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Pueden peligrar amplias zonas del planeta por el aumento del mar

Cuba no escapa a este riesgo y estudia posibles impactos del fenómeno

Autor:

Juventud Rebelde

Durante los azotes del huracán Wilma, el mar penetró aproximadamente 500 metros en el litoral habanero. Foto: Raúl Abreu

La Tierra está cada vez más caliente. El prolongado aumento de las temperaturas y el ascenso del nivel medio del mar a corto, mediano y largo plazos, como consecuencia del reforzamiento del efecto invernadero, podría traer consecuencias catastróficas para el planeta.

La actividad humana incide en el cambio climático global que afectará a todos en el futuro próximo. Y son las islas y los archipiélagos, como el cubano, los primeros en sentir sus efectos al ver entrar el mar en dominios que hasta entonces eran tierra firme.

Cuando las aguas del mar se exponen a temperaturas bien altas, como las que azotan actualmente al planeta, comienzan a expandirse, y esto provoca un aumento de su volumen, afirma Marcelino Hernández González, máster en Ciencias Geográficas y especialista del Instituto de Oceanología de Cuba. «Este aumento del nivel del mar —agrega— estará influido también por el derretimiento de los casquetes polares, los glaciares y el hielo que corona los sistemas montañosos tropicales».

Lo cierto es que los océanos aumentan cada día su nivel medio, aunque todavía este proceso es casi imperceptible. Casi, porque si en los últimos 3 000 años, el alza media anual del nivel de los mares era de 0,1 o 0,2 milímetros, en el siglo XX se aceleró diez veces, según estudios internacionales.

En todo el planeta, al ritmo actual, las aguas podrían aumentar para el 2100 casi en un metro su nivel. Y esto provocaría que amplias zonas quedaran inundadas para siempre, desapareciendo así innumerables ecosistemas costeros, oceánicos y terrestres, y millones de seres humanos pondrían en peligro su vida y quedarían sin casas ni empleos.

Los cálculos arrojan que el mar aumenta su nivel en el mundo de uno a dos milímetros al año. A simple vista parece poco, pero no es así. Incluso Cuba no escapa a este fenómeno. Según datos de la estación mareográfica de Siboney (Ciudad de La Habana), en los últimos 40 años el nivel del mar en el litoral capitalino ha ascendido 2,14 milímetros por año. Tan solo este dato basta para calcular que, de seguir esta tendencia, en unos cien años el nivel del mar al borde de la capital habría ascendido uno o dos metros.

Aunque hoy, mañana o dentro de dos meses no observemos el impacto que está teniendo este ascenso, sí se notarían los daños cuando, al pasar las décadas, comparemos los altos niveles de esa agua que podría «aumentar la erosión en la zona, salinizar las aguas en la parte baja de los ríos y en los acuíferos de la costa, y afectar las edificaciones muy cercanas al litoral por la acción del oleaje».

¿NOS HUNDIMOS?

Cuba es un archipiélago que corre el riesgo de perder parte de su territorio si aumenta la altura media de las aguas, lo cual agravaría el impacto de eventos como frentes fríos, huracanes y bajas extra-tropicales.

Nuestro país es una isla, bastante grande en comparación con otras del mundo, pero alargada y estrecha. Al aumentar la incidencia de estos eventos naturales de corto plazo, también aumentaría la altura de las aguas que la rodean, y por consiguiente los daños a medida que pase el tiempo serían mayores, pues el mar llegaría, mientras persistiese la fuerza de los vientos, a zonas que nunca habían sido inundadas a pesar de ser bajas, y por lo tanto estarían poco preparadas para enfrentar estos fenómenos.

Según estudios que se han realizado en Cuba, ecosistemas como las dunas costeras o los manglares sufrirían a largo plazo las consecuencias de la erosión del litoral. Esto traería efectos sobre el turismo que estas atraen, una de las fuentes de ingreso más importantes a la economía del país, pues como asegura el especialista del Instituto de Oceanología, «hoy existen zonas de cayería en Cuba, que antes no estaban pobladas y ahora sí, tanto de población permanente como flotante, o sea visitantes».

Igualmente se verían afectadas las áreas de viviendas cerca de la costa, porque el ascenso del nivel de las aguas provocaría que a las personas que viven cerca del mar se les haga cada vez más difícil mantener sus viviendas. Inevitablemente serían más continuas las inundaciones, por lo que peligrarían más sus vidas y bienes.

