Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El cuento de la buena pipa

Autor:

Lázaro Fariñas

La verdad es que la propaganda contra Cuba es como aquel famoso cuento de la buena pipa, el que nunca termina, el que se repite y se vuelve a repetir ad infinitum. Ahora se baja la desprestigiada Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la aun más desprestigiada OEA nada menos que con la acusación de que el Gobierno cubano asesinó a los «disidentes» Oswaldo Payá y Harold Cepero cuando estos viajaban hacia las provincias orientales en el 2012. Los dos «disidentes» iban acompañados con un español que era el que manejaba el carro y un político sueco que lo acompañaba en la parte delantera del vehículo.

En su momento, ambos extranjeros declararon que el chofer había perdido el control y se estrellaron contra un árbol al lado de la carretera. Las fotografías que se tomaron de la parte trasera del vehículo no demostraba tener ningún daño, por lo tanto, estas desmienten la versión que luego  empezó a circular en los medios sociales de que el auto donde viajaban los «disidentes» había sido chocado por atrás con la intención criminal de asesinar a todos los que viajaban en él.

¿Es decir, que las autoridades cubanas, para matar a dos «disidentes» que no representaban nada en la política cubana decidieron sacar de la vía al carro donde estos viajaban para estrellarlos contra un árbol? ¿Un carro donde también viajaban dos políticos extranjeros que le llevaban dinero a Payá y a Cepero para que estos siguieran con su labor de hacer propaganda contra Cuba? ¿Matar a los dos «disidentes» y dejar vivos a los extranjeros? ¿En qué cabeza cabe eso?

¿Cómo alguien en su sano juicio puede creer esa versión de un hecho que quedó más que demostrado que fue un accidente ocurrido por la irresponsabilidad del chofer español, que entre otras cosas, tenía fama de violar cuantas leyes de tráfico existen en España?

La carretera donde ocurrió el trágico accidente estaba en reparación y diferentes anuncios advertían que se  bajara la velocidad de los vehículos. Parece que el español hizo caso omiso de esas advertencias, nada extraño dados los antecedentes de este irresponsable chofer. Por mucho que quisiera frenar le era totalmente imposible poder hacerlo, las condiciones de la carretera se lo hubieran impedido.

Todos los participantes en ese trágico accidente fueron atendidos en los hospitales cubanos. Tanto el sueco como el español fueron dados de alta y, lamentablemente, los dos cubanos fallecieron en el acto. El sueco salió de Cuba y ya en Suecia, declaró que había sido un lamentable accidente, lo mismo hizo el español que fue sentenciado en Cuba por negligencia y poco después fue enviado a España para que acabara de cumplir su sentencia. Claro, que este último no cumplió ni un solo día en las cárceles españolas y poco tiempo después de estar libre en España empezó a hacer declaraciones muy diferentes  de las que había  hecho mientras estaba arrestado en Cuba.

Algo parecido pasó con el sueco, quien poco después de estar en Suecia comenzó a decir todo lo contrario de lo que había dicho a su llegada a aquel país. Como  he escrito al principio de esta columna, es un barraje de propaganda anticubana la que navega en los medios occidentales. No pasa un día en que en la prensa internacional de occidente no salga alguna noticia en  contra de Cuba. Ahora los periódicos norteamericanos están diciendo que los chinos están estableciendo bases militares en el territorio cubano, ya no solamente es una base de espías, sino que también bases militares.

Es una noticia tras otra, es una desinformación constante, es satanizar a Cuba en esos medios para así poder seguir justificando esa criminal política que se mantiene contra nuestra patria.

Cuba no se puede defender contra esos medios y estoy seguro de que el Gobierno cubano lo sabe. Creo que la única vía que tiene la Isla para poder salirse de esta propaganda occidental es olvidarse de ella y dedicarse a buscar la salida por ese nuevo mundo emergente que se está desarrollando con China y Rusia a la cabeza.

Hay que convencerse de que nada se puede esperar de este mundo occidental del cual solo emerge la propaganda anticubana, la misma que afirma que los «disidentes» fueron ultimados por el Gobierno cubano y la misma que afirma que los chinos han invadido a Cuba con bases militares y estaciones de espionaje.

 

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