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Los «detestables» métodos de la CIA

Durante una inédita conferencia de prensa desde la sede del espionaje y las guerras sucias estadounidenses, el director de la CIA, John Brennan, reconoció que la Agencia Central de Inteligencia ha utilizado métodos de interrogatorio «detestables»

Autor:

Juana Carrasco Martín

El director de la CIA, John Brennan, ha reconocido que la Agencia Central de Inteligencia utilizó métodos de interrogatorio «detestables», pero obvió utilizar la palabra «tortura» durante una inédita conferencia de prensa desde la sede del espionaje y las guerras sucias estadounidenses.

Enmascarando la situación violatoria de los derechos humanos y las convenciones internacionales sobre el trato a los prisioneros, Brennan señaló: «No hay ningún medio para saber si ciertas informaciones obtenidas (por esos métodos), pudieron haber sido obtenidas por otros medios». Tampoco condenó ese programa, aunque dijo que «en un número limitado de casos, funcionarios de la agencia utilizaron métodos de interrogación que no estaban autorizados, que eran detestables y que deben ser repudiados por todos».

Así respondía a la divulgación del informe de la Comisión de Inteligencia del Senado sobre el uso de la tortura en cárceles secretas distribuidas por el mundo tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, fundamentalmente en algunos países europeos aliados y en el campo de concentración que aún mantienen en la Base Naval de Guantánamo, ilegal ocupación de territorio cubano.

Las medias tintas continuaron en las declaraciones de Brennan cuando dijo que «en muchos aspectos la CIA navegó por terreno desconocido», y añadió la gran mentira…

…«No estábamos preparados. Teníamos poca experiencia en la detención de prisioneros y pocos agentes fueron formados para interrogar».

Parece que de los vastos registros que la CIA tiene del mundo entero han borrado el Manual Kubark de Interrogatorio de la Contrainteligencia, elaborado por la CIA en 1963 que fue base y material de estudio para los manuales de tortura que entregó a no menos de siete países de América Latina en la década de los 80, utilizados con especial maestría durante la Operación Cóndor de las dictaduras militares de la región.

Dan Mitrioni, el «contratista» y agente ejecutor de la CIA, ejerció entonces su doctorado en Uruguay en técnicas como el «submarino», que en la «guerra contra el terrorismo» de George W. Bush se convirtió en el «waterboarding».

Con las actuales revelaciones, apenas unas 480 páginas de un total de más de 6 000 folios documentados por la investigación de tres años del grupo demócrata del Senado, se conoce que uno de aquellos veteranos de la CIA en Latinoamérica —no se ha develado su nombre, como corresponde a las leyes que rigen la seguridad estadounidense para sus agentes de inteligencia y contrainteligencia—, se convirtió en el jefe de interrogatorios de la CIA a comienzos de 2002.

La farsa, el disimulo, los engaños, incluso a su propia clase política, se mantienen a la orden del día.

La CIA no ha cambiado, ni cambiará sus métodos sucios, tenebrosos, detestables, que incluyen mucho más que la tortura, también los asesinatos selectivos, los golpes de Estado, y quién sabe cuántos más.

Si bien el presidente Barack Obama suspendió el programa de cárceles secretas y las torturas al asumir el cargo en 2009 y ahora volvió a pronunciarse contra el uso de la tortura, a la que consideró una violación «de los valores estadounidenses», la pregunta se mantiene en el aire: ¿Puede asegurarse que se cumplió la orden presidencial?

Décadas atrás ya esos métodos de interrogatorio fueron considerados «inapropiados», y se mantienen.

Catherine Hawkins, quien forma parte de OpenTheGovernment, un grupo que aboga por la transparencia en el Gobierno estadounidense y sus agencias, ha dicho: «Todos debemos tener miedo de que muchos de estos agentes se encuentran todavía en la CIA y son empleados en el mismo tipo de operaciones cuando ya han demostrado que en ellos no se puede confiar».

Por otro lado, la Casa Blanca habló de la «excepcionalidad» estadounidense y pidió olvidar esta historia, con lo que implanta la impunidad para George W. Bush, su vicepresidente Dick Cheney; el entonces jefe de la CIA, John Tennan, y el otro hacedor de la persecución y las guerras, el ex jefe del Pentágono Ronald Rumsfeld.

Impunidad quiere decir inmunidad, y con ella se da luz verde para que una y otra vez se apliquen las mismas políticas, idénticas prácticas, iguales violaciones y la infinitud del terrorismo de Estado que caracteriza desde hace muchas, muchas décadas al imperio.

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