Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Santiago fue un enérgico canto de amor

Los santiagueros se congregaron ante la explanada de la Ciudad Escolar 26 de Julio para cantar en defensa de Cuba y expresar el rechazo de los cubanos a la campaña mediática que en estos momentos pretende denigrar a la Revolución

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— El Moncada fue otra vez un íntimo y vibrante himno, una enérgica canción de amor. Ante los mismos muros que vieron gestarse la definitiva libertad de los cubanos, el 26 de julio de 1953, miles de hijos de esta heroica tierra se fundieron en haz apretado y multicolor con sus artistas, para decir no a la mentira y ratificar las mil razones que les asisten para defender su Revolución.

Encabezado por las máximas autoridades del Partido, el Gobierno, la UJC y las organizaciones de masas en el oriental territorio, al filo de las 4:00 de la tarde el clamor retó al sol y calor de una espléndida tarde de sábado, en que se cantó al coraje, al rostro de una muchacha, al trabajo, a la sonrisa de un niño: a la Patria agredida por la infamia de las campañas mediáticas orquestadas por el gobierno norteamericano y la Unión Europea.

Con el ardor de La Demajagua y el gesto enhiesto del Bayamo en llanas, el poeta granmense Luis Carlos Suárez manifestó: «No permitiremos que Cuba sea ultrajada, aunque sea necesario trocar canciones de amor en cantos de insurgencia por defender nuestros ideales».

En lo adelante, desde el «Yoruba soy, mandinga, congo, carabalí…» en la fuerza escénica de Fátima Paterson y el «Iré a Santiago», más alto en las voces del Orfeón Santiago, hasta el toque irredento y vibrante de la Conga de los Hoyos, al filo de las siete de la noche, tres horas justas, fueron el instante exacto para ratificar que  los cubanos creemos en la vida que construimos y exigimos respeto a nuestra soberanía.

«Cuba es un país que defiende todos los derechos de la vida», expresaba gigante en su traje verde olivo, Alejandro Miranda, integrante del legendario Quinteto Rebelde.

«La trova seguirá siendo un arma contra la infamia», refrendaban la voz y la guitarra de José Aquiles, Felipón, Adriana y Eva Griñán. «No estamos de acuerdo con la injusticia» decían desde la sabrosura de sus letras y ritmos, la Original de Manzanillo, Suena Cubano, el Septeto Santiaguero, Puro sabor Cubano, Son de Buena Fe y Los Taínos de Mayarí.

En nombre de los derechos a la vida de nuestros hijos, se alzó desde el Polígono del otrora cuartel Moncada, por la Patria, la gracia de Los Originalitos, la Danza Corazón de Niño, Chicos Latinos y la Danza de Songo-La Maya.

Dando lecciones de esa tradición y cubanía de la que estamos orgullosos, se desbordó la dulzura de los violines de las Estrellas de la Charanga, las depuradas interpretaciones de Marilis González y Zulema Iglesias, la plasticidad del gesto del Ballet Santiago y el Conjunto Folclórico Cutumba.

El fuego de los tambores y el gemir rebelde de la centenaria Conga de los Hoyos dibujaron un cierre a la altura de los ancestros, pasadas las 7:00 de la noche, para el canto emocionado del Santiago heroico. Le tocó entonces su lugar a la lluvia, hasta entonces muchacha disciplinada que parecía esperar su turno. Intensa, en la más lírica manifestación de defensa, mojó las calles de la urbe que acababa de entonar su mejor canto por el futuro.

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