EFECTO DOMINÓ

Las inundaciones, producto de tempestades o huracanes, causan cuantiosos daños económicos y materiales en Cuba. Foto: Angelito Baldrich.

Cada día Cuba tendría menos zonas costeras, afirman los especialistas de Oceanología, quienes sostienen que «es muy probable que este ascenso del nivel del mar también afecte la velocidad de las corrientes marinas, entre ellas, las que influyen sobre nuestro país», explica Hernández González.

La cuestión es que, al variar la temperatura marina, la densidad del agua se ve afectada, y por el lento desplazamiento de las corrientes disminuiría la pesca y la regulación de sus ecosistemas marinos, coincide el científico.

«Todas las corrientes van a disminuir velocidad y aumentar su temperatura media. La del Golfo, por ejemplo, continuará calentándose y hará posible que el área donde la misma influye, sea afectada por más huracanes y menos frentes fríos».

El aumento de los ciclones sobre aguas cada vez más cálidas haría que lleguen a nuestra isla fenómenos atmosféricos más destructivos, mientras los frentes fríos, al trasladarse sobre una masa de aire más cálida, llegarían cada vez en menor medida y con temperaturas más elevadas, por lo que Cuba sería cada vez más cálida.

Animales que se aparean en las zonas costeras, como aves y tortugas, también serían víctimas de este caos del clima, porque tendrían que cambiar el lugar de sus nidos para zonas más difíciles, y tal vez hasta inapropiadas para la reproducción, al no tener las condiciones necesarias para ello.

Este cambio traería consigo además la búsqueda de nuevas rutas de migración, y con ello, se perderían los beneficios de estos animales en sus desplazamientos, perdiendo, en fin, sus hábitos de vida.

CORAL MUERTO

Si las barreras de coral muriesen por el aumento del nivel del mar y su temperatura, causarían daños irreparables hasta en las edificaciones costeras, pues estos sistemas coralinos constituyen importantes zonas protectoras de las islas al minimizar la intensidad con que las olas del mar llegan a ellas.

Con el blanqueamiento de los corales y su muerte, los ecosistemas marinos que los mismos han creado y conservado perderían su hábitat, eliminando así sistemas de miles de años de evolución, que representan físicamente erosión costera y pérdida de los recursos del paisaje, flora y fauna. En fin, pérdidas económicas y medioambientales.

Este proceso a largo plazo, como nos reiteró el especialista, «lleva a un futuro con mucha incertidumbre, pues nos obliga a preguntarnos qué cambios habrá y en qué magnitud se sucederán.

«No se sabe a ciencia cierta lo que puede acontecer, pero siempre hablamos con la mayor precisión posible sobre los desastres que ocurrirían. Por eso hoy lo más importante es conservar, cuidar, prever. ¿Quiénes mejor que nosotros, que tenemos muchas más posibilidades de defendernos de esas calamidades al contar con nuestro sistema social, y con una población instruida en las cuestiones que tienen que ver con los riesgos ante desastres naturales?»

Estudios contra el peligro

Cuba ha ido desarrollando una red mareográfica nacional que mide, a partir de mareas, no solo el nivel del océano, sino el de la tierra de la zona costera y del interior, pues estas sufren movimientos verticales de ascenso y descenso, producto de cambios de origen tectónico o geológico, entre otros.

Esta situación, que a veces se compensa con el ascenso del nivel medio del mar, y en otras favorece la inundación al descender la tierra, es estudiada cada vez mejor gracias a los registros de las estaciones fijas de la zona costera y los datos que estas emiten.

Hoy los mareógrafos de nuestro país se encuentran ubicados en las zonas más expuestas a los cambios del nivel marino, como litorales abiertos y principales lugares de navegación. Analizando sus datos y otros elementos de interés, se han podido concretar estudios multidisciplinarios, como la Primera Comunicación Nacional a la Convención Marco sobre Cambio Climático, coordinada por la Agencia de Medio Ambiente.

Este informe analiza no solo la problemática del ascenso del nivel medio del mar o la temperatura del agua, sino sus implicaciones para los ecosistemas y en el ámbito físico-geográfico, demográfico y las proyecciones económicas necesarias para atenuarlo.

Todo esto ha permitido comenzar a estructurar recomendaciones, elaborar planes, mapas y hacer estudios de riesgo en diversas localidades, para determinar lo que se hará en cada sector costero de las diferentes regiones del país ante la particular vulnerabilidad que representa tener como huésped al mar.

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