Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De puente a puente

Wil Campa y su popular orquesta Gran Unión celebrarán el próximo 8 de junio en el teatro Mella su décimo aniversario

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Nació en Las Martinas, un pueblito del Cabo de San Antonio, en Pinar del Río. Y la verdad es que Wil Campa no consigue explicar cómo apareció esa pasión por la música, que una vez más evidenciará el próximo 8 de junio, a las 8:30 p.m., en el Mella, cuando protagonice junto a su Gran Unión el concierto con el cual celebrará los diez primeros años de su popular orquesta. ¿La causa estará en sus tatarabuelos o en sus antecesores? No pudo responderle a ciencia cierta a Juventud Rebelde. «Mi madre y mi padre nunca me pudieron decir. Lo que sí aseguraban era que yo no estaba tranquilo ni un segundo, que tenía fama de ser, como se dice, el payaso del aula. Era de los que agarraba una escoba y con ella hacía como que tocaba una guitarra, hasta que con el tiempo descubrí el plywood y el nailon de pescar.

«Recuerdo los latones de manteca que venían a la bodega, con los cuales preparaba unos bombos. Me “especialicé” además en las maracas de güira. Tenía “seco” el patio de la vecina, donde había una mata que era como mi fábrica de instrumentos (sonríe). Igual andaba detrás de los chivos que se sacrificaban, en busca del cuero para mis tambores... Sí, era bien difícil encontrar instrumentos en Las Martinas, mientras apenas existían posibilidades de entrar a una escuela de arte por aquel entonces. Sin embargo, yo era medio obstinado. Así que armé mi propio grupito. No olvidaré que en una ocasión me invitaron a una fiesta del CDR y cuando el hombre vio los inventos que llevábamos me dijo: “Mira, coman cake, tómense el juguito y piérdanse de aquí” (suelta una carcajada)».

—Entonces, ¿de dónde salió ese encantamiento con la música?

—Mi mamá tenía un tocadiscos en casa donde se escuchaba todo el tiempo a Benny, Cuní, Arsenio... Todavía a ella le encantan esas canciones. Gracias a Dios aún permanece a mi lado, y las tarareamos y hacemos dúos. Imagino que debe haber sido de ahí. ¿Sabes otra cosa que me fascinaba? Bailar la música popular cubana: Roberto Faz, el Conjunto Casino, Irakere, Van Van... Por aquel entonces formaba con mi hermana una pareja ideal y competíamos en cuanto evento se organizaba en el municipio, hasta que concluido el preuniversitario me fui para el Servicio Militar.  

—¿Fue ese el momento de la gran «explosión»? 

—Por lo menos fue la primera gran oportunidad. En el Servicio Militar no se me habían curado los deseos de hacer música, de modo que no había una taquilla que se salvara de mi rumba, creaba canciones, inventaba improvisaciones rítmicas... Un día se programó una presentación del grupo musical de la Unidad Central, en Bahía Honda. Entonces nos enteramos de que andaban buscando músicos para sustituir a los que habían causado baja pues ya habían terminado. Fue cuando mis amigos empezaron a gritar: «Que cante Campa, que haga algo, que toque timbal...», propusieron porque sabían que me «moría» por la percusión, y decidieron probarme.

«De esa manera empecé. Estaba muy de moda Oscar de León, quien actuó en el Festival Internacional de Varadero y había dejado a Cuba «revuelta», y elegí El panquelero... Qué pregones más lindos se escuchan... Con esa agrupación tuve mis primeras nociones de este mundo, aunque la edad no me daba para pensar que podría vivir de la música.

«De todas formas, disfrutaba al máximo los festivales artísticos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que se desarrollaban en Camagüey, La Habana..., hasta que terminé el Servicio Militar y regresé a Las Martinas, donde la vida no había cambiado mucho. Mi juventud, mis 20 años, era lo que me favorecía, y que llegaban al pueblo jóvenes lindas a visitar a sus familiares. Así conocí a una muchacha de la ciudad de Pinar del Río que después se convirtió en mi esposa y en la madre de mis hijos.

«Viviendo en Pinar del Río es que me uní a Cumbre, la gran orquesta del momento en la provincia. Me enteré por el pianista, quien me dijo que andaban buscando un cantante. Y aunque creía que aún no estaba preparado para dar un salto tan enorme, escuché su consejo, me presenté y me dijeron: “Tú eres el tipo”. Sustituí a Juan Miguel “Angá” Díaz Zayas, el Indio, que venía para la Revé. 

«Cumbre, excelente agrupación con sus músicos extraordinarios, resultó mi primera escuela. Formar parte de ella me permitió acceder a un curso para canto popular (de cuatro años) en la Escuela Provincial de Artes Raúl Sánchez. Me gradué con José Rolando Valdés. Empecé a tomar como referente a Alfredo Rodríguez “el Indio”, hermano de Mayito Rivera, esposo de María Elena Lazo y padre de Arlenys Rodríguez, una familia muy musical.

«Con Alfredo, “el Indio”, voz líder de Cumbre, aprendí un mundo. Él me abrió las puertas, se llenó de bondad para conmigo. “Dale para la pista, que te toca”, me decía. Le agradezco de corazón por su empeño en ayudarme, por sus colaboraciones, por la confianza que depositó en mí. Luego de que él decidiera armar su propia agrupación junto a María Elena Lazo, me quedé como cantante principal. Con Cumbre grabé tres discos e hicimos conciertos en Brasil, Alemania, Holanda, España, Finlandia, Martinica... Tras 11 años se me presentó la gran oportunidad de unirme a Orlando Valle, “Maraca”, y no la podía perder».

