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Olivera pone las cartas sobre el colchón

José Mario Olivera es el hombre al frente de la selección nacional cubana de lucha grecorromana.

Autor:

Javier Rodríguez Perera

José Mario Olivera es el hombre al frente de la selección nacional cubana de lucha grecorromana. Durante varios años perteneció al cuerpo técnico liderado por el exitoso entrenador matancero Raúl Trujillo —se acogió al retiro—, de quien aprendió mucho para ocupar esta nueva función. Como atleta defendió a nuestro país en eventos en el extranjero y de su historial destaca la medalla de oro en el Campeonato Mundial de Ostia, Italia, en 1990. Algunos años más tarde comenzó su carrera como coach.

Olivera le dijo a Juventud Rebelde que luego de terminar su etapa como luchador, pasó a trabajar como ayuda técnica del equipo antillano, bajo la égida de la desaparecida leyenda Pedro Val. Algo que pocos conocen es que en 1996 permaneció alrededor de cuatro meses en Estados Unidos, donde fue el preparador de Dennis Hall, subcampeón olímpico en Atlanta 1996. De 1997 al 2000 se desempeñó como entrenador del elenco italiano, experiencia que vivió de nuevo de 2009 a 2012. Al año siguiente se incorporó al colectivo técnico de Cuba.

Al concluir la Gala Nacional de Luchas, en la habanera Ciudad Deportiva, el pinareño conversó con JR acerca de diferentes momentos de su deporte en 2025 y habló de la responsabilidad que tiene al sustituir a Trujillo, detrás de varias
preseas mundiales y bajo los cinco aros.

—Por segunda ocasión la lucha greco de la Isla participó en los Juegos Panamericanos Junior y pocos días más tarde se concursó en el certamen universal de Zagreb, Croacia, donde no se logró ninguna medalla en este estilo. 

—En los Juegos Panamericanos Junior de Asunción los resultados no fueron los esperados. Se trabajó fuertemente con los muchachos, pero hay una
realidad, el nivel en el área ha aumentado bastante. En el Mundial de Zagreb se esperaba una medalla de Gabriel Rosillo, pero perdió su combate de cuartos de final —contra el bielorruso Kiryl Maskevich— y no pudo alcanzar ese propósito. 

«Recientemente el equipo asistió al Torneo Clasificatorio para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Santo Domingo 2026, celebrado en Panamá, y el objetivo fue obtener boletos en las seis divisiones, pero, desafortunadamente Daniel Gregorich no pudo viajar por estar enfermo, y se lograron cupos en cinco categorías».

—Entonces, ¿cuál es la situación de Gregorich de cara a Santo Domingo 2026? 

—En Panamá nos reunimos con la Federación Internacional y solicitamos un wild card para Daniel. Nos dieron una respuesta favorable, todo parece indicar que sí se lo otorgarán. Él es el actual campeón centroamericano y panamericano, además de subtitular mundial sub-23, por lo que le sube el nivel a la
competencia. Estamos realizando algunos trámites con la Federación Internacional para concretar ese cupo, ya por escrito, y así tendríamos clasificado al conjunto completo.

—En el caso de Oscar Pino, ¿qué sucedió que no peleó en la final del Torneo Clasificatorio en Panamá?

—Tres o cuatro días antes de la salida, Pino tuvo algunos problemas de salud. Le hicimos exámenes y hubo una mejoría. Lo llevamos a Panamá, pero no iba a combatir, solo se presentaría, porque si no participa, no le dan el boleto. Pero sucedió lo de Gregorich e iba a ser muy difícil que dieran dos wild cards. En la sede, Oscar mejoró muchísimo, no lo pusimos a entrenar y sus peleas no fueron ante rivales exigentes. Determinamos cuidar su salud, pues ya tenía el cupo asegurado, de ahí que no se presentó en la discusión del título. Ahora está de reposo, los médicos se lo indicaron. En enero comenzará los entrenamientos.

—¿Mucha responsabilidad sobre sus hombros tras sustituir a Raúl Trujillo, uno de los mejores entrenadores de lucha greco en el orbe?

—No creo que la palabra sea sustituir. Creo que cualquiera de los integrantes del cuerpo técnico tenía méritos para ocupar el puesto de Trujillo. Desde Pedro Val, que para mí fue el iniciador, llevo mucho tiempo observando los procesos, las victorias, las derrotas, las alegrías, las tristezas. El reto es grande, Trujillo ha dejado la varilla alta, pero lucharemos por mantener los resultados relevantes.

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