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Mijaín, o decir adiós sin egoísmo

Tras ganar tres títulos en citas estivales, cinco mundiales y cinco continentales, el Gigante de Herradura ha puesto oficialmente fecha para su epílogo

Autor:

Enio Echezábal Acosta

El adiós de una leyenda deportiva puede ser un momento ambivalente. Por un lado está la alegría por la trayectoria, los triunfos, las amistades y el esfuerzo de años. Por el otro, viene la tristeza de saber que lo de antes significa el cierre de una etapa, y no un capítulo más.

A Mijaín López hemos estado disfrutándolo desde hace tanto tiempo que a veces pareciera que nacimos el día en que ganó los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003, cuando derrotó como si nada al monarca olímpico estadounidense Rulon Gardner.

Diecisiete temporadas más tarde, todavía el Gigante de Herradura no dice adiós, aunque ya ha puesto oficialmente fecha para su epílogo. 

«Después de Tokio me retiro. Ya está decidido. ¿Por qué? Bueno por la edad que tengo, quiero descansar y porque ya hay que darles la oportunidad a las nuevas generaciones. Quiero despedirme, por supuesto, ganando, mi cuarta medalla de oro olímpica. Para eso me estoy preparando y estoy seguro de que lo voy a lograr», ha declarado recientemente en una entrevista para PanAm Sports, principal organismo deportivo de América.

La noticia, previsible como pocas, no deja de sorprender. Luego de ganar tres títulos en citas estivales, cinco mundiales y cinco continentales, es lógico que desee cerrar su recorrido por los colchones. No obstante, de este lado nos va a costar acostumbrarnos a la idea.

Ahora mismo el gran rey en los 130 kilogramos del estilo grecorromano solo piensa en ir el próximo verano a Tokio, y conseguir algo que no logró siquiera otro «monstruo» como su colega ruso Alenxander Karelin, dueño de tres primacías olímpicas, más otra de plata. Cualquiera pensaría que es exagerado aspirar a tanto, pero la realidad es que con el estelar luchador pinareño los límites todavía no están claros.

Por supuesto que, respeto aparte, todos querrán derrotarle, y así llevarse consigo el gran honor de mancillar la lustrosa armadura de un guerrero para el que sobrarían dedos en las manos a la hora de contabilizar sus caídas. Así todo, no podemos culparles por intentarlo.

De momento, lo que nos toca es disfrutar el tiempo que le queda en activo al mejor atleta cubano del siglo XXI, y replicar esa misma práctica con otros grandes del panorama deportivo como Roger Federer, Rafa Nadal, Cristiano Ronaldo, Lionel Messi o LeBron James. Al fin y al cabo, exigirles cualquier otra cosa es puro egoísmo.

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