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Un campeonato contra el olvido

El torneo nacional de Béisbol Amateur de 1960 convocó a peloteros de todo el país y esparció bolas y strikes por la Isla

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Fue 1960, en Cuba, denominado Año de la Reforma Agraria. Pero mirando los hechos seis décadas después, el béisbol de la Isla, igualmente, se reformó por esas fechas. Nadie se atrevería a refutar el calificativo de tierra de peloteros que exhibe nuestro país desde el siglo XIX, pero no fue hasta después de 1959 que un equipo de este deporte se tituló, ostentando una supremacía que comprendía a todas las provincias.

Estas líneas se niegan a demeritar a los Occidentales de Fermín Guerra, primer elenco que se coronó en nuestras Series Nacionales (en 1962). Mas, par de años antes, la recién creada Dirección General de Deportes (DGD), predecesora del Inder, convocó el 18 de enero al Campeonato Nacional de Béisbol Amateur.

El mismo surgiría del intento revolucionario de esparcir bolas y strikes por todo el archipiélago: la pelota invernal rentada, muy popular, prácticamente se reducía a la capital, los circuitos aficionados, salvo contados ejemplos en Centro y Oriente, tenían sus más competitivos certámenes en La Habana y Matanzas (la Unión Atlética de Amateurs de Cuba y la Liga Pedro Betancourt), y sonaban truenos de traslado hacia EE. UU. de la franquicia de los Cubans Sugar Kings, vencedores en la Pequeña Serie Mundial (1959).

El Doctor en Ciencias Históricas Félix Julio Alfonso López consigna en su libro Con las bases llenas… Béisbol, Historia y Revolución que la lid de la DGD permitió la inscripción de «equipos de cualquier región de la Isla, oportunidad para los que no participan en otras ligas, de llegar a la serie nacional final». La convocatoria resultó masiva, porque se sumaron 240 novenas y 5 085 beisbolistas; algunos datos cifran en 70 los representativos capitalinos.

Cada una de las seis provincias de entonces efectuaría eliminatorias por zonas, en caso de ser necesario, así todas contarían con su seleccionado ganador de las porfías territoriales, el cual tomaría parte en una suerte de hexagonal conclusiva.

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En home mascoteó el capitán Felipe Guerra Matos, máximo responsable de la DGD, quien le recibió la simbólica esférica a Rolando Cubela, presidente de la FEU. Así quedó inaugurado el Campeonato en el Stadium Universitario, en La Habana, el sábado 26 de marzo, en presencia de una numerosa concurrencia.

Estudiosos del pasado beisbolero, como Norton Lorenzzi Véliz, refieren que se jugó sábados y domingos, y que la organización funcionó de forma positiva. Sin embargo, Alfonso López afirma: «La prensa de aquellos días reporta poco las incidencias de este campeonato, a lo que se suma el no haberse localizado la compilación de las estadísticas, lo que hace complejo el intento de escribir sus memorias».

Durante finales de septiembre, se despejaron las incógnitas y los reyes provinciales fueron Minas de Matahambre (Pinar del Río), Caribes de la Universidad (La Habana), Acueducto Yumurino (Matanzas), Central Narcisa (Las Villas), Cooperativa Arrocera René Almanza (Camagüey) y Mulos de Nicaro (Oriente).

La ronda definitoria se llevó a cabo en terrenos de varias ciudades orientales, Holguín, Bayamo, Las Tunas, Santiago de Cuba, Mayarí, Contramaestre, Campechuela y Palma Soriano. Los planteles pinareño y matancero protagonizaron el único duelo fuera de instalaciones del Este, en el Palmar de Junco, donde salieron airosos los «yumurinos».

El sistema de todos contra todos, a una sola vuelta, matizó esta instancia, cuyo calendario se completó entre el 9 y el 16 de octubre, con descanso para los participantes el día 11.