—Orlando Valle «Maraca» y Otra visión, una verdadera institución musical...

—Lo mejor que me pudo haber pasado. Aprovecho este espacio que me brinda Juventud Rebelde para agradecerle a ese flautista, arreglista, compositor y productor excepcional, por todo lo que me enseñó. Con Otra visión mi carrera fue en indetenible ascenso: una agrupación de primerísimo nivel, con instrumentistas fuera de serie como Juan Carlos Rojas, «el Peje»; Lázaro Rivero, «el Fino», Yaroldy Abreu, Reinaldo, «Molote» Melián, Roberto Pérez...

«En ese período actué en más de 40 países y en los más prestigiosos festivales de jazz y de salsa del mundo como el Playboy, en Los Ángeles, o el Hollywood Bowl, o en escenarios de la altura del Lincoln Center, de Nueva York; compartimos cartel con estrellas del calibre de Marcus Miller, Giovanni Hidalgo, Wynton Marsalis, Joe Lovano... Mi responsabilidad era defender el son, poner la salsa. Y me aportaron tremendamente esas experiencias inolvidables. Todo lo que se puede apreciar en mi orquesta hoy se lo debo a las enseñanzas de Orlando Valle».

—Una década ya tiene Wil Campa y su Gran Unión...

—¡Diez años! Me iba de maravillas con Otra visión, pero yo quería crear mi propio proyecto y se lo comuniqué a Orlando. Quizá no entendió mi decisión, pero yo necesitaba echar a correr mis ideas, mis sueños. Me fui a Pinar del Río a encontrar a los músicos que me acompañarían. Con egresados de las escuelas de arte fundé Wil Campa y su Gran Unión, con la cual me ha ido fenomenal. Casi seis meses después de creada, nos fuimos a ofrecer conciertos en Canadá y en Estados Unidos, y desde entonces no nos hemos detenido. A esos dos países viajamos con frecuencia para participar en importantes festivales de jazz en ciudades como Vancouver, Edmonton, Kaslos, Calgary, Toronto, Victoria, Los Ángeles, Las Vegas, Chicago, Seattle, Portland, San Francisco...

«Sí, me siento muy satisfecho con el trabajo realizado, a pesar de que tenemos conciencia de lo mucho que nos falta por hacer. Mantengo una disciplina estricta, pero sé que esa es la clave para seguir adelante, con paso firme, para que continúen surgiendo éxitos como Que me quiten lo bailao, La bambina, Suelto y sin vacunar, Me provoca, Mi filosofía, La vida sigue, que es muy reciente; Rumba y vacilón, con Mr. Jordan, al igual que en Rumba buena.    

«Ya contamos con tres discos: Es tiempo y Cuba, realizados con la disquera canadiense Revolution Internacional, que nos representa, además de Todo es posible, que fuera nominado al Cubadisco en la categoría de Música  bailable en 2012 y llegó con el sello Bis Music. Ahora mismo estamos enfrascados en la realización de un gran disco con la Egrem titulado La mejor vista de La Habana. Contiene 11 temas, algunos de mi autoría, pero también hay composiciones de Cándido Fabré y Roniel Alfonso, quien se encarga de la producción. Haila María Mompié llega como invitada en Zapatos nuevos pa’ romper el piso».

—Todo indica que tienes el don de pegar los temas que defiendes con la Gran Unión, ¿algún secreto?

—Considero que en mi caso ha funcionado muy bien el hecho de no haberme casado con un solo estilo. Me gustan el son y la timba, pero nací en esta Isla bella insertada en el Caribe. Asumo las diferentes corrientes musicales sin caer en groserías, en chabacanerías, siempre desde el respeto, intentando llevar algún mensaje positivo en las letras, creando coros simpáticos y pegajosos. Parece que la naturaleza me ha regalado un arte: ser un buen comunicador, sé cómo poner a bailar a mi gente, cómo llegarle.  

«He tenido la dicha y el privilegio de actuar por toda Cuba, de puente a puente. Me quedan muy pocos lugares por descubrir y me siento muy feliz con esa química, esa transmisión de buena energía que se produce entre Wil Campa y su público, y viceversa. Es muy, pero muy importante, hacerlo bien en el escenario. Me acompaña una orquesta que se desdobla con facilidad, tremendamente versátil, y hace de sus presentaciones un espectáculo en el que no dejamos nada a la improvisación. Velamos por la calidad del sonido, por las luces, el repertorio, la disciplina; por la presencia de los músicos, cuidando la manera como se visten para que muestren una imagen fresca, pero elegante... Nos debemos al púbico y eso no lo olvidamos. Nos queda, por supuesto, un mundo por delante. Diez años no son nada, sobre todo en un país donde existen tantas buenas orquestas. Entonces jamás creemos que llegamos, porque ahora es que estamos comenzando». 

—¿Cómo será el concierto del 8 de junio?

—Será en el Teatro Mella, a las 8:30 p.m., y estarán como invitados: Haila María Mompié, Leyanis López, Mr. Jordan y la compañía Paso a paso. Contamos con el apoyo del Instituto Cubano de la Música y el Ministerio de Cultura, del Centro Provincial de la Música Miguelito Cuní y Cultura de Pinar del Río, PMM, RTV Comercial, la Egrem, Ciego Montero..., para que salgan a la perfección estas dos horas de espectáculo que serán grabadas por la Televisión Cubana y donde serán interpretados temas conocidos y otros que pertenecen a La mejor vista de La Habana. ¡Fiesta, lo que le tengo a mi público es fiesta!  

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