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La moraleja de una historia

El pasado 18 de junio, Idelmis Pérez Tassé, en nombre del colectivo del Hogar de Ancianos Alfredo Sugve, del municipio santiaguero de Mella, denunció aquí que hacía más de un año se le había asignado una lavadora industrial a ese centro, ¡y aún no se había instalado!

Idelmis refería los avatares, obstáculos y pretextos que se interponían una y otra vez para que fructificara una decisión del Ministerio de Salud Pública que favorecería el bienestar de los ancianos y el trabajo del Hogar.

Al respecto, responden dos instituciones aludidas en la denuncia:

La primera es la carta de Aymara Pérez Alonso, especialista general de Atención a la Población de Copextel, entidad encargada del montaje de la lavadora y de su puesta en marcha «a partir de requerimientos físicos y técnicos conciliados previamente con la entidad a la que se le presta dicho servicio», recalca ella.

En cuanto al caso, precisa, realizaron varias visitas al Hogar hasta estar creadas las condiciones para su instalación, teniendo en cuenta las recomendaciones de los técnicos. Entre el 29 de junio y el 3 de julio se culminaron los trabajos pendientes y quedó instalada la lavadora.

«Sentimos las afectaciones que se presentaron en el Hogar; aún así, consideramos de gran importancia el riguroso cumplimiento de los procedimientos de montaje y puesta en marcha, teniendo en cuenta el alto costo que representa para el país».

Y la doctora Tania Bárbara Guerrero Pupo, jefa de Atención a la Población del Ministerio de Salud Pública, responde que «existió tardanza e irresponsabilidad en el proceso de instalación de la lavadora, independientemente de la necesidad de un hidropesor y de corriente trifásica para garantizar el funcionamiento de la misma».

Manifiesta que hubo lentitud y falta de exigencia a Copextel y a la Empresa Eléctrica para la solución del montaje de la lavadora y del servicio eléctrico que demandaba.

También, según la doctora Tania, en ese tiempo sin lavadora hubo problemas en la organización e inadecuada atención por los directivos del Hogar para el traslado de la ropa al hospital Ezequiel Miranda Díaz, con el fin de lavarla, lo que creó malestar entre las trabajadoras, pues se dificultaba su retorno al Hogar por falta de transporte.

Señala que ante las insuficiencias identificadas, y luego de un riguroso análisis con todos los implicados, la comisión de cuadros de la Dirección Municipal de Salud les hizo un señalamiento crítico al director y al administrador del Hogar.

El inversionista de la Dirección Municipal de Salud fue trasladado a otra plaza de menor remuneración, con pérdida de la que ocupaba. Y el Consejo de la Administración Municipal de Mella aplicó una amonestación al Director Municipal de Salud.

Y al Director Provincial de Salud se le hicieron sendos señalamientos críticos por el Consejo de la Administración Provincial de Santiago de Cuba, en reunión presidida por el Primer Secretario del Partido en la provincia; y también por el Ministro de Salud Pública.

Agradezco ambas respuestas, y alerto de la moraleja final: No siempre son los recursos los que faltan. Algo aprobado al más alto nivel puede dormitar entre la negligencia y la inconstancia, por la falta de supervisión a diferentes niveles. ¿Quiénes lo sufrieron? Los ancianos y los trabajadores del Hogar.

Dos de cada diez…
Camilo Rodríguez Aguilar (calle 73 no. 3, reparto Viet Nam, Jobabo, Las Tunas) pregunta:

«¿Quién controla la calidad de las producciones de la Empresa Nacional de Fósforos? ¿Por qué las producciones de las fábricas Capitana Cristina Pérez Pérez, de Manuel Tames, en Guantánamo, y Paquito Borrero Lavadí, de Palma Soriano, en Santiago de Cuba, tienen tan poca calidad?

«Pude comprobarlo durante los días del huracán Irma, cuando carecíamos de electricidad y teníamos que alumbrarnos con velas. De cada diez fósforos encendían dos como promedio. Prácticamente no tienen cabeza. Cuando se frotan sobre la lija se les cae. En ocasiones tratan de encender, pero se apagan en el acto. Y la lija ni hablar: un desastre».

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