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Inteligencia sedienta

El desarrollo de la inteligencia artificial generativa viene acompañado de algunas preocupaciones: el consumo de energía y de agua, especialmente de esta última, es una necesidad que será cada vez más imperiosa

 

Autor:

Yurisander Guevara Zaila

Los esposos Morris —Beverly y Jeff—, despertaron un día ante una realidad inusual: no había agua en las tuberías de su casa. El problema comenzó en 2018 luego de que, a unos pocos metros de su propiedad, en el condado de Newton, estado de Georgia, Estados Unidos, Meta iniciara los trabajos para la construcción de un nuevo centro de datos destinado a desarrollar inteligencia artificial (IA).

Con el paso de los años, y miles de dólares gastados en remplazar equipos y tuberías, el problema de los Morris se ha agudizado. Su vivienda consume agua de un pozo, y este comenzó a presentar sedimentos, los cuales se acumulan en todas las acometidas del vital líquido.

El caso no es único. Según reporta The New York Times, a medida que gigantes tecnológicos como Meta construyen centros de datos en la zona, los pozos locales han resultado dañados, el precio del agua municipal se ha disparado y la comisión de agua del condado podría enfrentarse a una escasez de este recurso vital.

La situación se ha vuelto tan grave que el condado de Newton podría experimentar un déficit hídrico para 2030, según un informe del año pasado. Si la autoridad local del agua no puede modernizar sus instalaciones, los residentes podrían verse obligados a racionar el agua. En los próximos dos años, se prevé que las tarifas del agua aumenten un 33 por ciento, por encima del dos por ciento anual habitual, según Blair Northen, alcalde de Mansfield, una ciudad del condado de Newton.

Centros Calientes

Los centros de datos de inteligencia artificial son instalaciones físicas que albergan los enormes recursos informáticos y de almacenamiento que permiten a chatbots como ChatGPT aprender y recordar información. En muchas partes del mundo, estos centros se ubican en grandes almacenes que deben recibir electricidad las 24 horas del día con climas internos estrictamente controlados para que la tecnología funcione a un nivel óptimo.

Por ello, han atraído la atención mediática debido a la gran cantidad de energía que consumen. Según un artículo de investigadores de la Universidad de California Riverside y la Universidad de Texas Arlington, se estima que, en conjunto, los centros de datos de IA utilizan el dos por ciento de toda la electricidad generada a nivel mundial —y esto es solo por ahora, pronto será mucho más, como veremos más adelante.

Sin embargo, se desconoce la cantidad de agua que tragan estas instalaciones. En referencia a los planes del Gobierno para que Reino Unido se convierta en un «líder mundial en inteligencia artificial», el Doctor Venkatesh Uddameri, experto en gestión de recursos hídricos, aseguró a la BBC que un centro de datos típico puede consumir entre 11 millones y 19 millones de litros de agua al día, aproximadamente lo mismo que una ciudad de entre 30 000 y 50 000 habitantes.

En zonas con múltiples centros de datos, esto supone un consumo considerable de los recursos hídricos locales. En Virginia, Estados Unidos, por ejemplo, donde se encuentra la mayor concentración de centros de datos del mundo, el consumo de agua aumentó en dos tercios entre 2019 y 2023, pasando de 1 130 millones de galones a 1 850 millones de galones. Como vemos, es un problema en ascenso.

¿Por qué necesitan tanta agua estos espacios? Los centros de datos de IA consumen agua de dos maneras: directa e indirectamente, y el mayor gasto se produce durante la fase de entrenamiento, o sea, el período en el que la IA recibe datos y se programan sus respuestas.

El consumo indirecto es el agua que se emplea fuera de las instalaciones para la generación de energía. Un ejemplo podría ser el agua utilizada en las torres de refrigeración de las centrales eléctricas de carbón. Aunque los centros de datos de IA no consumen directamente esta agua, su enorme demanda de energía implica que, para mantenerlos en funcionamiento durante todo el día, se utiliza más agua en comparación con otros tipos de instalaciones.

El consumo directo de agua es la que el centro emplea in situ para su propia refrigeración. Casi toda la energía que se suministra a los servidores de un centro de datos se convierte en calor, y el gran tamaño de las unidades solo agrava este problema. Por lo tanto, para mantener temperaturas de funcionamiento estables, el agua pasa por un sistema de intercambio de calor para enfriar los equipos y evitar que se sobrecalienten.

