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Confinados por un impago

Leonardo Hernández Viamontes (Concordia 158, apto. 4, entre San Nicolás y Manrique, Centro Habana, La Habana) escribe en nombre de los desesperados vecinos de ese edificio, ante el problema que los aqueja: la reparación del ascensor, que depende de un pago pendiente de la Dirección Municipal de la Vivienda a la empresa Unisa.

La rotura del elevador, manifiesta, tiene confinados a los vecinos desde hace varias semanas. Todo se agrava porque la escalera del inmueble es muy angosta y sin barandas. Es altamente peligrosa para la personas de la tercera edad que viven en los pisos altos.

Ello ha impedido, entre otras cosas, el que esos adultos mayores puedan visitar a sus médicos para atender las múltiples enfermedades que padecen. Y algunos de ellos ni siquiera han podido recibir las vacunas de refuerzo contra la Covid-19. Tampoco pueden adquirir los alimentos y productos de primera necesidad.

Refiere Leonardo que el pasado 7 de junio, llegó allí la brigada designada por Unisa para tratar de dar solución a los múltiples problemas que tiene el elevador, por el mal montaje que se hizo de él. Los operarios no se percataron de que el motor que acciona la puerta de la cabina estaba mojado, y conectaron la electricidad, dando lugar a que se quemara.

Añade que Unisa, en la persona de su director técnico, se  responsabilizó con la reparación inmediata. Y según plantea el directivo, llegaron unas piezas, entre las que está la requerida para la solución del problema y poder iniciar la reparación integral del elevador.

Pero para que Unisa pueda hacer el trabajo con las referidas piezas, precisa, requiere que previamente  la Dirección Municipal de la Vivienda le pague.

El director técnico le informó a Leonardo que a pesar de sus gestiones no lo ha logrado.  Y el remitente de la carta  supo que el caso de ese edificio no es el único. Por la misma razón otros  elevadores no han podido ser reparados. Y ello pone en tensión a todos los residentes en Concordia 158.

«¿Cómo lograr que Vivienda le pague lo que debe, y esos vecinos puedan salir de ese confinamiento y reanudar nuestras vidas?», pregunta Leonardo.

Ruteros en otra «ruta»

Rolando J. Rizo Oliva (San Gregorio 114, entre Porvenir y Villoldo, Víbora Park, Arroyo Naranjo, La Habana) relata que el martes pasado, viajando hacia su trabajo, en el tramo de  La Fortuna a Santiago de las Vegas, observó cinco ómnibus ruteros  cumpliendo funciones de apoyo a organismos, cuando su objeto social es la transportación de pasajeros en las rutas establecidas, mucho más en momentos de tanta crisis con el transporte.

«Los ruteros alivian mucho la movilidad de los pasajeros, afirma, máxime en los horarios pico. ¿Por qué desviarlos a otras funciones?

«Hace varios meses alerté sobre el exceso de pasajes a estos medianos vehículos. Me visitaron, di mis argumentos. Pero este mal ha continuado. Si hoy no cuidamos lo poquito que tenemos y no le damos un uso correcto, mañana tendremos menos.Tengo entendido que para el apoyo a otros organismos está diseñada la Empresa Transmetro», concluye.

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