Célebres por sus éxitos en la Liga Popular (en 1957, a partir de su cetro en ese evento, confrontaron en Puerto Rico a rivales de dicha nación), los Mulos de Nicaro eran un conjunto formado por peloteros de muchos sitios de Cuba y los bautizaron así allá por 1954, dada la talla y corpulencia de sus jugadores, y casi seguro vinculando el sobrenombre al de los Yankees de Nueva York («Los Mulos de Manhattan»).

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Un conocedor de la pelota cubana, el historiador José Antonio Jardines, aclara que José «Pepín» Carrillo llevó el timón de una de las últimas versiones de los Mulos, que para ascender en la eliminatoria provincial fueron superiores a contrarios difíciles como el central Manatí (hoy Argelia Libre) y Obras Públicas de Santiago de Cuba, y solo patinaron tres veces en 17 salidas al diamante.

El colectivo de la localidad minera —ubicada en la actualidad en territorio holguinero— abrió frente a la Cooperativa René Almanza, en el Liceo Park, de la ciudad de Holguín, alcanzando una reñida victoria, 2-1, a la cuenta del zurdo Jacinto «Cangrejo» Blanco.

En sus apariciones posteriores, despachó al Central Narcisa, 11-9, y a Minas de Matahambre, 4-1, con créditos para los tiradores Manuel «Gorrita» Vázquez y Dominador Arias, respectivamente, y ante los «vueltabajeros» apagó el fuego «Cangrejo» Blanco.

Apoyados en individualidades como el máscara Nialdo Jardines, el inicialista Julio Portilla, el intermedista Raúl Despaigne y los jardineros Dassel Thompson (cuarto bate) y Rolando Castañeda, los muchachos de Nicaro nada más sucumbieron contra Acueducto Yumurino, 5-2, y se batieron en extrainning (diez capítulos) con Caribes de la Universidad, en pleito decisivo que aconteció en Santiago de Cuba, en la jornada del adiós.

Los dirigidos por «Pepín» Carrillo derrotaron en el estadio Antonio Maceo a los discípulos del laureado Ramón Carneado, 6-5, con relevo eficaz de «Cangrejo» Blanco, quien acumuló un triunfo y par de rescates en la semana en que los orientales se adueñaron del trofeo del Campeonato Nacional de Béisbol Amateur.

Por este orden se ubicaron los combinados: Mulos de Nicaro (4-1), Cooperativa Arrocera René Almanza (3-2), Caribes de la Universidad (2-2), Acueducto Yumurino y Central Narcisa (2-3), y Minas de Matahambre (1-3).

«Como colofón a su brillante actuación, los integrantes del equipo fueron invitados a la capital, donde tuvieron el honor de inaugurar el terreno no. 1 de la Ciudad Deportiva, actual estadio Santiago Changa Mederos, en un desafío contra la Universidad de La Habana, ocasión en que Felipe Guerra Matosles entregó el trofeo de campeones nacionales», agrega el Doctor en Ciencias Históricas.

Habría que añadir que esto sucedió el sábado 3 de diciembre del propio año y los peloteros del poblado mayaricero le repitieron la dosis a los universitarios, 1-0… de nuevo «Cangrejo» Blanco los atenazó, en peleado partido de exhibición en el que cedió desde la lomita Andrés «Papo» Liaño.

Los agasajos no terminaron ahí para los Mulos, quienes se midieron el 26 de febrero de 1961 al club Cienfuegos, último titular de la Liga Profesional Cubana, en el estadio Emilio Gómez Bermúdez, de Mayarí, en choque que la corriente del olvido ha arrastrado por largo tiempo.

Al Campeonato Nacional de Béisbol Amateur de la DGD también le ha sucedido algo parecido. De ahí que merece ser homenajeado en este 2020, pues, como afirmó el investigador Carlos Reig, fue un «torneo inusual, que materializa el anhelo popular, de muchos años, de convocar, sin exclusión alguna, a peloteros de todo el país».

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