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El tornado de la inflación

Aunque la principal causa de la subida de precios en Cuba se encuentra en la escasez de ofertas, no es la única cuestión a tener en cuenta. Otras espinas en la economía, menos visibles pero igualmente profundas, también influyen en la actual situación inflacionaria

 

Autores:

Osviel Castro Medel
Luis Raúl Vázquez Muñoz
Yuniel Labacena Romero
Dorelys Canivell Canal
Lisandra Gómez Guerra
Santiago Jerez Mustelier

A Blas Aguilar, un chofer de la ciudad de Bayamo, no le quedó más remedio que limpiar con fuerza los cristales de los espejuelos. ¿Sería verdad lo que veía? Aquello parecía tan extraño: a lo mejor era una equivocación a la hora de poner los números, porque la cifra estaba dura. ¿Cómo podía ser posible? ¿Quién lo iba a comprar con ese precio?

«Bueno, vamos a ver…», debió pensar. Terminó la limpieza, aseguró con cuidado las gafas y con mucha calma, bien despacio, se acercó a la pizarra de los precios. No, no era un error. O, al menos, no parecía una equivocación. Aun así, con el consuelo de que podía ser un problema médico, se pegó al mostrador y con ironía preguntó si no había un cero de más.

La dependienta lo miró con cierta compasión. «No, señor —respondió—. Está bien puesto: el kilogramo cuesta 500 pesos, no 50». La mujer se refería al queso mozzarella, que el año anterior se exhibía con un valor de 210 CUP en la red de comercio.

Aguilar debió abrir los ojos ante la noticia y sumarse a la perturbación popular, sentida en cualquier mercado de la cadena Ideal de la Ciudad Monumento. Era, como decían muchos, una simple cuestión de matemáticas: ese pedazo de queso representa casi un tercio de lo que cobra cualquier jubilado en el país.

No obstante, la sorpresa de Bayamo no era solo con ese producto ni la única en el país. Por estos días el fenómeno de la inflación en Cuba cosecha los criterios más diversos. Sin dudas, el año 2021 cerró con el tema al rojo vivo y con esa temperatura se lo transmitió a 2022.

La opinión más reiterada en redes sociales, hogares y las esquinas más coloridas de Cuba es que la causa de esa espiral de precios se encuentra en una oferta sin capacidad de satisfacer la demanda; un hecho real y visible que nadie pone en dudas. Por lo tanto, también se repite, la llave para calmar los truenos se encuentra en aumentar la productividad e inyectar más productos al mercado minorista nacional.

Sin embargo, un examen más detallado de los quebrantos inflacionarios, enseguida indica que el problema tiene otras espinas: ¿es solo una cuestión de oferta? O, por el contrario, ¿hay otros asuntos no tan visibles y que le están echando combustible especial a la carrera de precios que hoy vive el país?

El agua le entra al coco por…

Para el Doctor Hermes Jiménez Ortega, Profesor titular en Ciencias Económicas de la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca en Pinar del Río, la subida no responde solo a un problema de oferta sino a cuestiones más complejas.

«La inflación no está reflejando solamente los desequilibrios monetarios, sino también los desequilibrios productivos y comerciales que estaban antes de la COVID-19 y la Tarea Ordenamiento —explica—. Por lo tanto, estamos hablando de un fenómeno en el que se refleja un estado de situaciones económicas, un cambio en las relaciones sociales de producción y los nuevos problemas creados en la economía».

Los criterios del profesor Jiménez Ortega coinciden con las opiniones de otros especialistas consultados por Juventud Rebelde en varias provincias y cuyo día a día es seguirle la pista al comportamiento de los precios y las fichas de costos en las empresas a nivel local.

A juzgar por sus valoraciones, tal parece que al «coco» inflacionario el agua le está entrando por la preparación de quienes deben tomar decisiones en la base productiva del país.

«Se están fijando valores a los consumidores sin tener la debida preparación para su formulación —insiste Víctor Limia de la Rosa, asesor principal de precios en la dirección provincial de Finanzas y Precios en Ciego de Ávila—. Hay quienes piensan que el valor de una oferta se crea a partir de una sumatoria mecánica y no es así; pero lo estamos viendo: suman y suman con el propósito de tener ingresos por lo grande. Y eso al final resulta perjudicial».

Limia ilustra su argumento con las fuertes discusiones al inicio de la Tarea Ordenamiento; cuando, por norma, las direcciones de las entidades fijaron los precios de sus productos en el tope de las posibilidades, no en la media, y mucho menos sin tener en cuenta las posibilidades de los consumidores.

La opinión del especialista avileño ratifica la del máster Lázaro Díaz Torres, profesor del Instituto Provincial de Estudios Laborales en Pinar del Río. «Tenemos empresarios que no saben hacer avanzar la empresa de otra forma que no sea a través del alza de los precios —señala Díaz Torres. Entonces nos ponemos a retozar con los márgenes comerciales para buscar un incremento de precios y tener un respaldo de un trabajo efectivo, que no es eficiente».

