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Los saltos de Anabel

Comenzó montando ponis, y ya es una de las campeonas nacionales de salto ecuestre

Autor:

Juventud Rebelde

A los seis años se montó en un poni en el Parque Lenin, en Ciudad de La Habana, y hasta ahora no ha dejado de ser jinete de salto, deporte en el que ha sobresalido.

Foto: Roberto Suárez Anabel Rodríguez Triana tiene como principal virtud la perseverancia. A sus 16 años pesa 50 kilogramos, mide un metro y 64 centímetros, y estudia el 11no. grado en la Escuela de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) Manuel Permuy, del municipio capitalino de La Lisa.

Desde el principio, audaz y temeraria, se montaba sola en los caballos. Nunca le gustó que la llevaran de la rienda, ni en los caballos mansos. Un día se cayó, se raspó toda, pero se incorporó, se sacudió el polvo y se volvió a montar. Dicen que las personas voluntariosas tienen madera para vencer obstáculos.

Anabel pertenece a la Academia Provincial de Equitación Camilo Cienfuegos, de Ciudad de La Habana, que radica en el Centro Ecuestre del Parque Lenin, una instalación perteneciente al INDER.

—¿Cómo te enteraste de que podías ser jinete?

—Por el plegable de publicidad de una Copa Cuba. Tenía la foto de un jinete saltando y me deslumbró al momento.

—¿Fue fácil empezar allí?

—En 2001 mi mamá fue varias veces a ese centro para ver qué posibilidades tenía de inscribirme. La atendió Ricardo Guiardinú. Estaba entonces en sexto grado. Pude entrar a aprender sin problema. Desde ese año, Ricardo ha sido mi principal entrenador, aunque otros me ayudan mucho, como Raimundo López y Arturo Abelenda.

—¿Y...?

—Empecé a montar en la yegüita Zarina. En esa aprendí lo básico: la posición del jinete, dar la vuelta, cómo subir y permanecer sobre una galápago o montura inglesa.

—¿Había otras muchachas?

—Sí, tres o cuatro. Ahora las que competimos somos Susana, Juliette y yo. Comencé a ir los martes, cuando terminaba mis clases de Secundaria, y los sábados desde por la mañana, siempre con mi mamá, que también es una especie de jinete de salto, sin saltar. Ahora practico todos los días.

—Háblanos del animal que montas.

—Es la yegua alazana, de lucero corrido, Jessy, de un metro y 51 centímetros, aunque también monto otros caballos. Mientras más pueda montar, mejor. Es a la que más acostumbrada estoy, de los 18 caballos que hay en la Academia. Monto también a Brick, muy brioso; es noble, no muerde ni patea, pero se enamora y relincha mucho cada vez que ve a una posible novia.

«Pienso demasiado en Jessy y espero que esta piense también en mí. Me conoce a la legua. Responde a mi voz como si fuera una persona, entre otras razones porque yo le doy hierba, pienso, azúcar y pan en mi mano».

—¿Qué agradeces más de ella?

—Que es tranquila y buena saltadora. Aunque no saltamos todos los días, cuando lo hacemos, las dos andamos como si fuéramos una sola.

—¿Has competido?

—Varias veces. He obtenido primero y segundos lugares, depende del nivel de la competencia y de los animales contrincantes.

—¿Cómo te vistes?

—Compito con las botas altas, pantalón, pulóver blanco, casaca roja y con un casco protector.

—¿En qué categoría?

—Hay varias: Novato, Infantil, Juvenil y Adulto. Por mi edad puedo competir como Novato o Juvenil. Recientemente competí con Luna, una yegua mora, en el Campeonato Nacional de Equitación de Bayamo, en la provincia de Granma.

«Con Luna obtuve allí el segundo lugar en la categoría Infantil, a una altura de un metro a un metro y diez centímetros. Con Jessy logré el cuarto lugar en la categoría de Novato, saltando entre 90 centímetros y un metro. La provincia ganadora fue Holguín. Y Ciudad de La Habana obtuvo el tercer lugar».

—¿Te has caído en alguna de esas jornadas?

—¡Muchas veces!, pero sin golpes grandes ni fractura de huesos. El salto como tal tiene sus peligros, pero me gusta mucho ser jinete. Al empezar, el caballo Big-Beng, blanco —que ya murió—, se me desbocó y pasé tremendo susto. Mi primera caída fue montanda en él.

—¿Cómo empezaste con Jessy?

—Al comenzar estaba cerrera. Yo misma la domé, con ayuda de varios entrenadores. Ya yo tenía más experiencia.

—¿No vas a montar en otro caballo?

—Sí, en Brick, el papá de Jessy y de otros potros. Ya tiene nueve años. Jessy es para las categorías de Novato o Infantil, mientras que Brick —aunque no ha competido todavía— tiene mayores posibilidades.

—¿Qué piensas para los años venideros?

—Estudiar una carrera de Ciencias en la Universidad de La Habana, pero seguir saltando a caballo. El deporte llena los pulmones de oxígeno y el corazón de felicidad.

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