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Putin forja alianza estratégica con Kim

La primera cumbre entre el presidente ruso Vladimir Putin y el líder norcoreano Kim Jong-un reveló un amistoso entendimiento de alcance estratégico

Autor:

Leonel Nodal

El encuentro en la legendaria ciudad de Vladivostok, en el Lejano Oriente ruso, se realizó por una invitación de Putin al líder norcoreano, tras el fracaso de la segunda ronda de conversaciones de Kim con Donald Trump, efectuada en febrero pasado en Hanoi.

En la reunión de la capital vietnamita, el Presidente de Estados Unidos exigió la total desnuclearización del país asiático, como condición previa para la suspensión de las cruentas sanciones que asfixian a Corea del Norte, lo que metió la negociación en un callejón sin salida.

Al aceptar el convite de Putin, el máximo dirigente norcoreano envió un claro mensaje a la Casa Blanca: a partir de ahora sumará otro aliado de peso a su lado, al igual que China, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y única potencia nuclear que emula con Washington.

Por su parte, el Presidente ruso asumió el reto de poner a prueba su maestría en el abordaje de complicados conflictos internacionales, mediante una visión apoyada en el derecho y el convincente poder disuasivo de Rusia.

A quienes lo dudan basta recordar la sabia persistencia que permitió a la diplomacia rusa sobreponerse a las campañas orquestadas por Israel en Washington y Occidente para impedir una conclusión exitosa del acuerdo nuclear entre Irán y el Grupo 5+1 en 2015.

Rusia garantizó de forma práctica y efectiva el derecho de Irán a proseguir sus planes de uso pacífico de energía atómica, y la amenaza de una guerra de Estados Unidos e Israel contra el pueblo iraní se disolvió en una mesa de negociaciones.

El acuerdo sigue vigente, a pesar de que Trump lo repudió y rompió el compromiso de la anterior administración que lo firmó. Francia, Inglaterra, Alemania, China y Rusia cerraron filas para hacer valer la razón.

Otro tanto puede decirse de la oportuna y eficaz entrada en acción de Rusia en el llamado conflicto sirio, tras el pedido de asistencia militar, política y diplomática cursado a Moscú por el presidente Bashar al Assad.

La conversación cara a cara entre Putin y Kim, prevista para una hora, duró una más. Las declaraciones fueron contundentes.

El escenario del diálogo en la isla de Russki, cruzando el famoso puente sobre el estrecho del Bósforo Oriental, sirvió de recordatorio —a quienes lo olvidan— de la pertenencia física de Rusia a la región, donde Estados Unidos efectúa frecuentes maniobras militares que amenazan su seguridad y estabilidad.

La cumbre ha sido calificada de histórica por ser el primer viaje del líder norcoreano a Rusia. «Hace siete años que tomé el timón, y solo ahora he podido visitarlo», dijo Kim, quien destacó el «gran amor de su padre por Rusia».

A juzgar por las declaraciones de Putin y Kim, los dos líderes ajustaron un plan conjunto, que seguramente se hará sentir en los próximos meses.

Kim caracterizó como un «nuevo nivel de acuerdo con los requisitos de una nueva era»  el desarrollo y fortalecimiento continuo de «las relaciones estratégicas y amistosas» entre los dos países.

Putin expresó su convicción de que esta cumbre ayudará a normalizar la situación en la península coreana y dio un apoyo explícito a los esfuerzos de Kim por desarrollar el diálogo intercoreano y normalizar las relaciones con EE. UU.

Sobre cómo resolver el problema de la  desnuclearización de Corea del Norte —una demanda que Rusia y China han apoyado en el Consejo de Seguridad de la ONU—, el mandatario ruso dijo que la nación norcoreana  «necesita garantías de su seguridad, de preservación de su soberanía».

Al propio tiempo, demandó que se restablezca la solidez del derecho internacional, para que determine la situación en el mundo y no la «ley del puño».

Rusia también aboga por la desnuclearización completa de la península de Corea, recordó.

«Como norma general, estamos en contra de la propagación de armas de destrucción masiva en todo el mundo», puntualizó el presidente ruso.

Tenemos que dar los primeros pasos para aumentar la confianza. Me parece que, en general, al final, es posible, indicó Putin.

No por mera coincidencia, mientras Kim dialogaba con Putin, en Moscú el ministro de Defensa del país asiático, No Kwang-chol, aprovechó su intervención en la Conferencia de Seguridad Internacional, que se realizaba en la capital rusa, para proclamar que «Washington no podrá poner de rodillas a Corea del Norte mediante sanciones».

Una nueva fase en la búsqueda de la solución negociada parece en curso. El viceministro de Relaciones Exteriores, Sergei Ryabkov, dijo que tan pronto la delegación rusa regresara a Moscú informaría al Gobierno de Estados Unidos sobre el contenido de la cumbre.

A su vez, Putin tenía previsto viajar a China al día siguiente para asistir a una reunión del proyecto de la Ruta de la Seda y se daba por descontado que también pondría al tanto a los líderes chinos de los resultados de sus conversaciones con Kim, según medios moscovitas.

En la ceremonia protocolar de intercambio de regalos, Kim Jong-un obsequió a Putin una espada «que encarna el poder y el alma del pueblo coreano», según dijo. El Presidente ruso regaló al líder norcoreano otra espada y un servicio de té, que incluye los portavasos tradicionales que se usan para tomar infusiones en el tren, vehículo utilizado por Kim para su viaje a Rusia.

La simbólica ceremonia reveló una mutua disposición a poner sus mejores armas al servicio uno del otro, como sello de la nueva alianza.

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