Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Qué pescado tan Flaquito!

Autor:

Juventud Rebelde

Una singular paradoja vivió un taxista chino que sin proponérselo se transformó en víctima y cómplice al mismo tiempo, llevando como pasajero al ladrón que acababa de desvalijar su domicilio. «Noté que tenía un pescado congelado al que le faltaba la cola, y no pude evitar pensar qué parecido era al que yo tenía en casa», sostuvo el señor Shen, tras recoger en la madrugada a un pasajero cargado con un montón de artefactos hogareños. Irónicamente más tarde el infortunado hombre identificaría los objetos de su propiedad al encontrar su vivienda desmantelada, incluyendo, claro está, el dichoso pescado. ¡Y para colmo no recibió ni propina! Despiste

El malhechor siempre vuelve a la escena del crimen, reza un proverbio policial. Y tiene razón, aunque en este caso vale matizar que lo hizo... para tomar café. Inexplicablemente, un hombre de 42 años regresó a la misma cafetería de Boulder, Colorado, que había asaltado horas antes. Y como si fuera poco, lo hizo vistiendo los mismos guantes amarillos, la mochila roja y los anteojos que usó durante el atraco. Así se encontró con un policía que interrogaba al personal del negocio sobre el robo, por lo que quiso emprender la fuga, pero ya era tarde. Caco despistado, caco arrestado. Vamos a ver que tal le sabe el cafecito ¡en la cárcel!

¡Justo en el blanco!

Que las serpientes pueden traer serios aprietos, ya se sabe, si bien pocos casos podrían compararse con el de un australiano que paró a orinar al borde de la carretera y fue mordido por una víbora justo en el pene. En un ejercicio de diáfana puntería, el ofidio, para colmo uno de los más venenosos en la isla-continente, «depositó» sus colmillos en el glande del desdichado hombre, que seguramente todavía maldice sus ganas de miccionar. Por fortuna, al final «dolió» más la vergüenza que la herida, pues la sierpe no traspasó su veneno a la víctima, aunque sí le dejó un sendo rasguño, vómitos, dolor abdominal... y un recadito: ¡Controla tus esfínteres, muchacho!

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