Los huecos

Para los especialistas y dirigentes consultados, en el escenario actual se debe tener en cuenta una nueva complejidad, y es la fuerte descentralización de precios que apareció con la Tarea Ordenamiento. Si bien esa autonomía era una necesidad, en estos momentos ella debe seguirse a punta de lápiz; sobre todo cuando distintas figuras de los nuevos actores económicos, como las Mipymes, forman los precios a partir de sus costos y de la relación oferta-demanda sin pasar por las direcciones de Finanzas.

Para el doctorando Frank Rafael Quesada Espinosa, de la Universidad José Martí en Sancti Spíritus, «hay que analizar todas las líneas de gasto que genera un producto para poder determinar realmente su costo; porque después se le pone el precio de venta y aun así no sabes el margen de ganancia».

Pero entre la liberación de los precios y la falta de preparación surgen otras complejidades que son para pensar con profundidad. Una de ellas es la gran cantidad de intermediarios que aparecen en la cadena productiva y comercial del país.

En Granma, por ejemplo, a raíz de una visita gubernamental se comprobó que una mediana empresa no estatal dedicada a la construcción producía los bloques de hormigón por debajo de cinco pesos. Sin embargo, el valor con el que estos llegaban a la población era superior a 15 pesos debido a la cadena de intermediarios que elevaba los precios al pasar el producto por sus manos.

Los huecos no emergen solo en los eslabones intermedios, sino en otras situaciones que pondrían a meditar a cualquier directivo o funcionario de un Gobierno local.

Alberto Trujillo Collera, comercial de la UEB Mercado Paralelo en Pinar del Río, lo dice sin adornos: hoy existen desviaciones dentro de la cadena comercial, algo que se aprecia en empresas diseñadas para brindar servicios mayoristas y que, al contrario, se están dirigiendo a realizar acciones para captar más ingresos y con mayor rapidez.

Solucionar la inflación va por la vía del incremento de la oferta, lo cual está relacionado con más producción nacional.Foto: Abel Rojas Barallobre.

En su opinión, se debería observar el precio de las ofertas mayoristas pues antes existía una concertación de precios, con los debidos márgenes comerciales y así llegaba a los consumidores. Ese equilibrio hoy se encuentra alterado.

«Cuando el precio del producto se va por encima del precio minorista aprobado, no se puede comercializar porque produce una pérdida —explica—. El resultado es que no llegan los productos a la red minorista por esa situación.

«Las industrias hoy tienen muchas veces escasa venta. En ocasiones no les interesa cumplirle a la mayorista con los precios pactados».

El resultado de ese conflicto es la creación de un vacío en las redes minoristas porque pocas industrias, como expresa Trujillo, tienen el aparato comercial con clientes y transportes para llegar a distintos lugares. Por consiguiente, esa carencia de productos es ocupada por las más disímiles personas y entidades, ya sean revendedores, cuentapropistas u otras formas económicas, las cuales encuentran el camino abierto para subir los precios sin mayores dificultades.

Cascabeles para un gato

La inflación hoy se percibe como una especie de tornado en la vida nacional. Pero, ¿tiene posibilidades de control? Los especialistas entrevistados aseguran que sí, aunque se necesita una premisa importante: la intervención decisiva del Gobierno y el pueblo para detener desorganizaciones y hasta indisciplinas.

Ya el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante las conclusiones de la primera visita del Secretariado del Comité Central y sus estructuras auxiliares después del 8vo. Congreso del Partido, realizada en la provincia de Sanctí Spíritus, lanzaba la necesidad de articular los mecanismos de control popular sobre el incremento indebido de los precios.

En la provincia espirituana, ese primer cascabel para «gato» inflacionario condujo a la realización de más de 13 500 acciones de control en 2021 por parte de integrantes de la Asociación Nacional de Economistas (Anec), la Delegación del Mincin, los cuerpos de inspección, los organismos, la Universidad José Martí junto con las organizaciones políticas y de masas.

Según refiere Yudiana Alfonso Álvarez, coordinadora de Programas y Objetivos en el Gobierno provincial de Sancti Spíritus, los llamados de atención con los precios sobredimensionados tuvieron inicialmente un carácter persuasivo. Gracias a las discusiones, se logró bajar la carne de cerdo de 200 a 140 pesos la libra e, incluso, que llegara a cien en algunos municipios, entre otros alimentos.

El proceso se extendió a las 27 entidades, 87 unidades presupuestadas y seis unidades de tratamiento especial que se encuentran bajo subordinación local. El análisis de los economistas y profesores universitarios permitió demostrar la factibilidad de disminuir el precio a 392 productos en una acción que no ha terminado y en la que se debe actuar con rapidez.

Las cartas escondidas

Pero con las revisiones se llega a otro punto del tornado: la manera de sacar las cuentas, que en algunos casos parecen cartas escondidas bajo la mesa.

«Un cálculo errado, por el motivo que sea, altera después el precio ante la población —alerta Víctor Limia de la Rosa, quien insiste en la necesidad de fiscalizar el modo en que se formulan los costos—. Hemos visto empresas cuyas fichas de costos terminan en números enteros. Eso es sospechoso.