El agua para refrigeración también es necesaria para responder a los cambios de temperatura externa causados por los patrones climáticos estacionales. Esto es especialmente preocupante si consideramos el cambio climático, con veranos cada vez más calurosos, y la consiguiente escasez de agua que se experimenta en todo el mundo. Como resultado, existe la posible implicación de que los centros de datos estén consumiendo agua que debería reservarse para comunidades en riesgo.

 

Titanes en camino

Como hemos explicado antes en esta sección, la inteligencia artificial avanza a un ritmo estremecedor. Sin embargo, las tecnológicas más prominentes en esta esfera quieren dar el salto hacia otra fase. Aunque muchos hablan de la Inteligencia Artificial General, lo que equivaldría a la inteligencia humana, lo cierto es que ese salto necesita de muchos recursos. 

En ese camino, empresas como Meta —que ha desarrollado modelos interesantes de IA pero sin lograr colarse en el top, todavía—, han anunciado ambiciosos planes para un futuro cercano. El lunes último, Mark Zuckerberg, director ejecutivo de la compañía sombrilla de Facebook, Instagram, WhatsApp y Threads, dio a conocer Hyperion, un centro de datos masivo, tan grande como buena parte de Manhattan, en la ciudad de Nueva York. 

Hyperion suministraría cinco gigavatios de potencia computacional al nuevo laboratorio de inteligencia artificial de Meta, según dijo Zuckerberg en una publicación en Threads. Con este movimiento, la empresa busca superar a OpenAI y Google en la competencia por la IA. A eso se añaden recientes reclutamientos de figuras prominentes de esta rama de las ciencias de la computación. 

Así, Meta enfoca sus recursos en la capacidad computacional necesaria para entrenar modelos avanzados de IA. Por eso Ashley Gabriel, portavoz de Meta, confirmó a TechCrunch que el centro estará en Luisiana, donde la empresa ya anunció una inversión de 10 000 millones de dólares en infraestructura de datos. Meta planea operar inicialmente con dos gigavatios para 2030, pero escalará a cinco en los años siguientes.

Al mismo tiempo, prepara otro megaproyecto: Prometeo, un superclúster de IA de un gigavatio que entrará en funcionamiento en 2026. Según Gabriel, estará ubicado en New Albany, Ohio, y hará que Meta esté entre las primeras empresas en controlar centros de datos de tal magnitud.

La expansión de Meta en infraestructura de IA podría equilibrar la competencia con OpenAI, Google DeepMind y Anthropic, tanto en entrenamiento como en despliegue de modelos líderes. También podría atraer más talento especializado, interesado en trabajar con recursos computacionales de primer nivel.

Sin embargo, estos proyectos generan preocupaciones ambientales. Juntos, Prometeo e Hyperion, consumirán energía equivalente a millones de hogares, lo que podría tensionar los suministros eléctricos y de agua allí donde sean edificados, tal y como sucede con los esposos Morris. 

Otras empresas enfrentan críticas similares. CoreWeave, un escalador de tecnología para IA, planea una expansión en Texas que duplicará la demanda eléctrica de una ciudad cercana a Dallas, según Bloomberg. 

A pesar de los riesgos, la industria tecnológica sigue impulsando estos megaproyectos. OpenAI avanza con Stargate, en colaboración con Oracle y SoftBank, mientras que xAI desarrolla su supercomputadora Coloso.

El Gobierno federal estadounidense respalda esta expansión. El presidente Donald Trump participó en el anuncio de Stargate, y es un promotor del crecimiento de la infraestructura de IA. Chris Wright, secretario de Energía, argumentó en The Economist que Estados Unidos debe liderar esta nueva frontera energética, ya que la IA convierte la electricidad en «el producto más valioso: la inteligencia». Para asumir esto, Washington acelerará la producción energética con carbón, energía nuclear, geotérmica y gas natural.

Con este respaldo, se espera que los centros de datos absorban hasta el 20 por ciento del consumo energético de la nación norteña para 2030, frente al 2,5 por ciento de 2022. Si la producción no aumenta rápidamente, las comunidades cercanas podrían enfrentar graves consecuencias. Y, claro está, no es un problema que se circunscriba solo a EE. UU. Allí donde se intente generar inteligencia artificial, harán falta recursos cada vez más ingentes.

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