Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los enredos con la misma pita

Autor:

Nelson García Santos

Volvió a sonar lo viejo que se renueva con más ahínco cada cierto lapso disparando la alarma sobre los desmanes en contra de la apetitosa carne roja vendida bajo el sello de la ilegalidad, inducida esta por su escasez o, más exactamente, casi extinción del comercio legal.

¿Que es mucha la tentación por esa proteína? Sí, de acuerdo, tiene mercado seguro, pero nada justifica traspasar la frontera para ir a parar en manos de los matarifes y sus secuaces.

Sin desconocer esa realidad que desata la escasez, la verdad verdadera, de magnitud cósmica, estriba en que la génesis del fenómeno radica en la mala administración que, más allá del hurto y sacrifico, ha incluido otros desmanes, menos divulgados.

¿Cuáles?, por ejemplo, hace un burujón de años expusimos bajo el título La presilla que no aprieta las componendas para realizar un trueque de determinado animal por otro de mejor raza a costilla del rebaño estatal. Se aprovecharon de que era más fácil quebrantar ese modo de identificación basado en descripciones y datos, gracias al dios del descontrol.

Ese mismito que ahora ha hecho renovar la alarma, ante el empuje de los cuatreros, en las instancias de dirección que examinó esa problemática con productores, cooperativistas, la dirección de la Agricultura y otras dependencias involucradas en la infraestructura para mantener la legalidad.

Tampoco resulta necesario hacer un ensayo para explicar por qué ocurre, lo dijimos en la entrada de estas líneas, lo ratifican quienes conocen bien, muy bien, que el gran culpable resulta el deficiente control y la desprotección.

¿Entonces? ¡Hará falta decirlo! Se cae de la mata, hay que restablecer el orden, responsabilidad que recae, especialmente, en las estructuras de dirección, y, además, se introducen determinadas medidas adicionales en pos de buscar el frenazo a la mayor velocidad de las violaciones que ocurren acá y en otras geografías.

Lo que conlleva, según se enfatizó en los análisis, ejercer por parte de los responsables de los animales el debido control, realizar recorridos nocturnos y hasta desplegar la vigilancia comunitaria...

Si bien hay un alza del hurto de equinos y sacrificio de vacunos pertenecientes a las entidades estatales, el mayor impacto se evidencia en productores privados. ¡Y mire, usted, con lo espabilado que se suele ser con lo de uno!

Están claras, clarísimas, las causas, consecuencias y cómo acabar o, al menos, reducir al mínimo esa práctica sin que se enrede la pita.

Porque cuando suena la alarma sobre los desmanes aflora también cierta perplejidad, ¿acaso no se pudo frenar ese desboque de los enredos con la misma pita? ¿Coincidimos?

 

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