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No solo es mover las manos

De niño con violín a cuestas, Javier Millet Rodríguez soñó acerca de futuros conciertos junto con la Sinfónica de Berlín

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Era un niño con un violín a cuestas, que se imaginaba encaramado en una tarima, como integrante de la mismísima orquesta Original de Manzanillo. Sin embargo, con el paso del tiempo, Javier Millet Rodríguez varió sus sueños drásticamente, al punto de que pintó en su mente futuros conciertos junto con la Sinfónica de Berlín.

Ese giro se produjo cuando comenzó a estudiar el nivel medio en la Escuela Nacional de Arte (ENA), institución donde aprendió «toda la historia que hay detrás de cada obra de la música de concierto» y en la que tuvo a profesores inolvidables, como Carmen Amador y Lourdes Santiesteban.

«Tocas muy mal, pero si estudias y haces lo que digo vas a tocar muy bien», le señaló la primera. En tanto la segunda lo incluyó dentro de la Orquesta Sinfónica de la ENA, «cuando todavía no reunía las condiciones», y esa inserción lo volcó al estudio de manera vehemente.

«Mis compañeros de aula eran instrumentistas de primera línea y ayudaron a subir mi nivel. Dedicaba el día a estudiar y la noche a dormir, no había salidas, no había fiestas, no había novias, solo era estudiar y estudiar. No necesitaba nada más y creo que fue necesario y que lo disfruté muchísimo; todavía hay veces en las que extraño levantarme y hacer técnica toda la mañana, almorzar y luego estudiar toda la tarde», rememora este talentoso músico, director del Proyecto de Orquesta Sinfónica de Granma.

Gracias a eso pudo vencer los rigores de la beca y la lejanía de sus padres, quienes, por cierto, están muy vinculados a la música: Luis Ramón Millet Yaque (profesor de Apreciación e historia de la música) y Odalis Rosa Rodríguez Villavicencio (profesora de Guitarra). «Solo venía a Bayamo dos veces: para fin de año y en vacaciones», comenta el artista, quien en julio cumplió los 34.

Acaso lo más llamativo de su historia sobrevino al graduarse de la ENA: pudo haberse quedado como violinista de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana o como integrante del grupo de Liuba María Hevia, «pero pensé que igual desde Bayamo lograría hacer música de concierto».

Sonando de noche

Tenía tantos deseos de alcanzar sus propósitos que empezó a adiestrar por las noches a niños que poseían el nivel elemental, con la idea de armar una orquesta de cámara. Casi ninguno sabía leer música «y apenas conocían los instrumentos».

Pero después de intensas jornadas de aprendizaje, mucho sacrificio y de captar a otros músicos jóvenes, la agrupación «comenzó a sonar». Interpretó sus piezas en distintos escenarios locales con el premio del aplauso del público.

En abril de 2010, con el nombre de Orquesta Sinfónica Juvenil, instrumentistas y maestro —este con solo 23 años— tuvieron un debut a lo grande. Eran 44 alumnos y 13 profesores de la Escuela Profesional de Arte (EPA) Manuel Muñoz, conducidos en el escenario por Millet. Fue tan espectacular la presentación que el periódico Granma reseñó: «El estreno de la primera orquesta sinfónica de Granma resultó un acontecimiento memorable en la cultura de la provincia, reconocido por el público que colmó el teatro Bayamo y aplaudió, de pie e ininterrumpidamente, durante varios minutos».

Tal vez el verdadero salto llegó el día en que Millet y los suyos se presentaron ante Abel Acosta, a la sazón viceministro de Cultura. «¿Por qué no estudias dirección de orquesta? A Bayamo le va a hacer falta un director para cuando se funde la orquesta de aquí», le expresó este. Y a Javier, que entendía aquello como una «locura», aceptó el reto y se puso bajo la tutela de Enrique Pérez Mesa, líder de la Sinfónica Nacional.

«Fue quien me preparó para presentarme a las pruebas de ingreso al Instituto Superior de Arte (ISA). Con él descubrí de verdad el maravilloso mundo de la dirección de orquesta, cómo se realiza un montaje, cómo funciona y se trabaja desde la visión de un director y comprendí que dirigir no solo es mover bien las manos y tener un gran conocimiento que respalde la interpretación de la obra», comenta con admiración.

