Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La ciudad necesita recuperar lo que ya tiene

Jorge Luis Suárez Alfonso ha sido el primer estudiante cubano en merecer Mención de Honor en los premios Golden Trezzini

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

La memoria jamás traiciona. El primer dibujo con aquellos trazos flexibles de una casa con el árbol adentro fue la primera señal. Luego, la expresión infantil: «Mamá, es lo que te haré», no dejó dudas de que Jorge Luis Suárez Alfonso dirigiría sus pasos hacia el mundo de la creación y la construcción.

«Siempre fue mi sueño: lo dije y nunca cambió». Se presenta ahora, con 23 años y recién egresado de la Facultad de Arquitectura, en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae).

Todavía tiene frescas sus visitas de niño a la capital del país (procedente de Los Palacios, Pinar del Río), y cómo se le perdían las horas admirando los grandes edificios. Luego indagaba por quiénes los habían hecho. También, vuelve a Varadero, específicamente al Sol Sirenas Coral Resorts, donde descubrió la Casa de los Cosmonautas, de Antonio Quintana.

«Cuando estaba terminando la escuela me di cuenta de que todo lo que vi o me rodeaba condicionó mi decisión».

Un amor casi a primera vista que se consolidó desde que puso un pie en la academia y, plano a plano, se hizo arquitecto. Ya adoptado por La Habana, labora como profesor en la Cujae, en el proyecto de desarrollo local Diseño del Hábitat Construido Sanmiguelino (DHACOS), en San Miguel del Padrón, y también en el estudio U+D arquitectura.

En esos escenarios demuestra sus saberes y alimenta los muchos sueños por cumplir. Hace muy poco un alegrón vino a coronar esa entrega desmedida que impregna a cada proyecto.

«Recibí Mención de Honor en los premios Golden Trezzini, en los que participaron arquitectos y diseñadores de todo el mundo», corrobora, y como valor añadido resulta que es el primer estudiante de esta nación en participar y llevarse al agua ese reconocimiento.

«Envíe mi obra porque es un premio por el que no hay que pagar para concursar. Valoré si mi propuesta estaba a la altura de lo que se presenta allí, y a pesar del estrés por la tesis me tomé un tiempo y preparé el proyecto, que surgió como parte de un ejercicio académico».

La Mediateca Avanzada de Regla fue premiada en la categoría Mejor Proyecto de Edificio o Instalación por Estudiante. Suárez Alfonso propone un lugar con medios de producción y generación de conocimiento, una plataforma de innovación e integración para todo tipo de público.

«Es un edificio de mediana complejidad y debía emplazarse en una urbanización. Por su objeto social se basa en la generación de conocimiento y cultura, y apuesta por la resiliencia, inclusión, participación y los cambios de las eras analógica y digital».

Utiliza los códigos arquitectónicos del Movimiento Moderno Cubano y el uso de materiales de construcción locales, como el hormigón. Además se adapta al contexto urbano. «Al concurso se envían proyectos resultantes de pensamientos utópicos, pero esta propuesta es construible».

—¿Por qué apostar por los códigos del Movimiento Moderno Cubano?

—«Porque es uno de los más exquisitos de los que he estudiado, y porque resulta un estilo que se adecua mucho a nuestro contexto, clima, condiciones... nuestras formas de vivir, habitabilidad y espacialidad. Hemos tenido exponentes muy buenos, como el propio Antonio Quintana o Mario Romañach, que literalmente cambiaron mi forma de crear y pensar. Es lo propio, nuestra identidad, nuestro sello, y está a la altura de cualquier arquitectura del mundo. Por eso, apuesto por retomar esos códigos siempre».

El proyecto Mediateca Avanzada de Regla utiliza los códigos arquitectónicos del Movimiento Moderno Cubano.

Aún le cuesta asumirse fuera de las aulas como estudiante, donde siente que no satisfizo todas sus inquietudes. «Las prácticas de la carrera son más encaminadas a las tecnologías, a estar a pie de obra. En la academia recibes métodos, herramientas, pero cuando te enfrentas a la realidad no tiene nada que ver. Mi experiencia no fue para nada suficiente, más bien pobre. Por eso creo muy acertado los vínculos de estudiantes con equipos de arquitectos».

—A tu juicio, en nuestro país, ¿tiene la arquitectura el lugar que le corresponde de acuerdo con su jerarquía?

—«No lo creo. Sin el pensamiento de un arquitecto los espacios de salvar vidas, como los hospitales, o de educar, como las escuelas, no fuesen óptimos. Y hoy esa importancia se invisibiliza».

—El tema de los materiales constructivos frena muchísimos proyectos en el país, ¿cuánto de ingenio, innovación y alianzas se necesitan para lograr obras bellas y útiles?

—No es un secreto que casi no se producen materiales, y los que se hacen tienen muy mala calidad. Muchos arquitectos cuentan con sus propias mipymes asociadas o de confianza, en las que pueden acceder a los elementos necesarios. Otra realidad es que hoy casi no encontramos ejecuciones exquisitas, como las obras de los años 60, 70 e incluso más antiguas.

«Hemos perdido calidad en la industria que produce esos materiales, y lo poco encontrado en el mercado no cumple con los estándares para que el edificio tenga una larga vida útil. De ahí que resulte prioridad la innovación para crear con lo que tenemos a mano».

—¿Qué aporte como arquitecto te gustaría hacer?

—Siempre me ha llamado la atención que todo se enfoca en los centros históricos o en las zonas de menos vulnerabilidad. Sin embargo, en la periferia se carece mucho de desarrollo desde los presupuestos socioculturales. La ciudad necesita recuperar lo que ya tiene, por tanto, hay que pensar en todo su desarrollo y rehabilitación urbana.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.