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Cuando la risa confirma el bienestar

Ningún niño o niña en Cuba es cambiado por dinero, animales o una mejor casa, ni representa un problema nacer sin dote, ni tampoco es desamparado por el Estado si es que, por alguna razón, no posee familia

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

¿Escucha el mejor sonido del mundo? Ese, aguza el oído. Justamente ese, la carcajada de felicidad que se le escapa a un niño. ¿Acaso hay otro más bello? La risa es sinónimo de alegría, de satisfacción, de celebración… de que ahí están, jugando a sus anchas, disfrutando de su infancia, corriendo de un lado al otro, cantando y abrazando a sus juguetes.

¡Ah! Olvidaba recordar de que son cubanos esos que escuchas reír a borbotones. Nacidos en un país en el que su bienestar es lo más importante. Difícil que un niño o niña ande por la calle perdido y no haya quién le oriente y lo conduzca hasta su casa. Raro que no encuentre a una maestra «enamorada» de sus alumnos, mas allá de las actividades docentes, y es impensable que imagine a alguno teniendo que sobrevivir a expensas de las limosnas que pida en un semáforo.

Tal vez no todos tengan caros zapatos ni chocolates para cada minuto (tampoco yo tuve nada de eso), pero crecen ajenos a realidades dolorosas que son cotidianas para otros niños en otras latitudes.

Cuando crezcan, comprenderán que cada pinchazo que recibieron fue para prevenir la poliomelitis, el paludismo, la tosferina, la rubéola, el tétanos, la difteria, el sarampión, la meningoencefalitis posparotiditis…, enfermedades infecciosas que en muchos países constituyen un problema de salud.

Ninguno de los que ríe ahora tendrá la suerte de Sahar Gul, aquella muchacha afgana de 15 años que llegó a un hospital de Kabul, luego de permanecer seis meses encerrada, con las uñas arrancadas, quemaduras por todo el cuerpo y moretones como prueba de repetidas palizas que le daba su esposo, 20 años mayor, ante su negativa a tener relaciones sexuales con sus amigos. Eso, en un país donde existe desde 2009 una Ley para la eliminación de la violencia contra las mujeres, para penalizar actos como el matrimonio infantil o forzado y la violación.

Ningún niño o niña en Cuba es cambiado por dinero, animales o una mejor casa, ni representa un problema nacer sin dote, ni tampoco es desamparado por el Estado si es que, por alguna razón, no posee familia. A ninguna niña en la pubertad la someten a la ablación de su clítoris ni la obligan a casarse con nadie.

¿Escuchas aún más alto el sonido de su risa? ¡Claro que ríen porque están felices! Juegan, aprenden, se divierten, viven en un país seguro para ellos. Hoy son niños; mañana serán adolescentes, y en el futuro serán hombres y mujeres que recordarán su infancia con agrado, lamentando que otros no puedan vivirla igual.

Y usted ría con ellos. Disfrute saberse parte de una nación que vela por sus infantes.

Foto: Roberto Suárez

Foto: Abel Rojas Barallobre

Foto: Roberto Suárez

 

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