«Un costo mayorista nunca da ese tipo de resultado porque ese dato se obtiene de varios cálculos que, al final, se expresan en números fraccionarios. Cuando ocurre lo contrario es que se realizó una contabilidad a dedo y ese tipo de cálculo puede esconder errores, ineficiencias o intenciones de hiperrentabilidad que, al final, son costeadas por los consumidores».

La propia coordinadora del Gobierno espirituano lo reconoce. En intercambio con Juventud Rebelde, la funcionaria señaló que las metodologías para formular precios están bien diseñadas; sin embargo en su práctica aparecen ineficiencias que se incorporan a la contabilidad.

Además del personal indirecto a la producción, que en algunas empresas supera el 30 por ciento de la plantilla, Yudiana explica que en otros casos se debiera revisar los gastos de transportación, los cuales en ocasiones se realizan sin tener en cuenta lo estipulado por la organización del sistema y por tanto encarecen los costos finales.

Estos criterios coinciden con los del doctorando Frank Rafael Quezada Espinosa. Para el profesor espirituano, las metodologías utilizadas en Cuba para establecer los costos deberían pasar de los cálculos que solo miden los gastos para utilizar otros análisis donde se tengan en cuenta la búsqueda de la eficiencia de los costos.

«Ahora —explica— se está en mejores condiciones para hacerlo porque la Tarea Ordenamiento ha permitido transparentar la contabilidad, que antes se distorsionaba con la dualidad monetaria».

Hilar fino

El máster Hermes Jiménez Medina, profesor de Teoría Económica del departamento de Economía Global de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, considera que el control se hace más necesario a medida que aumenta la autonomía y la descentralización de facultades.

«Hay un hilo fino en la descentralización —explica—, entre el dejar hacer y que se convierta en algo muy desregulado donde se agudiza más lo que está pasando. Hoy ese control no ocurre o no se hace como se debería: muchas veces se deja hacer, se deja pasar».

En ese hilado fino los especialistas proponen distintas alternativas para el control de la inflación: redimensionamiento del comercio interior con participación de la inversión extranjera; mercado mayorista para los cuentapropistas de modo que dispongan de una alternativa para acceder a productos a precios más bajos; activar las posibilidades de oferta de la industria nacional hacia el mercado interno o reciclar producciones para obtener embalajes menos costosos para las ofertas mayoristas.

Sin embargo, para los economistas consultados uno de los peligros que ha dejado ver la inflación es un afán de obtener riquezas a cualquier costo, algo que no puede ser desatendido.

«El sujeto que deja hacer y deja pasar es el hombre económico —explica Hermes Jiménez Medina—, y su principal característica es el egoísmo. Si se llega al egoísmo, entonces su pensamiento es: «Yo voy a hacerme rico y tú vas a hacerte pobre». Eso no puede pasar. Hay que pensar en el hombre nuevo del Che. Hay que cambiar subjetivamente para construir la sociedad socialista. Esa idea del Che no se puede perder y menos en estas circunstancias».

En voz de Alejandro Gil…

La inflación es un fenómeno mundial y en el caso de Cuba se está dando por dos vías, según refirió Alejandro Gil Fernández, vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, al intervenir recientemente en la Mesa Redonda que abordó este tema, «el de más debate y preocupación en el país y, para nosotros, de más ocupación, pues estamos permanentemente buscando alternativas dentro de las posibilidades que tenemos».

Al referirse a esas vías, aludió a un incremento de los costos, la devaluación de la moneda nacional con la Tarea Ordenamiento, que tuvo su diseño y que se intentó controlar con el incremento de los salarios, pero evidentemente se quedó corto y los precios han subido mucho más que el salario que se diseñó.

La otra de las causales es el déficit de ofertas y, por lo tanto, tenemos un exceso de liquidez en manos de la población, señaló el Ministro, quien detalló que la combinación de ambas causas es igual a inflación. Y esclareció que este fenómeno no es una causa en sí, sino un efecto de las causas que lo originan.

Recordó que como concepto, la inflación es un aumento generalizado de los precios en un período determinado de tiempo; sin embargo, como política del país se han mantenido topados determinados productos y servicios de alto impacto en la vida de la población, o sea, que no se está reflejando en esos precios el fenómeno mundial de la inflación.

Referente a las acciones que pudieran solucionar este fenómeno, Gil Fernández afirmó que «hay un amplio consenso en los ambientes académicos, organismos del Gobierno y la población de que la vía efectiva para enfrentar la inflación está en el incremento de la oferta. El déficit de oferta acrecienta ese fenómeno y trae consigo la especulación y la reventa».

«No podemos enfrentar este problema con el incremento de los salarios, pues esto llevaría, en lo inmediato, a un aumento de liquidez en manos de la población, que va a volver a presionar sobre los precios y estos volverán a subir», apuntó el Ministro, quien añadió que es un ciclo de nunca acabar y por lo tanto no es una solución sustentable ni duradera desde el punto de vista económico.

Y sobre el tope de precios, consideró que «eso lo podemos hacer en algunos, pero no se puede topar todos los precios del país. Ya hemos pasado por ahí y el resultado final es tarima vacía». Por eso, todo lo que hagamos, reiteró, tiene que ir en el sentido del incremento de la oferta.

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