Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cada tanda lleva su boleto

En la adolescencia y la adultez, no es no: si tu siquis no está a gusto, así haya afecto o deseo, tienes derecho a pedir pausa para resolver el obstáculo entre ambos

Autor:

Mileyda Menéndez

Lo que la risa es para la infancia, el sexo es para la adolescencia.

Martha Beck (socióloga y periodista)

 

Una adolescente nos contactó esta semana para pedir ayuda sobre su vida sexual. En su familia no saben que ya inició, pero lo sospechan, porque el noviazgo ha durado un año y ambos tienen casi 18. La abuela escuchó sobre Senti2 en la radio y le dio a la nieta nuestro contacto. Esta es su historia, similar a la de muchas parejas en esa edad, y no hoy, sino desde hace medio siglo.

«Empezamos con caricias y besos, luego masturbación mutua y con los meses llegamos a sexo oral, anal y penetración. Los primeros pasos los disfruté, pero los dos últimos para nada, ni siquiera me acerqué al orgasmo y sí tuve mucho dolor.

«No me siento lista, y diría que él tampoco, pero dice que si ya empezamos hay que seguir. Por lo que escucho de otras mujeres, si lo hago para complacerlo terminaré frustrada y de todas formas lo perderé, a menos que finja que me gusta su guion, que es torpe y caótico. No rompo porque lo amo y porque sé que con otros pasaría igual, y ahora mismo dudo hasta de mi orientación o mi capacidad sexual.

«Otra cosa que me molesta es que en su grupo lo presionan para que cuente y él dice que todo va de máximo. La chica de su mejor amigo me ha dicho que ellos ni siquiera lo han hecho y el novio igual inventa para quedar bien. Me molesta que sean tan inmaduros. En casa no puedo hablar de esto, y mis amigas tampoco, y cuando viene alguien a la escuela a dar una charla (que es raro) los varones no escuchan, creen que mejor aprenden con el porno. Tengo muchas dudas y ni con mi novio las puedo hablar».

Consentimiento y comodidad

Lo primero a saber, en cualquier edad y tipo de vínculo, es que cada encuentro erótico lleva consentimiento mutuo. Sin ese requisito es una agresión física y sicológica que puede tener repercusión penal. En Senti2 decimos que tener sexo es como ir al cine: la película está ahí, pero tienes que sacar boleto para cada tanda, y eso lleva su ritual social.

En la adolescencia y la adultez, no es no: si tu siquis no está a gusto, así haya afecto o deseo, tienes derecho a pedir pausa para resolver el obstáculo entre ambos o con ayuda profesional. Puede ser un ambiente desagradable, dudas morales, una técnica incorrecta, otras prioridades, malestar físico, complejos, traumas... Si continúas contra tu voluntad no te respetas y la experiencia no logra su propósito de mejorar los lazos, descubrir tu potencial como amante o relajarte para hacer otras tareas con optimismo.

En el sexo, comodidad y atracción son igual de importantes. Eso implica asertividad, amor propio, metas claras. Mejor si es desde la iniciación, pero se puede cultivar en cualquier momento.

Hay quien elige culpar a la otra parte de incompetente y cambiar de pareja, pero si no cambia de actitud su problema persiste, sobre todo cuando apuesta por relaciones en las que ambos son objetos y no sujetos de una búsqueda interior.

Olvídate de guiones o manuales: sigue tu intuición, explora tu cuerpo en distintos horarios y lugares, varía ritmos y texturas, guía a tu pareja con gestos o palabras, potencia tus zonas sensibles, y mientras no descubras lo que te abre al placer, o no dialoguen sobre tus necesidades, no cedas a demandas que te generen incomodidad, dolor o humillación.

Como escribía otra adolescente, no es agradable ser un medio para la felicidad de la otra persona, a menos que garantices la tuya, sea o no a través del orgasmo.
El otro elemento interesante es ese debate fantasioso entre chicos. Y sí, es inmadurez, pero también pasa entre adultos porque está más relacionado con la cultura que con la edad. En estos tiempos de hipercomunicación el riesgo es altísimo, pues algunos son capaces de trucar fotos y videos íntimos para «probar» superioridad, o cuando menos normalidad, entendida como lo que por norma dicen hacer los otros.

Cuando comprenden que no logran el éxito del que alardean porque no ponen empeño en conseguirlo, o concientizan que exponen a su pareja al acoso o el chantaje, esa práctica cesa. Y si no, además de una sugerible ruptura, cabe denunciarles por delitos como calumnia o ultraje sexual.

El erotismo necesita magia, comunicación... y también un contexto ético y legal ejercido por todos los individuos implicados. Por eso hay que fomentar el diálogo en espacios seguros como la familia, la escuela, los servicios de salud... y puedes contar con proyectos como el nuestro, que promueven una sexualidad responsable, placentera y feliz.

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