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El galimatías de las tarifas trumpianas y el bolsillo de los consumidores

Los mercados bursátiles mundiales retrocedieron el viernes con esta restructuración Made in USA del comercio mundial que solo busca beneficiar a Estados Unidos

Autor:

Juana Carrasco Martín

CREO que ni él mismo se entiende. Es un dale pa´lante y dale pa´trás que tiene al mundo sobre ascuas, pero sobre todo se lo están sintiendo los estadounidenses en los bolsillos, porque los especuladores característicos del capitalismo que buscan ganancias a costa de cualquiera, ya subieron los precios… sea cual sea el porcentaje, o incluso si no lo hay, de los productos que EE. UU. importa del resto del mundo.

El lío y el desorden de las órdenes presidenciales de Donald Trump sobre los aranceles que ha impuesto a numerosos países —ya sean adversarios, amigos, aliados, socios o neutrales—, el sube y baja de los porcientos, las dilaciones para ejecutarlos o su aceleración, han creado un verdadero caos en el comercio mundial y dejan una duda sobre la capacidad como gobernante, y hasta incluso de salud mental del ocupante de la Casa Blanca y su séquito «Sí, señor».

Me confieso descalificada para seguirle el rastro, o la rima. Cuando el 1ro. de agosto iba a someter a una buena cantidad de amenazados, se bajó con otra planificación —¿estará bien empleado este término?—, y firmó una nueva orden ejecutiva, para agregar confusión y desorden, al modificar aranceles globales a pocas horas de la fecha que dijo era el límite para sus gravámenes.

Así que «actualizó» la lista y ahora los aranceles entraron en vigor el día 7 de agosto, y habría que ver los consejos de sus asesores sobre este tema, el genocidio que comete su socio Benjamín Netanyahu en Gaza, los pasos Zelenski-OTAN y la contraparte rusa en la crisis en Ucrania cuando ya se anunció próxima reunión de Trump y Vladímir Putin, la intríngulis de las revelaciones del escándalo Epstein de pedofilia, los sombríos callejones de las acusaciones de «traición» al expresidente Barack Obama y altos funcionarios de esa administración por el llamado «Rusiagate», etcétera, etcétera, etcétera...

La prórroga dada el viernes 1ro. de agosto, también alteró o ajustó la lista en docenas de países. A unos les aumenta, a otros le «perdonó la vida» por unos días más, alegando que ya «acordaron o están a punto de acordar, compromisos comerciales y de seguridad significativos» (con y para EE. UU., por supuesto).

Algo sí se mantiene inalterable: las bravuconadas siguen siendo la forma de anunciar las presiones. De manera que ha dicho que las naciones que no lograron entablar conversaciones o que ofrecieron términos que «no abordan suficientemente los desequilibrios» —según su entender— se verán afectadas por aranceles elevados el 7 de agosto.

India fue blanco especial y enfrentará aranceles del 25 por ciento, todo porque Trump le anunció sanciones adicionales el miércoles pasado por su continuo comercio con Rusia y por su pertenencia a los Brics—ratificando que esas cinco letras, que ya suman una veintena son el «coco» para el casablanquino.

En los inexplicables está que Brasil —quien lo acaba de denunciar ante la Organización Mundial del Comercio—, se enfrenta a un arancel del diez por ciento, a pesar de que Trump se lo había elevado al 50 por ciento bajo el pretexto de que es una amenaza para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos, además de que Lula y el juez Moraes se han atrevido a juzgar a una de sus almas gemelas en Latinoamérica, Jair Bolsonaro. Entonces, ¿es el diez o el 50 o suman ambos?

Como ya saben, Trump había amenazado con imponer un arancel adicional del diez por ciento a todos los países Brics, acusando al bloque integracionista de intentar «destruir el dólar como patrón global».

Y a sus vecinos más cercanos, con quienes EE. UU. tiene un acuerdo comercial y que era muy serio desde hace varias administraciones, Trump también los tiene en la picota. Abruptamente le elevó los aranceles a Canadá del 25 al 35 por ciento, dijo que lo motivaba la «continua inacción» de Ottawa para frenar el tráfico de fentanilo a Estados Unidos, pero hay quienes sugieren que está pesando el hecho de que el Gobierno de Ottawa posiblemente reconozca al Estado Palestino en septiembre, cuando comience la Asamblea General de la ONU, y por supuesto le tiene ojeriza porque los canadienses se niegan a ser el estado 51 en la bandera estadounidense.

