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Wikipedia no toma SOPA

El apagón virtual realizado este miércoles por la enciclopedia colaborativa más grande de Internet es un acto de protesta contra dos leyes que se cocinan en Estados Unidos

Autor:

Yurisander Guevara

«Advertencia para estudiantes: hagan sus tareas temprano. ¡Wikipedia protestará el miércoles!», trinó este lunes Jimmy Wales en su cuenta de Twitter. Con este anuncio, el fundador de la enciclopedia colaborativa más grande de la red reafirmó su compromiso de rechazo a las nuevas leyes de derecho de autor que por estos días tienen revuelto el mundo digital.

Se trata, por supuesto, de la ley SOPA (Stop Online Piracy Act o Ley para Frenar la Piratería Online) y la ley PIPA (Protect IP Act o Ley de Protección de direcciones IP). La primera, «cocinada» en la Cámara de Representantes, y la segunda orquestada en el Senado, pretenden dar cuerpo legal a la protección de los derechos de autor en la web, pero en realidad tienen un alcance económico y extraterritorial de proporciones enormes.

Es por esto que los gestores de Wikipedia cerraron el portal en su versión en inglés, la más usada por los consumidores de Estados Unidos, con un estimado de 25 millones de visitas diarias.

A la acción de Wikipedia se unieron varias páginas en todo el mundo, como Reddit, un servicio para agregar contenidos. Cuando el usuario accedía, simplemente aparecía un fondo negro, con un mensaje anunciando el cese del servicio por 24 horas. No sería hasta la mañana de hoy que los usuarios pudieron volver a tenerlas disponibles.

La acción podría parecer mínima. Solo 24 horas sin estos servicios no significan nada. Pero, ¿sería igual Internet si desaparecieran estos sitios? Y precisamente de eso se trata la protesta, de crear conciencia entre la población mundial acerca de que en el mundo de hoy Internet es necesario, y los servicios colaborativos también.

Así, poco importó el anuncio del pasado sábado hecho por orden del presidente estadounidense, Barack Obama, acerca de la congelación de ambas leyes «hasta que la Cámara de Representantes y la Cámara de Senadores de Estados Unidos lleguen a un consenso y revisen los aspectos más críticos».

En un comunicado dispuesto en su página web, la Casa Blanca aseguró que no apoyará «legislación que reduzca la libertad de expresión» o «incremente el riesgo de la ciberseguridad. Cualquier esfuerzo por combatir la piratería en Internet debe protegerse contra el riesgo de que se censure en línea la actividad legal y no debe inhibir la innovación de nuestras empresas dinámicas, grandes y pequeñas».

Sin embargo, y a pesar de este guiño a los detractores de las leyes —que de paso son posibles electores a finales de este 2012—, la polémica está todavía muy viva.

Y es que se espera por otro acto de protesta virtual, con la supuesta caída el próximo lunes de gigantes como Google, Facebook y Yahoo!, entre otros. De concretarse la acción, especialmente la de Google, esta empresa afectaría el posicionamiento de la mayoría de los sitios web en nuestro planeta al no indexar sus publicaciones.

No es secreto que el buscador de Google es la principal fuente de tráfico de la mayoría de los sitios, y no aparecer en este es como ser «invisible».

Sin embargo, Google ha justificado su acometida tras declarar en una carta difundida por el portal CNET que «estamos conscientes de las consecuencias irreversibles de nuestro acto, pero es necesario que ellos entiendan que en el mundo moderno lo que se hace en la red ya es parte de la naturaleza humana».

Hasta el momento, el aspecto más discutido de las leyes SOPA y PIPA es la prerrogativa que tendrían las instancias judiciales para bloquear el acceso a dominios DNS de los sitios sospechosos de infringir el derecho de autor, acción que pondría en la picota a la mayoría de los grandes portales del mundo, y significaría la censura de Internet.

