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Romance en la oficina

Cuatro de cada diez personas con vínculo laboral en el mundo han tenido relaciones íntimas con sus colegas. La mayoría de los países no maneja cifras oficiales sobre el fenómeno, pero el tema despierta la atención en las redes sociales

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y secuestra a la mente racional.

Daniel Goleman

Cuatro de cada diez personas con vínculo laboral en el mundo han tenido relaciones íntimas con sus colegas, estima el sitio web CareerBuilder.com. La causa principal, dice el orientador profesional Stephen Xavier, citado por la revista Forbes, es que cada vez pasamos más tiempo en los centros de trabajo y es ahí donde podemos conocer a más gente.

La mayoría de los países no maneja cifras oficiales sobre el fenómeno, pero el tema despierta la atención en las redes sociales y aparece en muchas telenovelas de moda.

A Sexo Sentido llegó esta preocupación a través del correo y de encuentros organizados en varias provincias, en los que nos comentaban que muchas de esas historias empiezan de mutuo acuerdo y son duraderas, pero otras crecen silenciosamente de un solo lado hasta que un buen día se descubren y el colectivo se divide entre los que ejercen una presión amistosa y los que fomentan la burla sobre los «tortolitos».

Pero incluso si el deseo es mutuo y la historia avanza, estas parejas que se inician en el espacio laboral suelen enfrentar ciertas dudas, desde cómo actuar ante los demás hasta qué estrategias adoptar en caso de ruptura.

Al opinar sobre el tema, foristas del periódico villaclareño Vanguardia evidencian el miedo a que la relación sea malinterpretada por colegas o superiores. Otros sitios virtuales reflejan la preocupación por las posibles fisuras que cualquier desacuerdo laboral genere en el plano íntimo de la relación, ¡o viceversa!, porque es bien difícil separar ambas cosas.

Muchos comentarios giran sobre las apariencias: ¿Y si su prestigio personal se resiente porque le apunten un marido más? ¿Y si ella, que es mi jefa, frena mi desarrollo para que otros no crean que me favorece? ¿Y si no funciona en el sexo y luego se perjudica el buen equipo de trabajo que hacemos? De ahí el desacuerdo en cuanto a hacer público el asunto de inmediato u ocultarlo el mayor tiempo posible… a veces engañados en la creencia de que los demás siguen ciegos ante esa pasión.

Reglas para amar

Más allá de las dudas a nivel personal hay también variedad en las posturas institucionales frente a estos romances, desde reglamentos que los prohíben para evitar el nepotismo hasta gremios cuya tradición favorece la formación de parejas o la entrada del marido o la esposa a la empresa para aumentar el interés en el éxito colectivo.

Según el sitio www.homosapiens. com, los centros laborales pueden beneficiarse con los enamoramientos porque motivan a no faltar, hacen a las personas más creativas, eficientes y productivas, mejoran su humor y hacen más llevadera una carga de trabajo rutinario o estresante, sobre todo si las condiciones materiales no son ideales.

También afirma que cuando una pareja es responsable contagia al resto del equipo con su optimismo y sus ganas de vivir, lo cual, a la larga, favorece los objetivos de la empresa y genera un clima organizacional muy positivo.

Otros sitios apoyan tales criterios, pero también hay quienes auguran que esos romances acaban en un desastre para la institución, porque generan rumores malintencionados o celos profesionales, y si además la relación se maneja sin escrúpulos puede implicar cierto desajuste de la jornada laboral o gastos materiales injustificados (teléfono, correo electrónico, impresora, vehículos, viajes…) que van en detrimento de los propósitos y necesidades de la empresa.

En algunas organizaciones consideran que el amor en estas condiciones atenta contra el capital humano, porque al surgir un romance uno de los implicados debe dejar su puesto para evitar decisiones parcializadas, tal como hemos visto en varios seriales televisivos extranjeros.

Para rematar, muchos empresarios temen que si la relación fracasa y una de las partes no lo acepta con gallardía, puede boicotear el trabajo, caer en actos de acoso sexual, ventilar en público intimidades penosas y hasta iniciar una pelea si descubre que su ex tiene otro romance dentro o fuera de la institución.

Por eso se recomienda «diseñar» la ruptura casi con más cuidado que la relación, actuando con civismo y sentido de pertenencia para no perder la compostura innecesariamente.

Eso implica elegir bien el momento para discutir (¡fuera del horario de oficina, por supuesto!), organizar a quiénes se informará del hecho, dentro de lo posible acordar qué días u horas trabajará cada cual, para evitar encontronazos y hasta «repartirse» las amistades para no agobiarlas con quejas o comprometer su lealtad más de la cuenta.

Sí, porque algunas de esas pasiones pueden desarrollarse en varias temporadas, como las novelas modernas, y las peleas públicas suelen perjudicar el clima de trabajo, además de que manchan el prestigio profesional de ambos con serios contratiempos que nadie puede borrar después.

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