Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lo que nace del alma

Para lograr que la cultura sí tenga momento fijo, entre enero y febrero se realizaron los consejos provinciales de la Brigada de Instructores de Arte José Martí en todo el país

Autores:

Yahily Hernández Porto
Odalis Riquenes Cutiño
Hugo García
Lisandra Gómez Guerra
Sergio Félix González Murguía

Asomada ya a sus 18 años de vida, la Brigada de Instructores de Arte José Martí (BJM) no ha depuesto su espíritu juvenil. Escuelas, casas de cultura, comunidades, instituciones, zonas rojas y vacunatorios han sido testigos del empuje arrollador de quienes cargan sobre sus hombros con la responsabilidad de llevar la luz cultural a todas las generaciones en Cuba.

«Hemos aprendido una máxima martiana: Solo va al alma lo que nace del alma», define al trabajo desempeñado por su gremio Susel Velázquez, directora de la Casa de Cultura municipal de Arroyo Naranjo, en La Habana. «Cuando ocurre así, el resultado es la formación de una mejor persona, con valores y sentimientos; no simplemente un artista».

Convencida de que ha sido esa la clave para que exista una BJM fortalecida, unida y en constante renovación para parecerse a su contexto —según trascendió tras concluir el proceso de los consejos provinciales en todo el país—, la joven capitalina reconoce que aún tienen preocupaciones y obstáculos objetivos para que los formadores de la estética en las diversas manifestaciones artísticas dejen huellas más profundas en los diferentes grupos etarios.

Para conocer sobre el quehacer del movimiento, oficialmente inaugurado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 20 de octubre de 2004 en la Plaza Che Guevara, de Santa Clara,  JR conversó con integrantes del movimiento en la capital, Sancti Spíritus, Matanzas, Camagüey y Santiago de Cuba sobre sus avatares cotidianos, sueños y compromisos.

Arte de calidad

Un denominador común en el interés de los más de 11 000 brigadistas, tema cardinal que movió los debates de los consejos provinciales (realizados entre enero y febrero), es la superación profesional, sistemática y actualizada.

Para Raíza Álvarez López, con más de 15 años de labor como instructora en la ciudad agramontina, de no recibir pronto una amplia e integral preparación resultará imposible aspirar a una creación artística y pedagógica de calidad.

«Requerimos cursos y diplomados de posgrados, maestrías y doctorados, no solo ajustados a nuestro perfil, sino que dinamicen nuestro trabajo en la escuela y la comunidad».

Resulta que a nivel de país hay un considerable número de brigadistas que no han continuado estudios en la Educación Superior. Solo la provincia de Sancti Spíritus registra 280 en esa condición.

Si con anterioridad contaron con muchas posibilidades de superarse, ahora enfrentan la inexistencia de carreras afines en varias sedes universitarias municipales, limitante que precisa analizarse, como también la opción de abrir una licenciatura específica para instructores de arte, según opina el fomentense Gender Hernández Oliva.

«Vayamos a la base —expresó—. Tenemos instructores en comunidades intrincadas que no pueden estar temprano en la universidad de la cabecera provincial. Diseñemos una estrategia desde la brigada para que los interesados puedan ingresar desde los municipios, como lo hicimos muchos de nosotros, y así estimulamos a quienes aún tienen dudas sobre sentarse en las aulas».

La membresía de la BJM reconoce su importancia en la formación integral de la ciudadanía.Foto: Tomada del perfil de Facebook de la BJM.

Emilio Toledo Mirabal, presidente de la BJM, antes de iniciar el periplo por el país —el primero pospandemia— anotó en su agenda que entre las premisas de trabajo está la formación de más instructores de arte, lo que solo ocurre en determinadas provincias.

«Granma, por ejemplo, tiene una escuela que está dentro del sistema de enseñanza artística del Ministerio de Cultura (Mincult). Desde hace unos años permite preparar a jóvenes graduados de 12mo. grado», detalla.

Existe un grupo coordinador atendido por el Mincult, el Consejo Nacional de Casas de Cultura y el Ministerio de Educación que ya analiza cómo abrir una nueva posibilidad para formar instructores a partir de 9no. grado en carreras de cuatro años, como se hizo durante la Batalla de ideas.

