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Ojos de fuego

Cuba cuenta ahora con un Centro Nacional de Monitoreo de Incendios Forestales. A través de imágenes satelitales puede determinarse varios detalles del foco de calor para desencadenar las medidas que lo enfrenten. Sin embargo, lo más eficiente seguirá siendo la conciencia preventiva

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

«Caramba, hasta en este hueco me descubrieron!». Así exclamó, asombrado, aquel campesino de la zona oriental del país cuando los guardabosques llegaron hasta él. Quemaba los residuos de la cosecha y, como el lugar era de pequeñas dimensiones, no recurrió a las entidades correspondientes para solicitar la autorización requerida para hacer uso del fuego.

Esta es una de las prácticas más comunes y riesgosas en el país para la ocurrencia y expansión de los incendios, ejemplo de violación de la ley, que algunos creen que pueden cometer con total impunidad.

Solo que en los últimos tiempos la infracción puede ser detectada a través de las herramientas tecnológicas de que dispone el Centro Nacional de Monitoreo de Incendios Forestales.

Desde el pasado día 10 de enero —mes en el que se inició la Campaña de Protección contra esos siniestros— se activó este Centro, con el objetivo de detectar con inmediatez cualquier anomalía y desencadenar, rápidamente, el aviso a los territorios afectados.

La precisión y evaluación preliminar del lugar del hecho forma parte de las tareas que desarrolla esa entidad, además de su monitoreo constante y el seguimiento de las fuerzas y medios que participan en su extinción. Entre sus tareas está además la actualización diaria de la base de datos de incendios forestales, lo cual es otra de las ventajas que ofrece esta herramienta.

Según detalló Martín Chávez Blanco, primer especialista del Departamento del Manejo del Fuego y responsable del Centro Nacional de Monitoreo de Incendios Forestales, aunque su denominación oficial indique solo la detección de estos desastres, es necesario destacar que con él también se localizan focos de calor en zonas rurales, ya sea en terrenos de siembra de caña y cítricos, en la maleza, en hierbazales de ciénaga y en cayerías.

«Hasta el lunes último se han reportado en el país 190 incendios, los que han afectado 1 236 hectáreas de bosques y 1 040 de herbazales de ciénagas. De ese total de siniestros, 42 fueron detectados por el Centro. Ante nuestro aviso a las entidades correspondientes en el territorio, se ha comprobado que se hacían quemas sin la autorización necesaria, la que debe ser otorgada por el Cuerpo de Guardabosques, en el caso de los bosques y sus colindancias, o por otras instituciones si se trata de otras áreas», explicó Chávez, quien rememoró los tiempos en que esa misma labor se hacía solo con una libreta y un teléfono.

«Ante esa situación —agregó— estamos facultados para aplicar el sistema de contravención, según establece la Ley Forestal, pero ya a esas instancias imponer una multa es como perder la pelea.

«El desarrollo de una conciencia proambiental y el reconocimiento de los daños que ocasiona un incendio forestal desde el punto de vista económico y sanitario, también pueden lograrse a través del trabajo educativo y preventivo en las áreas, sin que se llegue a la sanción», acotó el especialista.

¿Cómo, cuándo y cuánto?

¿Cómo fue posible detectar la violación del campesino con que inicia este reportaje? Las herramientas tecnológicas del Centro Nacional de Monitoreo de Incendios Forestales en la capital y las de los diferentes puntos de trabajo que, similares a este, se encuentran en la mayoría de los territorios del país, tienen la respuesta.

Armando Duany Dangel, especialista del Departamento del Manejo del Fuego, explica que a través de un acceso vía Internet al Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales de Brasil se obtiene la información preliminar (focos de calor) de un posible incendio en áreas rurales de nuestro país.

«Este instituto monitorea la ocurrencia de estos desastres en nuestra área geográfica y la información que brinda (detección satelital) es reprocesada en el Centro de Monitoreo haciendo uso de los sistemas de información geográfica.

«En este sistema ubicamos los focos de calor a partir de sus coordenadas y ampliamos la información haciendo uso de capas informativas, tales como división político- administrativa, cobertura forestal del país, áreas protegidas, cuencas hidrográficas, relieve, viales, entre otras, hasta obtener un mapa de nuestro archipiélago lo más detallado posible», añadió Duany, quien además atiende el área de Alerta, detección y combate de incendios forestales.

Con probada exactitud y en tiempo real, insistió, puede determinarse no solo la provincia y municipio donde se sitúa el foco de calor, sino también si este se encuentra sobre un área perteneciente a una empresa forestal, puede conocerse a qué lote y rodal pertenece, y con ello saber qué especies pueden ser afectadas, su edad, y otras informaciones de interés, obtenidas a partir de la ordenación forestal del país.

Sin dudas, acota Chávez Blanco, este Centro de Monitoreo es una herramienta muy eficaz que facilita la detección de los incendios forestales y su rápido enfrentamiento y contribuirá a cumplir el indicador de extinguir el 70 por ciento de los incendios forestales antes de que afecten más de cinco hectáreas.

No obstante, enfatiza, este Centro no basta por sí solo. Su integración al sistema de detección del Cuerpo de Guardabosques, conformado por las torres, puntos y puestos de observación, las unidades de detección aérea y el guardabosque de a pie es vital, en calidad de complemento de sus funciones.

«Contamos con la tecnología, felizmente, pero solo como complemento. El guardabosque en el terreno es el eslabón fundamental, y es quien realmente puede ver más y mejor, sin confiarse en estas herramientas tecnológicas, porque es posible que con este sistema algunos incendios no se detecten, por ejemplo, aquellos que ocurren en superficies de bosques muy tupidos que impiden su visualización a través de los satélites.

«Son ellos los que juegan el papel preponderante en obtener de la gente la sensibilidad necesaria para evitar que, junto a la sequía, la escasez de precipitaciones y otros factores climáticos adversos, las negligencias y las indisciplinas sigan en aumento y sean la causa principal de la ocurrencia de los incendios forestales en el país.

En el año 2011 esas catástrofes alcanzaron la cifra récord de 723, con una afectación total de 20 404,55 hectáreas de bosques, de los cuales 695 se reportaron solo en el período de enero a mayo, lo que representa el 96 por ciento de lo ocurrido en todo el año», concluyó Chávez.

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