantes, una de las protagonistas de telenovelas más importantes de Televisa.

Esa certeza de su condición de artista conllevó a que pusiera mucho empeño en su formación, alternando en Los Ángeles actuaciones con la popular agrupación juvenil y clases particulares de jazz, canto y vocalización, aunque necesariamente no haya sido una alumna aventajada. Eso sí, en estos 15 años en solitario no se ha dormido en los laureles. Porque si algo distingue a la intérprete de Y yo sigo aquí, Ese hombre es mío, Baila Casanova, Si tú te vas y Yo no soy esa mujer es su vitalidad y constancia.

Tanto es así que por estos días anda promocionando Ni una sola palabra, de la autoría de Xavier San Martín, integrante de La Oreja de Van Gogh, single que forma parte del CD Ananda, el cual saldrá al mercado el próximo 18 de septiembre. En Ni una..., la mexicana regresa al pop con pinceladitas de rock. Mas, para no perder una de sus últimas costumbres, vuelve a sustituir el sonido de la «s» por «sh». Así, donde se debería escuchar: Ni una sola palabra ni gestos, ni miradas apasionadas, ni rastro de los besos que antes me dabas al amanecer, ella canta: «Ni una shola palabra ni geshtos, ni miradas apashionadas, ni rashtro de los beshos que antes me dabas al amanecer». Quizá porque quiere que se percaten de sus influencias españolas por vía paterna, aunque, si esa es la razón, debió usar la «z».

Con apariencia de muchachita (tiene 35 años), de piel dorada, pelo dorado (también) que cae en rizos sobre sus hombros, ojos almendrados, 1,69 de estatura y medidas 90-61-90, según sus detractores en parte obra del bisturí, esta cantante, bailarina, compositora y presentadora ha sido hasta actriz —intervino en las telenovelas Pasión y poder, Baila conmigo y Pobre niña rica, y en la película Bésame en la boca. Considerada por muchos como la intérprete más fresa del pop, presentó su segundo álbum, 24 kilates, en 1994, al que le siguieron El tiempo es oro, Planeta Paulina, Paulina, Border Girl y Pau-Latina, por el que fue nominada al Grammy en el 2005, año en que recibió el premio Billboard de la Música Latina.

Y sí, ha navegado con suerte, al punto que la cadena MTV la eligió para que fuera la primera mujer que condujera los premios MTV Video Music Awards Latinoamérica en el 2004. ¿Y qué hizo Pau, como la llaman sus allegados? Pues se presentó ataviada con un vestido corto dorado y sin escote por el frente; y la piel al aire y por detrás unas hermosas formas redondas que a la diminuta tanga colorada no le interesaba ocultar. Y como era de esperar, los niveles de audiencia subieron y la «hazaña» se convirtió en una de sus mayores controversias mediáticas. Pero no la única.

Pau ha dejado que los medios exploten hasta la saciedad su supuesta enemistad con Thalía o Alejandra Guzmán (seguramente un truco publicitario), del mismo modo que se «ruborizan» cuando les pone un poco de chile a sus videos, como en el muy erótico Dame otro tequila o el que nunca se exhibió. También conoce que la prensa se hace eco cuando afirma que le gustaría grabar un dueto con Britney Spears, aunque el precio fuera darle un beso al estilo de Madonna; o cuando acepta el papel de una mujer que tiene que practicar sexo oral en Batalla en el cielo, segundo filme de Reygadas (Japón) —Universal Music no dio el visto bueno, pues pensó que sería demasiado calientito. En fin, que lo de ella es ser el centro de atención, ya sea porque pelea con su novio, se emborracha en establecimientos públicos o da muestras de su mal genio.

No obstante, lo que ahora está en el tintero son los temas de Ananda, nombre de su residencia en Miami, que serán dados a conocer en el concierto del 11 de agosto en la ribera española, donde compartirá escenario con Enrique Iglesias, aunque, como cantará y bailará a la vez, tendrá que estar atenta a la afinación, pues suele perderla en las actuaciones en vivo.

En Ananda, donde la Rubio es coautora de tres canciones, hay piezas compuestas por Coti, Celso Piña, Aureo Baqueiro, Cachorro López, Fernando Montesinos y Juanes —tanto le insistió que lo logró—. Como ven, ¿quién dice que para triunfar es imprescindible ser María Callas? Existen otras maneras: poder de seducción, ser explosiva, mostrar una imagen rebelde, derrochar energía cuando habla, «canta», se mueve y se ríe. Hipnotizar. Y todo eso, en verdad, ella lo consigue. ¿Qué se puede esperar del CD? No mucho, con esa afonía con la que defiende sus temas. Por demás, Paulina ha adelantado: «Estoy muy contenta porque creo que mi música es fresca y que mis letras son muy simples, y eso hace la diferencia». Y aunque Juanes ha dicho que le parecía de maravilla el proyecto, porque Pau es una chica con mucha energía, agregó: «Falta ver si la mexicana logró concretarla». ¡Vaya esperanza!

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