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Toquemos corazones

El investigador y crítico de televisión colombiano Omar Rincón compartió con Juventud Rebelde algunas pautas para que los medios de comunicación lleguen más a los públicos

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

«Los medios de comunicación pueden ser también una vía para que las personas se relajen y no por eso hay que volverlos superficiales, triviales o insustanciales. Se trata de aumentar el capital cultural a la vez que brindamos a los públicos historias y experiencias útiles para su vida cotidiana».

Así comentó a Juventud Rebelde el periodista, investigador y crítico de televisión colombiano Omar Rincón, —quien participó en el Festival Internacional de Radio y Televisión Cuba 2013— al compartir sus valoraciones acerca de la importancia de tener medios de comunicación cada vez más parecidos a sus públicos.

La Radio y Televisión, además de satisfacer múltiples demandas como la de instruir, formar valores, entretener, informar, potenciar la cultura y desarrollar el arte; también tienen que apelar a las emociones. «Debe ser nuestro propósito asumir esa labor», señaló.

Al decir del reconocido profesor de Comunicación y Periodismo de la Universidad de los Andes, puede y debe haber medios racionales, pero también divertidos y populares. «No estoy contra el elitismo o lo culto, pero es que la emoción es una experiencia inquieta que tiene mucho que ver con no estar de acuerdo, con polemizar, con el placer de dialogar, conversar e interactuar.

—Usted se refiere insistentemente a la necesidad de acortar distancias con las audiencias…

—Una cosa es introducir a la gente en los medios, dándoles espacios para mostrarse y verse como ellos quieran; y otras situaciones son aquellas que se generan desde la labor de los periodistas y personas que laboramos en los medios, a quienes nos toca mirar con otro enfoque. Tenemos que variar el eje de la perspectiva y aprender a mirar desde las personas.

«Como no soy cubano, me atrevo a decir que en Cuba se está mucho más cerca de los públicos en aspectos como la música, debido a la capacidad de crear constantemente nuevos formatos. Todos los días sale un artista novel y no tiene necesariamente que ver con la reproducción de códigos banales, sino con aproximarse a la dimensión de ser populares, lo cual es muy válido debido a la enorme carga de identidad que llevan consigo».

Para el autor de textos como La nación de medios, Narrativas mediáticas o cómo cuenta la sociedad del entretenimiento y Televisión pública: del consumidor al ciudadano, los seres humanos nos movemos por sentimientos, por emociones y acciones gran parte de nuestra vida. Tenemos muchas instancias que pueden ocuparse del desarrollo racional-argumentativo, como la escuela, la universidad y el trabajo; y en ocasiones tendemos a distanciarnos de la emoción. Uno de los fundamentales refugios donde podemos cultivarla es en los espacios radiales y televisivos.

Hay que reflexionar sin perder de vista un elemento medular como la posibilidad de estar conectado con la audiencia. En su opinión, el entretenimiento no puede transformarse en una palabra hereje, sino en un arma efectiva que debemos saber manejar con creatividad.

—¿Cree que a veces los medios son muy rígidos?

—Estamos muy apegados a los contenidos y demasiado pendientes de que lo que digamos sea inteligente. Olvidamos que los medios de comunicación deben narrar. Ser inteligentes en esos espacios significa saber narrar bien.

—¿Esa es la razón por la cual defiende el rescate del relato?

—Los contenidos pasan, se pierden, pero si el relato está bien pensado perdura, trasciende y queda en el imaginario colectivo de las audiencias.

—¿Cómo valora el estado de la Radio y Televisión públicas en América Latina?

—No estamos en un buen punto desde el aspecto narrativo porque queremos hacer medios públicos sin público. No estamos llegando a la gente. No los emocionamos y por eso se alejan, se desvinculan.

Sin embargo, aseguró que estamos muy bien en el sentido de que todos se dieron cuenta de que América Latina necesita de los medios públicos para vivir. «Todos los gobiernos están poniéndole más interés porque se defiende el derecho de la gente de tener un reflejo fidedigno; y además, tecnológicamente estamos en una etapa mejor».

¿Por qué escribir todo igual? ¿Por qué no ser diferentes y variar los formatos?, se pregunta el investigador. Las claves podrían hallarse en el camino de hacer las cosas más divertidas. «Apelemos a las emociones. Toquemos corazones».

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