Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Yo no tengo miedo

El joven Elier Correa, uno de los héroes que luchó contra el fuego en la base de supertanqueros, fue sepultado ayer en Bayamo con honores militares

 

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Esa misma noche del 5 de agosto, desde Matanzas, había hecho una videollamada a sus familiares. Con la naturalidad de siempre le dijo a su progenitora, preocupada por el fuego en la base de supertanqueros: «Mami, yo no tengo miedo».

Unas horas después caía la noticia-bomba en la modesta casa del reparto bayamés Ciro Redondo. Elier Manuel Correa Aguilar estaba muy grave en el hospital matancero Faustino Pérez.

Y el miércoles 10 se producía el desenlace devastador, sin consuelo. A una familia se le iba un joven de 24 años que acunaba en su traje de bombero incontables sueños y esperanzas. A una ciudad le nacía un héroe. Uno de carne y hueso, de los que aplaudía los goles de Cristiano Ronaldo o los títulos de los Alazanes, gustaba de la televisión, vivía orgulloso de ser hijo de Manuel y Mirna.

Una ciudad-país lloró a Elier durante sus honras fúnebres este jueves 11, en la Plaza de la Patria, mientras su foto con la sonrisa bonachona en primer plano nos calaba hasta los huesos.

Las ofrendas del General de Ejército Raúl Castro y del Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; la solemnidad en la plaza, las guardias de honor de sus compañeros, las lágrimas de los amigos ante sus cenizas, las filas de las personas para rendirle honores hicieron que el ambiente fuera conmovedor, tremendamente emotivo.

Una ciudad, consternada, lo despidió en las calles hasta llegar a la necrópolis y recordó al Elier entusiasta, alegre, valiente, humano.

En el cementerio bayamés, en el panteón de los caídos por la defensa de la Patria, el primer coronel Landres Gutiérrez Torres, jefe del Ministerio del Interior en Granma, también lo evocó como un joven de militancia comprometida, responsable, jovial.

Había pasado la escuela nacional de bomberos en la capital cubana y, con el grado de subteniente, estaba desde hace algunos años en Matanzas, desde donde pensaba trasladarse para estar más cerca de la familia.

Sus sueños seguirán viajando en una frase, que se ha convertido en resonancia: «Yo no tengo miedo».

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