¿Podría usted en dos segundos definir la esencia de un imperio? Quizá sin intención James Cameron lo hizo en su más reciente superproducción, Avatar —ganadora de dos Globos de Oro, al mejor director y la mejor película—, cuando Jake (Sam Worthington) dice en un momento de impotencia que «cuando un pueblo tiene algo que quieres, hazlo tu enemigo y justifica la invasión».
No vengo a reprobar o desacreditar ahora las nuevas tecnologías, mucho menos a la computadora, gran salvadora en esta era de apuros.
AUNQUE tengo raíz campesina, cercana en mi árbol genealógico por la figura de mis abuelos paternos, de la vida en el campo me van quedando cada vez menos y difusos recuerdos.
LOS recuerdos suelen saltar ante nosotros como los conejos desde las chisteras de los prestidigitadores. Hace unos pocos días, mientras organizaba el contenido de una vieja maleta atestada de objetos entrañables e (in)útiles, se le desprendió de uno de sus costados un carcomido remiendo de madera con una inscripción apenas legible.
Obama no va a ir más a Europa. Es decir, no por ahora… Y ya hay quejas, sensación de vergüenza. «¿Obama no viene? ¡Tiembla, tierra!».
Las últimas semanas han sido escenario de una nueva escalada de desencuentros entre Estados Unidos y la República Popular China. Los desencuentros comerciales, los enfrentamientos por las acusaciones contra China por supuesta violación de la libertad de acceso a Internet y la decisión de Washington de vender armas a Taiwán, le han puesto presión a unas relaciones bilaterales complejas, cuyas implicaciones irradian a escala planetaria.
Parodiando el chachachá de los marcianos de la antigua orquesta América, en Miami podríamos cantar que «Los Van Van llegaron ya y llegaron bailando…».
Era de esperarse… Después de más de dos meses con el Presidente internado en una clínica fuera del país, es muy seguro que los conflictos internos de un gigante petrolero se caldeen mucho más, y disparen incluso los precios internacionales del crudo. Es lo que sucede en Nigeria.
Ofelias es un título clave para asumir, incluso presumir el contenido de los siete cuentos, de este libro que hoy comentaré, como otras veces he hecho para evitar que esta columna sea estigmatizada con el marbete de monotemática, es decir, adepta solo a tratar absurdos o conflictos de nuestra sociedad.
TÍPICA imagen de las películas del Oeste: la de un cartel con el rostro de un villano, y al pie, el precio de la recompensa por su captura, o al menos por cualquier información sobre él. Luego, cuando por fin lo atrapan y el sheriff lo pone a oscilar como un péndulo, el delator recibe su paga.