En los debates en torno a esta polémica, el consenso es claro en cuanto a la pertinencia de proveer a los autores, de leyes contra la reproducción ilegal de sus contenidos, aspecto que contribuye sobremanera a proteger sus ingresos.

Algunos incluso han dado tímidas soluciones, como bloquear el acceso a sitios que expongan deliberadamente y con fines lucrativos contenidos ajenos, y solo permitir la difusión de contenidos bajo mecanismos económicos que garanticen el pago por el acceso a los productos con ganancias para todos los implicados. Sin embargo, la palabra definitiva aún no aparece en el horizonte de esta película, porque hay muchos intereses millonarios de por medio.

Con sustancia

La ley SOPA es mucho más que la simple protección de los derechos de autor. Lo que pocos han analizado es el costo económico de esta ley. Sí, la ley SOPA significaría millonarios ingresos a partir de los procesos judiciales que causaría.

Un simple ejemplo puede ilustrar el conflicto. Si un sitio web es acusado de violar los derechos de autor por alguien, o alguna compañía, el proceso de demostrar la veracidad o falsedad del asunto se traduciría en gastos millonarios para pagar los abogados de una y otra parte. Por supuesto, la parte más afectada sería la demandada, en tanto los acusadores aparecerán casi siempre en la forma de las grandes transnacionales promotoras de la ley.

Recordemos que los principales ingredientes de esta SOPA los pusieron las asociaciones Cinematográfica, de la Industria Discográfica y de Industrias Farmacéuticas de Estados Unidos, todos «monstruos financieros», que junto al congresista Lamar Smith dieron cuerpo a SOPA.

Si alguna de estas empresas la emprendiera, por ejemplo, contra otro gigante de Internet como Wikipedia, una organización sin fines de lucro, estarían dictando su sentencia de muerte.

Wikipedia no dispone de ingresos netos, en tanto depende de una larga legión de colaboradores y donantes voluntarios para el mantenimiento del sitio. En caso de una batalla legal, los fondos se agotarían inmediatamente. Imaginen entonces los efectos demoledores (y paradójicamente enriquecedores para los emporios citados), que tendría esta ley sobre portales más modestos y de menos presupuesto.

A corto plazo los pequeños sitios estarían en manos de los mayores, lo que constituiría la monopolización definitiva de Internet con una docena de sitios adueñándose de los demás tras «agregarlos» al caldero de SOPA.

¿Cordero o lobo?

En medio de tanta algarabía digital, un «pequeño» escándalo pasó inadvertido para la mayoría de los grandes medios, pero mostró cómo es casi imposible escapar de SOPA, o al menos bien difícil.

Así, el lobo terminó de cordero, pues el congresista Lamar Smith, promotor de esta ley, violó los derechos de autor al utilizar una imagen que encontró en Internet sin dar crédito o pagar por su uso, según reportó una investigación de la revista Vice.

La publicación reveló que el republicano, originario del estado de Texas, utilizó en julio de 2011 una imagen de fondo en su página web oficial que no le pertenece, pues es propiedad del fotógrafo DJ Schulte.

Cuando representantes de Vice se comunicaron con DJ Schulte, este les aseguró que ni Lamar Smith ni nadie de su organización lo buscó para pedirle autorización y usar su imagen.

Lo más impactante del hecho es que el trabajo de DJ Schulte está bajo licencia de Creative Commons, lo cual significa que se pueden usar sus imágenes siempre y cuando le otorguen el crédito.

Si Smith hubiera logrado «cocinar» su SOPA, esta situación le traería más de un problema por el uso inapropiado de la imagen, y fácilmente el fotógrafo podría entablar una acción legal contra el congresista.

Todavía nadie sabe cómo va a terminar esta historia; lo cierto es que las «inocentes» leyes pretenden ampliar el dominio estadounidense de Internet, y convertir a las 3 W en un espacio gris, donde publicar un contenido pueda significar, incluso, terminar en prisión.

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