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La película de Abdel

Desde Sancti Spíritus, un espirituano estudiante de la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (Famca) en Camagüey, ha demostrado que se puede apostar por el sueño de hacer cine

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Sancti Spíritus.— Repite cada palabra. Conoce el tempo exacto, el significado, la intención… respira al compás de quienes le dan cuerpo a su texto. Todo ocurre en su interior.

Se mantiene detrás de la cámara. Disimuladas por los espejuelos sobre el nasobuco, las ojeras delatan que ha sido demasiado el trabajo. De pronto, sus ojos intentan escapar, solo que lo hace un grito: «¡Corten! ¡Quedó!». Y los aplausos espabilan el amanecer. Tras casi 12 horas de rodaje, en plena madrugada, concluye la última escena de El análogon perfecto, la más reciente provocación al cine del espirituano Abdel Martínez Castro.

«En el séptimo arte se funden la escritura y la relación del espacio con lo tridimensional», resume este enamorado de los encuadres, luces, sonidos y actuaciones.

Aún recuerda que no pocas personas lo tildaron de loco al hablar de hacer cine en Sancti Spíritus. Mas él, acostumbrado a desafiar la rutina, diseñó la estrategia a seguir.

«Uno tiene una sola vida, y si nos arreglamos para vivir varias en esa única, pues la habremos aprovechado mejor. Me aburro fácilmente o llego a puntos en los que veo que solo es “hasta ahí”, y salto para otros proyectos porque no me gusta estar estático», cuenta quien guarda con orgullo su título de Arquitecto, lideró la sección de Literatura en la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), cursó un doctorado en Italia y con los ahorros, y cuanto vio, volvió a la ciudad del Yayabo y junto a unos buenos amigos plantó una de las propuestas cuentapropias más concurridas por los jóvenes de la urbe y otros visitantes.

El Colga’o no saca el aliento solo al remontar su empinada escalera en pleno bulevar, sino por su ambiente y los sabores de sus opciones a base de café. Y como si todo ese andar fuera poco, desde hace cuatro cursos estudia en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (Famca) en Camagüey.

«No tengo problemas en empezar de cero cuantas veces haga falta», insiste quien suma 40 años de vida.

Primera escena

Abdel Martínez en el centro junto a Coralia Veloz y Yosvani González Suárez durante el rodaje de Guerra. Foto: Tomada de la página en Facebook de Colga’o film café.

El análogon perfecto se filmó en Sancti Spíritus en tiempos de SARS-CoV-2. Foto: Héctor Garrido Guil

Abdel Martínez Castro siente cada instante y lugar en el que pone sus pies como si fuera la última vez sobre esta tierra. Tanto es así, que muchas de esas sensaciones luego se vierten de forma obligada sobre una plantilla de Word. La necesidad de escribir nunca le ha faltado, aun cuando se sumergía entre planos o cuando Italia le galanteaba.

«Las historias que cuento son reales, vividas en la piel, experimentadas por mí o por personas cercanas», asevera.

Pero, un día se percató de que no era suficiente con dejarlas tatuadas en el papel en blanco. Les urgía una mayor envergadura. De ahí que soñó con colgarlas en imágenes.

«El cine no es un medio de subsistencia, sino una vía de canalización de ansias y necesidades creativas», dice.

Primero leyó cuanto encontró. Vio bastante cine y debatió con amigos. Luego conoció de la oportunidad de acercarse a la academia en la ciudad agramontina. Allí ha conocido más de cerca cómo la técnica, efectos especiales y maneras distintas de expresión se convierten en arte.

De esas clases y pasión nació Guerra, guion que encontró el guiño de aprobación de Fernando Pérez, premio nacional de Cine en  2007.

«Ganó el Pitching o Imagen del Almacén de la 29na. edición de El almacén de la imagen, en Camagüey, donde ese reconocido director estaba de jurado. Gracias a ese lauro y al Fondo noruego de cine cubano, que entrega la Embajada de Noruega en Cuba, pudimos filmar nuestro primer cortometraje».

No se trató de un juego. Resultó el bautismo de fuego del grupo de creación audiovisual Colga’o film café. La dirección corrió a cargo de su compañera de aula, la camagüeyana Yelenis Planos Cannet; Abdel fue guionista y productor, y el resto del equipo técnico estuvo en manos de otros noveles creadores.

«La actuación fue por Coralia Veloz y Yosvani González Suárez, de Teatro del viento, de Camagüey. Trabajamos con las suficientes ganas para que quedara bien. Imagínate, delante de Coralita, ¿quién se iba en una toma? Incluso, en broma decíamos: llegó la visita de la nacional», rememora los primeros días del año 2020, cuando conocíamos de la pandemia por los reportes internacionales.

Al poco tiempo, Cuba le vio la cara a la COVID-19, y entre tantos males se vieron obligados a darle los toques finales al producto. Mas, no mató los sueños, y con muchos aires en su contra se lanzaron a la segunda obra.

Segunda escena

«¿Tú nunca has hablado por teléfono con Abdel? Te dice tantas cosas como si vinieras para Hollywood… y no nos engañó», me confesó Paula Alí, una de las actrices que se dejó arrastrar para que El análogon perfecto se filmara en Sancti Spíritus en tiempos de SARS-CoV-2.

Como ella, Laura de la Uz también se enamoró del guion en que este espirituano convida a reflexionar sobre la mujer como eje del hogar, su sobrecarga y sus renuncias en bien de la familia: «Al leerlo sentí el toque de humor al estilo de Juan Carlos Tabío; Tomás Gutiérrez Alea “Titón”… por la mirada a la sociedad».

Cada hora, incluso cuando la madrugada reforzaba el cansancio, se disfrutó a plenitud. Hacer cine resulta un aprendizaje que se degusta con placer: «Esa es la escuela que nos estamos construyendo. Si bien Elisa Mapelli (productora) y yo, como director además en esta ocasión, estudiamos con muy buenos profesores en la Famca camagüeyana, allí no teníamos todas las condiciones técnicas y la experiencia práctica fue casi nula, por eso apostamos por adentrarnos en este mundo con estos intentos.

«Queremos tener maestras y maestros atraídos por nuestros proyectos. La idea es que cada obra sea cada vez mejor. Pero, sobre todo, queremos hacer cine desde aquí», acotó.

Tercera escena

Martínez Castro carga en su mochila la máxima que le espetara en el rostro la misma Paula Alí: «El artista nace y la técnica se aprende». Le sostiene sus sueños, los más cercanos en forma de Diálogos (lorquianos), un mediometraje compuesto de tres cortometrajes independientes, y el guion de La bola roja para el asunto X; cada uno comprometido con las más puras esencias de este trotamundos espiritual, su contexto y la cultura cubana.

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