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Mahathir bin Mohamad, de vuelta

No debe extrañar que Cuba haya saludado prontamente, la reciente asunción de Mahathir Mohamad como primer ministro de Malasia. Conozcamos más de cerca a este dignatario

Autor:

Marina Menéndez Quintero

No debe extrañar que Cuba haya saludado prontamente, la reciente asunción de Mahathir Mohamad como primer ministro de Malasia.

El hombre que ha llegado al poder en esa nación asiática no es un advenedizo en política y menos en economía, aunque no haya egresado de esa carrera sino de Medicina en la University of Malaya de Singapur. Seguramente le han guiado —y le guiarán— en esa materia, su demostrado sentido nacionalista, y ese olfato que da sagacidad a sus acciones.

Lo recuerdo en el año 2010 en La Habana, dictando una conferencia magistral en el XII Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, cuando explicaba con palabras llanas su concepto de convivencia entre las naciones, bajo una óptica que más parecía fruto de su sapiencia de vida que de conceptos acuñados en la teoría.

Mahathir, quien ha defendido «lo asiático» como espacio geográfico y cultural autónomo, alertaba entonces en torno a la necesidad de que cada quien vele y ayude a que su vecino «esté bien», como una forma de asegurar el propio bien para sí mismo. Una verdadera «buena vecindad».   

En efecto, a él se le ha conocido por sus posiciones en defensa del Tercer Mundo. Tanto así que algunos, incluso desde Occidente, le reconocen hoy, no sin cierto tufillo de rencor, como «paladín de la cooperación Sur-Sur».

Si en algo, precisamente, coinciden sus biógrafos, es en destacar su enfrentamiento a las políticas de Occidente, lo que le granjeó la antipatía de los poderosos.

Pero, quizá, la actitud que más lo puso de relievefue su rechazo a aplicar las medidas del FMI cuando la volatilidad del casino financiero que convertía la economía mundial en una ruleta para el año 1997, se cebó en los países del sudeste asiático.

Ante la crisis, Malasia fue el único de sus vecinos que salió de ella sin endeudarse ni obedecer los dictados del Fondo, pues usó sus propias recetas.

Al decir de Fidel en la Cumbre del MNOAL que tuvo lugar en la capital malasia en febrero de 2003, «él supo ganar mucha gloria y prestigio cuando, frente a la grave crisis que sufrió el sudeste asiático, vislumbró caminos nuevos y desafió con audacia métodos odiosos e instituciones temibles.

«Malasia es hoy, a la vista de todos, un país admirable —continuaba el Comandante en Jefe—, gracias en gran parte a su talento, su carácter y su capacidad de dirección».

Aunque su regreso a la primera magistratura ocurre 15 largos años después de dejarla, por voluntad propia, en octubre de 2003, a Mahathir aún se le recuerda también por aquella ejecutoria, durante la cual puso en vigor —sobre todo en la segunda mitad de ese periodo— una línea económica muy propia conocida como Visión 20-20, desapegada de la que dejaron sus antecesores y de la que se implementaba entonces en su región.

Igual que las naciones aledañas —los otros «tigres menores», como le han llamado algunos a Tailandia, Indonesia y Filipinas, y a su propio país—, Mahathir puso el pie en el acelerador del crecimiento y el desarrollo económico y dotó a la nación de una base industrial para que dejara de depender de la agricultura. Y lo logró al tiempo que reducía ostensiblemente la pobreza. Se afirma que entre 1988 y 1996, el país vivió una expansión económica del ocho por ciento, y que el ingreso percápita se duplicó.

No pocos de las fronteras hacia afuera destacan hoy los casi 93 años —que cumplirá en julio—, con que Mahathir Mohamad ha retornado.

Sin embargo, puede entenderse que no ha salido de la arena política en este lapso. De otro modo tampoco habría sido electo con el respaldo de una agrupación política opositora al partido al que históricamente Mahathir perteneció.

Lo logró mediante el sistema parlamentario que él instauró, aunque algunos le tachen como un gobernante de mano dura, mientras quienes le admirandestacan que «dio voz a los pobres y a los oprimidos al tiempo que ampliaba el comercio y la inversión extranjera».

Por demás, puede considerársele un viejo amigo de Cuba. Visitó la Isla en 1997 y volvió en abril del 2000 para participar en la Cumbre Sur. En 2001 recibió al Comandante en Jefe, quien visitó Malasia como parte de una gira asiática y a la vuelta habló con admiración de aquella tierra, que Fidel calificó de «país maravilloso», con «grandiosos recursos naturales y un líder extraordinario, de especial lucidez, que no propició el desarrollo de un capitalismo salvaje». Ello, dijo, explicaba su progreso.

Volvió el líder cubano a Malasia en febrero de 2003 para participar en la XIII Cumbre de los No Alineados, que escogió a Cuba como sede de la próxima cita, en 2006.

Ese año regresó también Mahathir a La Habana para tomar parte en el VIII Encuentro Internacional de Economistas, donde alertó sobre los peligros que la globalización neoliberal representaba para las naciones pobres.

Tales son las cartas credenciales del político que vuelve a tomar las riendas en su patria.

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