«No tenemos las condiciones de antes, pero las provincias están identificando en qué municipios hacen más falta para hacer las captaciones. En casi la totalidad de los territorios se ha valorado que esas carreras se subordinen a las escuelas de arte», añade.

Es una idea que aplaude el brigadista espirituano Félix Ramón Delgado Barrizonte, pues aunque la esencia de la labor del instructor es pedagógica,
necesita nutrirse de la sensibilidad que se transpira en la enseñanza artística.

«A la hora de escoger el claustro de profesores hay que ser muy selectivo, consultar con el sistema de Casas de Cultura y con la propia brigada para evitar experiencias negativas… Ser una personalidad de la vanguardia artística no garantiza que alguien tiene métodos para enseñar», alertó.

En el terreno

Lázaro Osmel Espinosa Calvo, presidente de la BJM en Matanzas, apunta que uno de los problemas fundamentales de la membresía es la falta de recursos y materiales para trabajar con eficiencia.

«Las mayores necesidades las sentimos en las artes plásticas —expresa Liseidys Mas Castillo, de Alacranes, municipio de Unión de Reyes—, incluso para confeccionar escenografías. Desde hace cuatro años no recibimos materiales. En el caso de los vestuarios pedimos a las familias de los estudiantes que les busquen ropas con colores determinados y de esa manera más o menos avanzamos, gracias a la participación de los padres».

En esa cuerda de pensamiento coincide Osneidis González Santana, instructor de arte de la Casa de Cultura Joaquín de Agüero, en Camagüey. «Tenemos muy pocos instrumentos musicales para trabajar. Pero eso no es lo que más molesta e interfiere en nuestra labor, sino la burocracia y demora para que desde instituciones,
círculos infantiles y escuelas nos presten recursos que están en sus almacenes. Muchas veces nuestras gestiones no proceden. Esa contradicción atenta contra nuestra misión de enseñar, educar y crear».

Dicha realidad ha sido parte de las causas de la significativa salida de profesionales que distinguió hace unos años a la Brigada e incluso al gremio de instructores de arte —con más de
12 840 miembros—. Tanto así que la cobertura de plazas en escuelas y casas de cultura preocupa a la membresía.

Se hace necesario renovar la concepción del trabajo comunitario.Foto: Tomada del perfil de Facebook de la BJM.

En la agenda del Sectorial de Cultura y arte en Sancti Spíritus se discute la pertinencia de esas 162 plazas congeladas en el sistema de Casas de Cultura. Igualmente ocurre en Matanzas, donde 56 jóvenes esperan para poder reincorporarse.

«Esas capacidades fueron cerradas con la Tarea Ordenamiento. Muchos de los que abandonaron la profesión laboraban en Varadero, pero con la llegada de la pandemia se deprimieron los servicios turísticos y ahora tratan de trabajar en ramas como Educación y Cultura, y no pueden.

«La BJM no oferta empleo, solo los representamos. Por nuestra vía pueden tramitar sus inquietudes y problemas, y entonces tratamos de darles solución», explica Espinosa Calvo, quien alerta que en la Atenas de Cuba se han graduado más de 2 000 instructores y solo laboran cerca de 500.

La máxima dirección de la Brigada reconoce que tras el último incremento salarial el país vive un tercer proceso de retorno de sus miembros: «Algunos trabajan en la radio, la televisión, el sector cuentapropista… y
valoran cómo desde esos lugares seguir aportando a sus comunidades. Nuestra máxima es sumar: donde estés, podrás colaborar», enfatizó el Presidente de la Brigada.

Emocionarse para emocionar

Odelaysi Fernández Chacón, instructora de Teatro en el santiaguero municipio de Segundo Frente, todavía se emociona cuando rememora el recorrido de la tercera edición de la Guerrilla Cultural 50 Aniversario, que a finales del pasado año llegó hasta comunidades del costero municipio de Guamá.

«Antes habíamos estado en la Gibarera, Tercer Frente (que fue el motor impulsor) y mi municipio, donde incluso llegamos a categorizar unidades artísticas. Pero esta experiencia en Guamá fue extraordinaria: nos replanteamos el trabajo comunitario y concluimos que no solamente se trata de llevar el espectáculo a una zona intrincada, sino de que, a partir de talleres de creación y otras acciones, de conjunto con los factores y aportando las herramientas, intentamos dejar en la comunidad a promotores culturales preparados para sostener ese trabajo. El quehacer comunitario tiene que ser sistemático».

