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Paro, el robot que roba corazones

El robot con mayor efecto terapéutico del mundo y único de su tipo en la Isla, captó la atención de quienes asistieron a la Feria tecnológica La Guayabera 5.0

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— María Claudia Baracaldo aún no deja de hablar de lo mismo. Jamás había sentido tanta química con un objeto inanimado como el día en que descubrió que un aparente peluche era capaz de entablar una sui géneris comunicación con ella. Rememorar el momento exacto en que lo tocó con ternura y lo que percibió como respuesta todavía la estremece.

Y es que el encuentro de esta pequeña espirituana de cinco años de edad con Paro, el robot con mayor efecto terapéutico del mundo y único de su tipo en la Isla, captó la atención de quienes asistían a la Feria tecnológica La Guayabera 5.0, realizada recientemente en predios yayaberos.

En solo minutos y con el mágico diálogo del tacto, María Claudia y Paro intimaron de una forma sorprendente. Ella lo acarició y él, con sus inmensos ojos negros, movimientos delicados y un gemido de placer, confirmó que se sentía a gusto con su nueva amiga.

El singular peluche, diseñado por Takanori Shibata, gracias a la evolución de la robótica en 1993, para el Intelligent System Research Institute de Japón, ha sido utilizado en varios países del mundo en el tratamiento de personas con necesidades especiales, como niños y niñas autistas y personas adultas mayores que viven solas.

Este bebé foca pía de color blanco y mediano tamaño, mediante sensores de temperatura, tacto, luz, audio y también de posición, puede percibir a los humanos, recoger información de su entorno e, incluso, entiende algunas palabras.

Al hacer gestos a semejanza de los de un animal verdadero, estimula los cinco sentidos humanos, lo que ha permitido, según registros científicos, alivio al corazón y tranquilizar a las personas. Cuando la algarabía es mucha, como sucedió durante los días en que estuvo en exhibición en la Feria espirituana, Paro muestra signos de estrés, cierra los ojos y decide no interactuar.

Este producto está en Cuba gracias a la Embajada de Japón en la Isla, institución que ha propuesto buscarle un nombre más común para esta nación.

En el resto del orbe existen cerca de 3 500 ejemplares del tierno robot, con gran aceptación, sobre todo, tras ser registrado en el libro Guinness en 2002.

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