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Maya, un referente de la medicina cubana

Bajo su dirección, la Sala de Ictus del Fajardo se convirtió en un espacio donde la excelencia médica y el trato humano iban de la mano

Autor:

Marianela Martín González

En el Hospital Fajardo de La Habana, el nombre del Dr. Carlos Manuel Maya Entenza resuena con un profundo respeto. Neurólogo de vocación, poeta de alma y médico hasta los huesos, Maya no solo dejó huella en la neurología cubana con la inauguración de la Sala de Ictus, sino que también marcó a generaciones de colegas y pacientes con su entrega incansable y su calidez.

Con casi una decena de publicaciones científicas en su haber, el Dr. Maya consolidó su expertise en neurología, pero su legado va más allá de los textos que son hoy de obligada consulta para los neurólogos dentro y fuera de Cuba.

Quienes trabajaron con él lo recuerdan entrando puntualísimo a las 6:30 de la mañana, saludando con voz alegre y firme, exigiendo el reporte de los pacientes ingresados con esa mezcla de rigor y cercanía que lo caracterizaba.

Su liderazgo no se basaba en la imposición, sino en el ejemplo. Bajo su dirección, la Sala de Ictus del Fajardo se convirtió en un espacio donde la excelencia médica y el trato humano iban de la mano.

A sus 72 años, jubilado pero no retirado, Maya sigue atendiendo a quienes lo necesitan y a muchos de sus antiguos pacientes. En San Miguel del Padrón, su casa se ha transformado en un consultorio improvisado y, en ocasiones, hasta en hospedaje para pacientes de otras provincias que viajan a La Habana en busca de tratamiento.

Además de su pasión por la medicina, cultivó la poesía, demostrando que la sensibilidad artística y el rigor científico pueden coexistir en un mismo corazón. La Dra. Tania Hernández, su sucesora en la jefatura de la Sala de Ictus, ha mantenido vivo su espíritu. Aglutina al colectivo con el mismo compromiso, honrando los principios que Maya inculcó: disciplina, humanismo y amor por la medicina.

Recientemente, ella y los demás especialistas de la Sala de Ictus del Fajardo, junto a estudiantes de Medicina, rindieron homenaje a este hombre que, más que un neurólogo, es un símbolo de lo que significa ser médico. Porque el Dr. Maya no solo trató enfermedades; acompañó, inspiró y demostró que la verdadera medicina se hace con conocimiento, pero también con el alma.

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