Bueno, Trump dijo que ese reconocimiento palestino «nos dificultaría mucho llegar a un acuerdo comercial con ellos», es decir con los canadienses.

Mientras tanto, el México de la presidenta Claudia Sheinbaum sigue maniobrando y la Casa Blanca confirmó que el arancel del 25 por ciento sobre ciertos productos mexicanos se mantendrá vigente durante 90 días más, posponiendo el aumento previsto al 30 por ciento.

Miren esta lista de los que mantiene castigados, entre muchos otros: la Unión Europea, Corea del Sur y Japón, todos ellos socios muy queridos, se enfrentan a una tasa del 15 por ciento; a Siria lo tiene en 41 por ciento; para Laos y Myanmar el 40 por ciento; Irak y Serbia 35 por ciento; Argelia, Libia y Sudáfrica 30 por ciento. Y oiga esto, Suiza estaba celebrando su fiesta nacional cuando Trump le hizo un «regalo», 39 por ciento de aranceles.

Consecuencias inmediatas: Los mercados bursátiles mundiales retrocedieron el viernes con esta restructuración Made in USA del comercio mundial que solo busca beneficiar a Estados Unidos. París, Fráncfort, Londres, Milán, Tokio, Hong Kong, Sídney, Singapur, Shanghái, Bombay, Bangkok, Wellington y Taipéi cerraban en rojo o a la baja, publicó DW. Es obligada la pregunta ¿será realmente beneficioso para EE. UU.?

Los estadounidenses se estresan

Axios.com titulaba así los resultados de una encuesta dados a conocer el lunes 4 de agosto: «La mayoría de los adultos estadounidenses se estresan por el precio de los alimentos».

Porque no lo dude usted, esos aranceles lo pagarán los pueblos, incluido por supuesto el de Estados Unidos.  Más de la mitad de los estadounidenses se estresan por comprar alimentos, mucho más que por la presión financiera que sienten por las deudas de tarjetas de crédito, la guardería o la deuda estudiantil, según una encuesta de AP-NORC.

No es para menos. Votaron en mayoría por Trump que les prometió durante la campaña electoral bajar los precios de los alimentos y ahora resulta que cuando van al grocery store (tienda de comestibles), es otra realidad la que se encuentran en esa que es una necesidad básica vital.

El 53 por ciento de los estadounidenses afirmó que el precio de los alimentos es una fuente importante de estrés en este momento, mientras que el 33 por ciento afirmó que es una fuente menor. Solo el 14 por ciento afirmó que el precio de los alimentos no es una fuente de estrés. Aunque también el 14 por ciento dijo que usa los servicios de «compra ahora, paga después», es decir el pago a plazos de los alimentos. También los plazos comenzaron a elevarse en cuanto a la atención médica o dental.

Según la encuesta divulgada por Axios, las siguientes fuentes de estrés más importantes fueron el precio de la vivienda (47 por ciento), el dinero ahorrado o ganado (43 por ciento) y el precio de la atención médica (42 por ciento).

Además, destaca en su información que «los bancos de alimentos se han preparado para un aumento repentino de la necesidad provocado por los cambios en la asistencia alimentaria federal promulgados por Trump, y los líderes de la red de lucha contra el hambre advierten que la brecha podría ser imposible de cubrir».

Para colmo, el viernes por la mañana se conoció el informe mensual de empleo de Estados Unidos y resulta que el panorama en el mercado laboral tenía tintes sombríos, solo se ganaron 106 000
nuevos empleos en los últimos tres meses, y el momento no es propicio para ello cuando los expertos predicen una desaceleración debido a la ofensiva arancelaria trumpista. Respuesta del muy furioso Sr. Presidente: despedir de inmediato a Erika McEntarfer, comisionada de la Oficina de Estadísticas Laborales, acusándola de politizar las estadísticas en contra de su administración.

Según dato leído en The Hill, el Producto Interno Bruto, que en 2023 tuvo un crecimiento discreto del 2,9 por ciento, y de 2,5 por ciento en la primera mitad de 2024, en los primeros seis meses de este 2025, bajo la presidencia Trump solo logró 1,2 por ciento. Esto no se parece exactamente a «Hacer a “América” grande»

Pero Donald Trump sigue diciendo que «arancel» era «la palabra más hermosa del diccionario» y apela a «poderes de emergencia» para imponerlos bajo el argumento de que reducirá el déficit fiscal de Estados Unidos.

Y desde un pueblo con sabiduría milenaria como lo es China, le volvieron a advertir: «No hay ganadores en las guerras arancelarias o comerciales».

 

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