Maravillada aún, la instructora santiaguera habla del regocijo de los pequeños de la zona, quienes «se expresan muy bien, son muy disciplinados», y con la Guerrilla supieron por vez primera del arrebato de montar en zancos, y la imagen es perfecta para ilustrar los retos y oportunidades que en materia de trabajo comunitario tiene por delante el importante movimiento juvenil.

Conseguir que la infancia nunca se baje de los zancos: así resumió Toledo Mirabal el desafío que tienen en su empeño de estremecer y trasformar los barrios desde el arte.

«No se trata de ir solamente a dar un taller un día, o ir a presentar el resultado de una unidad artística. ¿Qué hará el instructor de arte en esa comunidad? No solamente el instructor de arte está para dar el taller, hay otras acciones que fortalecen la espiritualidad, porque a veces en esas comunidades ponemos las casas bonitas y les entregamos recursos a las personas que tienen problemas sociales, y sin embargo el nivel de su comunicación y su actuar sigue siendo de una manera que no queremos
para el pueblo cubano. Tenemos esa deuda con el Comandante en Jefe Fidel Castro, quien nos dijo en una ocasión que Cuba tiene que ser el país más culto del mundo».

La joven Zoila Paredes, residente en  Habana del Este, ha experimentado en carne propia el goce de ser testigo de la transformación cultural. Hace un año salió junto a otros brigadistas hacia cuatro comunidades vulnerables, y hoy sus realidades son distintas a las encontradas en ese momento.

«Cuentan con unidades artísticas, agrupaciones de pequeño formato, coros y comparsas. Eso jamás lo lograríamos si no existiera unión con la Dirección Municipal de Educación, de Cultura, de Casas de Cultura; con el Gobierno, el Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas. Hemos trabajado como una familia».

Según el agramontino César Wilson Verde, quienes laboran en centros
educativos no reciben siempre adecuado acompañamiento, porque se les exige cumplir otras funciones en los planteles. Él propone crear una metodología que permita a los brigadistas inscribir sus proyectos culturales.

A la distancia de un clic

Con la llegada de la COVID-19, la BJM se volcó hacia las redes sociales para no deponer su espíritu creativo. ¿Cómo aprovechar mucho más ese escenario? Resulta una pregunta recurrente a lo largo y ancho de la Isla.

«Nos falta mucho por hacer, sobre todo porque nos limitamos a trabajar en la plataforma de Facebook —aclaró Daniel Gómez, instructor de Teatro en Sancti Spíritus—. Es cierto que el precio de los megas nos frena un poco, pero si logramos una mayor interrelación a la hora de publicar y compartir, podemos asumir mejor la guerra que de forma inteligente nos hace el enemigo para intentar imponernos una cultura hegemónica».

Al respecto la camagüeyana Odalis Fernández agregó que es necesario buscar mayor integración entre los brigadistas del país: «Esa aspiración necesita de tecnología, pero también de voluntad. Es necesario multiplicar contenidos novedosos en nuestros perfiles institucionales y personales que transmitan nuestro quehacer desde cualquier rincón del país».

Ese ímpetu nutrió, por ejemplo, la última edición del Concurso Nacional Escaramujo, principal evento de la Brigada, que al influjo de la pandemia debió desplazarse a las plataformas virtuales, magnífica muestra de crecimiento de la BJM durante casi 18 años, a pesar de estrecheces económicas e influjos culturales foráneos.

Y en cada paso por la vida, afianzada en el consenso de su joven membresía, la BJM seguirá siendo artífice de la renovación de sus localidades desde la cultura, con la misma entrega y dinamismo con que llegaron en pleno pico pandémico hasta los centros de aislamiento, las zonas rojas y los vacunatorios, e inundan las redes sociales para fortalecer a las familias desde la formación de valores y poner emoción a la enseñanza de la historia.

Superación profesional: uno de los grandes retos del movimiento.Foto: Tomada del perfil de Facebook de la BJM.

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