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No ven solución

El país va curando los daños del huracán Irma y tiende mano a los damnificados. Pero, como todo lo masivo, quedan casos pendientes, como Amado Pimentel (calle D, No. 410, entre 18 y 20, reparto Guernica, Camagüey), cuyo techo de la casa fue dañado parcialmente por el ciclón, y no lo habían incluido entre los afectados. Tuvo que gestionarlo con la delegada de la circunscripción y el Puesto de Mando del Consejo de Defensa. Al fin, lo visitaron e hicieron la evaluación de los daños.

Ya con los documentos para la asignación de los materiales, le dijeron que fuera al punto de venta. Él había optado por el pago en efectivo para reducir trámites. Y cuando fue, ¡oh, decepción!: salvo arena y puntillas, nada había.

Amado cuestiona lo sucedido allí y esgrime que el país declaró prioridad absoluta para los damnificados: «¿Por qué se vende cemento en la red comercial en CUC cuando somos tantos los que no hemos podido reparar y necesitamos solo unos sacos?

«¿Por qué facilitar que inescrupulosos hagan listas de turnos por los que cobran sumas de dinero, para comprar cemento y revenderlo? ¿Cómo es posible que algunos construyan cochiqueras con techos de hormigón y hagan muros en las entradas de sus “modestas” casas, mientras los perjudicados recibimos como respuesta que sigamos esperando?

 «Lo que pasa en Camagüey merece un rápido análisis y la más rápida rectificación», concluye.

  Por su parte, Hallen Boffil (edificio 9, apto. 29, Yaguajay, Sancti Spíritus) cuenta que en esa localidad avanza la recuperación, pero no tanto la permeabilidad de muchos edificios dañados en sus cubiertas. Los afectados indagaron en el Gobierno, el Partido y la Dirección de Vivienda en el municipio, y las respuestas son variadas: «No hay pegamento en la provincia», «es importado y no se sabe cuándo se pueda adquirir», o «no hay suficiente material».

 Lo cierto, dice, es que priman la incertidumbre, la falta de comunicación e información en los encargados de Atención a la Población a la hora de responder. Mientras, los afectados se desesperan al ver que en sus casas llueve tanto adentro como afuera.

«Hablo de algo que solo el Estado puede resolver, pues los impermeabilizantes de techos son estrictamente de su uso, y ningún ciudadano tiene acceso a ellos, al menos en las tiendas minoristas del municipio de Yaguajay», concluye.

Flor Mercedes Cepero (calle Real 22, entre San Antonio y Moré, Cojímar, La Habana) cuenta que su casa, propuesta como Patrimonio de la localidad, data de los años 20 del siglo XX, y ha soportado muchos fenómenos naturales, con techo de madera y papel de techo. Pero Irma hizo grandes estragos. Y se cayó el falso techo de tres habitaciones.

El 24 de septiembre ella fue a la sede del Consejo Popular y vio al jefe de Planificación Física, quien visitó la casa y le hizo fotos. El 25, después de un aguacero y de ver que el agua corría, volvió al Consejo Popular. El jefe de Planificación Física mandó a calcular los materiales requeridos. «Pero parece que para mí no hay solución porque no hay madera», afirma.

El 3 de octubre le dieron los papeles con el crédito bancario por 13 000 pesos para madera, papel de techo, puntillas y luminarias. Pero a su rastro nunca ha llegado madera. El 23 de octubre le dieron las luminarias, pero nada de papel, puntillas y mucho menos madera.

Indagó si entraba madera en otro   rastro por la posibilidad de un traslado.      Le dijeron que cada localidad resolvía su situación. Volvió al Consejo Popular para pedir subsidio y transformar su casa. Alguna solución debía tener. Los técnicos le dijeron que no hiciera más nada, su caso estaba en manos de la ECAL, que debía ir a su casa y ella mostrar los daños. «Todavía espero la visita», señala.

«Tenemos mantas de nailon que duran poco para amortiguar el agua cuando llueve. Nos mojamos bastante. Mi papá tiene 87 años y padece de insuficiencia cardiaca. Necesita oxígeno   y la humedad le es fatal. Tuvimos que darle a nuestra hija el cuarto porque el de ella lo dañó el huracán, y acomodarnos en el cuarto de desahogo, que también se filtra.

«¿Habrá que esperar a que el próximo huracán no deje rastro de mi casa? ¿Es tan difícil adquirir la madera para estos casos? ¿Es tan difícil conservar una casa propuesta para Patrimonio, orgullo de la familia y de Cojímar, que tiene una linda historia y es referencia de telenovelas y películas? Necesito que me den la posibilidad de sentirme segura y conservar su estructura; o el subsidio para transformarla», concluye.

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