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Cómo EE. UU. celebra el Día de la Libertad de Prensa cercenándola

Incongruencias de las jornadas que propicia la comunidad internacional y los intereses egoístas del sionismo y sus defensores cómplices tienen por escenario la represión a las manifestaciones en las  Universidades estadounidenses

Autor:

Juana Carrasco Martín

Este 3 de mayo de 2024, la jornada por el Día Mundial de la Libertad de Prensa tiene como sede principal a Santiago de Chile y el tema propuesto por la UNESCO para la Conferencia del 2 al 4, no deja de tener una gran importancia: «Una prensa para el planeta: el periodismo frente a la crisis ambiental».

La caricatura que acompañan este trabajo dicen más que mil palabras y corresponden a la campaña Caricaturas por la Paz en apoyo a una Prensa por el Planeta. Destaco como especialmente significativa la que encabeza la página web de la UNESCO.

Su autor es el suizo Hermann, y expresa que cuidar el Planeta es responsabilidad de todos aunque implica que a través de la libertad de prensa se empodera y amplifica las voces de la juventud, liderando esa causa. Jóvenes manifestantes en la COP de Glasdow llevan una banderola con un lema esencial: «¡No cambiemos el clima, cambiemos el sistema!», y como espectadores desde la acera, un niño le dice a sus padres: «A qué edad dejamos de ser responsables».

La frase retumbó hace 15 años en Copenhague, Dinamarca, durante la 15ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP15). La pronunció el Comandante Hugo Chávez, en un llamado a la conciencia de los pueblos del mundo para salvar la vida del planeta.

Chávez fue contundente: «el cambio climático es sin duda, el problema ambiental más devastador del presente siglo, inundaciones, sequías, tormentas severas, huracanes, ascenso del nivel medio del mar, olas de calor, todo eso agudiza el impacto de las crisis globales que nos azotan», y agregó: «Si el clima fuera un banco capitalista de los más grandes, ya lo hubieran saqueado los gobiernos ricos, ¡No cambiemos el clima, cambiemos el sistema!, y en consecuencia comenzaremos a salvar el planeta.

El lúcido líder bolivariano tenía un antecedente en la exhortación premonitoria del Comandante en Jefe Fidel Castro, el 12 de junio de 1992, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro, cuando pronunció un célebre discurso donde advirtió: «Mañana será demasiado tarde».

«Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre…Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo, dijo Fidel y en breves palabras diseccionó la catastrófica situación para la que señaló: «La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan».

«Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra», puntualizó.

Y entre sus sabias y perentorias recomendaciones apuntó: «…Aplíquese un orden internacional justo … Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre».

El problema, que agrava hoy en día aquel panorama, es que tampoco los países ricos, cuyo poder creen omnímodo, entendieron el llamado de Fidel y siguen blandiendo en los discursos de sus gobernantes y en la prensa que les da sustento ideológico y adormecedor para los pueblos, las supuestas amenazas del comunismo, los pretextos para una nueva guerra fría que calientan en puntos estratégicos de esta sufrida Tierra, continúan propiciando las carreras armamentistas y los gastos militares.  

Es preferible remitirme a la conmemoración del pasado año del Día de la Libertad de Prensa, cuando el diálogo para la celebración instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas y UNESCO el 3 de mayo de 1993, tuvo como contenido una deuda acumulada, al igual que la de salvar al planeta.

El lema de 2023 fue: «Dando forma a un futuro de derechos: libertad de expresión como motor de los demás derechos humanos».
Tiene una vigencia total cuando en Estados Unidos millones de universitarios, activistas por la paz que incluyen organizaciones judías anti-sionistas, y ciudadanos comunes se manifiestan en las calles, en las redes sociales o en las encuestas públicas, se pronuncian contra la complicidad del Gobierno de Joseph Biden y de las autoridades de universidades elitistas o públicas de su país, en el financiamiento y apoyo de la barbarie del sionismo israelí en Gaza y los territorios palestinos ocupados.

Estamos en presencia de un movimiento estudiantil generalizado que se ha ido organizando y creciendo en los predios académicos, los campamentos de solidaridad o «zonas liberadas» o «universidad popular por Gaza» —se estiman en más de 47—, para demandar a esos establecimientos de estudio, de las artes y letras, la jurisprudencia, la tecnología y las ciencias, que corten sus ataduras al régimen del apartheid cimentado por el sionismo en Israel.

Justo en la madrugada del jueves, previo a este día mundial de la libertad de expresión —y como parte de lo que ha estado ocurriendo para silenciar las justas protestas, cercenando las manifestaciones y ocultando o tergiversando en la gran prensa lo que está sucediendo—, un fuerte contingente policial asaltó el campamento pro-palestino instalado desde hace casi una semana en el campus de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), con saldo de decenas de jóvenes detenidos. El miércoles una horda de pro-sionistas ya había arremetido contra ellos en un enfrentamiento de al menos siete horas, que se desarrolló bajo la mirada contemplativa de guardias y policías.

Ahora la policía fue con la intención de dar el golpe final. Se abrió paso a la fuerza destrozando los separadores de metal y chapas de madera tras las que habían protegido sus tiendas de campaña los manifestantes. Se repiten las acciones represivas iniciadas en Nueva York contra los estudiantes de la Universidad de Columbia. Los genízaros dispararon balas de goma contra los jóvenes, profesores y otros integrantes de la comunidad universitaria a la que la clase política y no pocos influyentes y poderosos medios tildan de «antisemitas», un adjetivo que les condenaría ante las cortes.

Los derechos constitucionales, la libertad de expresión y también la verdad que debe estar presente en la prensa están siendo violados por las autoridades que falsamente esgrimen su reglamento para declarar «ilegal» el campamento pro-palestino en Royce Quad.
Prensa, policías y autoridades niegan el postulado de la UNESCO. Desmantelar los campamentos, amordazar a los manifestantes, reprimirlos y arrestarlos en una agresión contra el pensamiento y su expresión libre y la violenta mutilación de esenciales derechos humanos.

Sin embargo, un grupo de manifestantes aún permanece allí, reitera en lemas y cantos su solidaridad con Palestina y denuncia los crímenes de guerra israelíes en Gaza. Ellos demandan a las autoridades universitarias que se desvinculen de los negocios con la entidad sionista o no acepten financiamientos provenientes de ella.

Hoy se aplican las palabras de Fidel de 1992: «Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo».

Lo dijo sobre el cambio climático. Me atrevo a escribir, que entre esas cosas dilatadas en el tiempo está que el mundo en pleno reconozca el derecho ineludible de los palestinos a tener su Estado, donde vivir y crear en paz.

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