Sin embargo, en el camino surgió un obstáculo: «Había que tocar piano y mucho piano. Yo, pésimo pianista, sentí que me caía un balde de agua fría. Volví a Bayamo y me olvidé de estudiar, creí que no aprendería a tocar ese instrumento».

Guerra ganada a los teclados

A los virtuosos les esperan sorpresas y cambios. Por eso un buen día, después de una reunión de la Uneac, Javier conoció al respetable Guido López-Gavilán, quien supo de la guerra desigual del joven con los teclados. Entonces el maestro le dijo: «¿Cómo no vas a estudiar dirección por no tocar piano? Estudia piano aunque no te guste; ya te gustará». Estas palabras funcionaron como espuelas, porque «estudié mucho, me presenté al ISA y aprobé».

Cuando se graduó, en 2018, ya había recibido el Premio a la Excelencia Musical Salvador Alarcón (2015) y distintos reconocimientos por su labor como profesor de la EPA Manuel Muñoz, donde imparte clases de varias disciplinas desde 2006.

Y también había enseñado sus dotes de creador con la orquesta de cámara San Salvador de Bayamo, el Conjunto Exulten (de música antigua), la extinta Camerata Manuel Muñoz y en festivales, eventos, galas, jornadas culturales…

Su egreso del ISA le confirmó la idea de crear una orquesta profesional sinfónica. Así surgieron numerosas presentaciones, incluidas las de julio de 2019 junto al maestro Iván Valiente, la del 20 de octubre de 2019, acompañando al excelso Frank Fernández, y la del 9 de enero de 2021 junto a Enrique Pérez Mesa. Los tres lo elogiaron, y el director de la Sinfónica Nacional sentenció en público que «esto ya es una orquesta».

Sin embargo, la llegada de la COVID-19 ha impedido que se concrete oficialmente la Orquesta Sinfónica de Granma y hoy se continúa llamando «Proyecto». Al margen de eso, el joven director expresa que «una vez aprobada me imagino la gran cantidad de músicos, personalidades y solistas que vendrán a la ciudad para elevar así el nivel cultural de la sociedad. Incluso, otro paso es desarrollar un teatro lírico con el que podamos interpretar óperas. Acompañaríamos a agrupaciones de ballet y otros espectáculos, en fin, se generaría un movimiento cultural de avanzada».

Mozart en la escuela

Javier Millet ha dirigido a su orquesta en interpretaciones de Wolfgang Amadeus Mozart, Antonio Vivaldi, Gioachino Rossini, Serguéi Rajmáninov y Pietro Mascagni, entre otros.

Siempre dice que aunque alguna parte del público joven no esté familiarizado con esos nombres, en los conciertos él trata de conjugar esta música con las de bandas sonoras de series, películas, dibujos animados y «música popular arreglada a nuestro formato» para atraer a los más nuevos.

«No solo trato de que el público se quede con ganas de escuchar más en las presentaciones. Fuera de los teatros realizamos varios conciertos didácticos, patrocinados por la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en las escuelas para tratar de familiarizar a los niños con los instrumentos de la orquesta y la música clásica.

Como si todo eso fuera poco, Millet, miembro de la Uneac y la AHS, también es desde los ocho años un amante de la numismática. En noviembre de 2020 realizó incluso una exposición de billetes y monedas vinculados con el arte.

«Colecciono principalmente lo que relacione a la música con la numismática. Muchos se sorprenden cuando se enteran de que gran cantidad de compositores, músicos e instrumentos están representados en el circulante monetario mundial. Guardo con orgullo un ejemplar de la única moneda acuñada en Cuba de temática musical y no pierdo la esperanza de que alguno de nuestros grandes músicos sea estampado en alguna moneda cubana», dice.

Aunque aquellos sueños de tocar un día junto a la Sinfónica se mantienen, hay otros anhelos por cumplir: seguir enseñando, aprendiendo, crecer espiritualmente y, por supuesto, lograr que la Orquesta Sinfónica de Granma deje de ser un proyecto para convertirse en una institución con alas en pos de la cultura.

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