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Otra violación del Acuerdo para el status de las fuerzas norteamericanas en Iraq

Los 3 000 soldados que ocupan la zona sur de Bagdad pueden mantenerse en el lugar, según han decidido las dos partes del negocio: Washington y el gobierno iraquí

Autor:

Juana Carrasco Martín

Si no existe, la inventan. Estados Unidos no está muy seguro de echarse a un lado en Iraq, y los pretextos o figuras «legales» surgen a cada paso para eternizar la ocupación. Ahora se trata de redefinir el concepto de ciudad...

Una y otra vez encuentran huecos o rotos en el saco por donde burlar un tratado que entró en vigor hace cinco meses, porque se aproxima el 30 de junio, fecha en que de acuerdo con el SOFA (Status of Forces Agreement-Acuerdo para el estatus de las fuerzas) las tropas de combate estadounidenses deben abandonar las ciudades, pueblos y aldeas iraquíes y, paulatinamente, para agosto de 2010, dejar 50 000 efectivos en bases fuera de las áreas urbanas hasta finales de 2011 cuando supuestamente sea la retirada total del país mesopotámico.

Ahora resulta que los 3 000 soldados que están en la zona sur de la capital pueden mantenerse en el lugar «porque realmente no es un segmento de Bagdad», según han decidido las dos partes del negocio: Washington y el gobierno iraquí.

Por lo tanto, la Base Operativa de Avanzada Falcon del ejército de EE.UU., aunque en cualquier mapa está claramente ubicada en el distrito Rasheed, en los límites bagdadíes, por arte de birlibirloque ya no lo está, y los militares norteamericanos se quedan allí para mantener «la seguridad» en una zona aquejada de lo que llaman «la violencia sectaria».

Todo parece indicar que semejante solución se aplicará por igual en las ciudades de Mosul y en la provincia de Diyala, y quién sabe en cuantas más; pero las brigadas y batallones que continuarán con sus misiones de combate dejarán de utilizar el término de «base operativa de avanzada» por otro que suene más benigno —sitio de operación de contingencia—, decía un comentario de la prensa estadounidense.

Un funcionario del Departamento de Estado que requirió el anonimato describía recientemente al diario Christian Science Monitor esa nueva relación de seguridad entre Washington y Bagdad: «Se tiene que ver aquí (en Iraq) como hecho calladamente... como que no estas haciendo cosas por los iraquíes, los iraquíes están haciendo las cosas por sí mismos, pero con tu ayuda y nosotros permanecemos en las sombras... Una coreografía muy delicada», puntualizó.

¿Acaso sería esta la primera violación del SOFA? Pues no, los muelles rotos son los que se sobran en ese artefacto de la ocupación.

Recordemos que a finales de abril, un raid llevado a cabo en la madrugada en la ciudad de Kut, dejó al menos dos civiles muertos —una mujer y un hombre calificado de «hostil»— y varios detenidos como si fueran terroristas de un grupo militante chiita. Entonces, el primer ministro Nouri al-Maliki declaró que el ataque era una violación del SOFA. Poco después fueron liberados porque los capturados eran todos miembros inocentes de una familia que incluía un capitán de la policía iraquí...

Por supuesto, las tropas que participaron en la agresiva operación no comparecerán ante los tribunales; esto lo dejó bien claro un alto jefe militar estadounidense, el brigadier general Peter Bayer, quien insistió a comienzos de mayo sobre el particular cuando dijo que el raid había sido «legítimo y legal».

Difícilmente pueda comprenderse que la presencia estadounidense en Iraq contribuye a la «seguridad y la estabilidad» del país, cuando precisamente lo que llevaron de manos de la «libertad» fue la violencia. Los pretextos para permanecer en suelo mesopotámico solo empeorarán la situación.

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