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Por qué no vamos al jardín

Un paraíso natural de Cuba no recibe la lluvia de visitas de jóvenes que supone la lógica. Hay estrategias al respecto, pero...

Autor:

Osviel Castro Medel

GUISA, Granma.— Es un lugar asombroso. Y no solo por la abundancia de maravillas silvestres, también por la humedad que desprenden los árboles y la quietud reinante.

Allí, entre aromas que fascinan, habitan gigantes portentosos, ejemplares de la flora que ya tienen barbas o animales llamativos como el tocororo. Por cierto, en ese edén, ubicado en la localidad de Los Mameyes, convergen los tres atributos nacionales, porque además de la citada ave hay poblaciones de palmas reales y de mariposas.

Los cactus llaman la atención de visitantes nacionales y extranjeros. Foto: Rafael Martínez Aria

Cualquiera, al llegar, se impacta con el llamado «bosque de los gigantes» —el cual cuenta con árboles mayores de 200 años, con ejemplares de aceitillo, manajú, ceiba—; o al mirar los umbráculos de orquídeas y otras plantas exóticas, el montículo rocoso de los cactus u otra de las 15 áreas botánicas.

Sin embargo, a ese paraíso natural, el Jardín Botánico Cupaynicú, de Guisa, no le llueven visitas, como supone la lógica.

¿Por qué? Esa fue la primera pregunta que se hizo JR cuando recorrió por primera vez este sitio de 105 hectáreas y 2 020 especies botánicas, considerado el más natural de los 11 de su tipo en el país y el tercero en importancia, detrás del Jardín Botánico Nacional y el Jardín Botánico de Cienfuegos.

Con la Piragua no basta

Susana y Luis Alberto, de 26 y 32 años, respectivamente, son del municipio de Jiguaní y han estado más de diez veces en el Jardín; mas, solo han «chocado» en una oportunidad con las plantas.

«El lugar es atractivo; se pasa un buen rato en el restaurante, pero a la mayoría no nos interesa el mundo de la botánica», apunta él.

«Es una opción recreativa interesante, sobre todo para los jóvenes, que muchas veces decimos que no hay alternativas y sí existen, como esta», reconoce Susana.

Ellos creen que la ubicación del sitio, unos tres kilómetros adentro de la carretera que une a Bayamo con Guisa, conspira contra la afluencia de público porque «no es fácil ir a pie» desde la carretera.

«El transporte siempre fue una complicación, aunque en una época, en los meses de verano, se aseguraban varios viajes», atestigua al respecto Yolenni Rodríguez Paneque, directora de esta institución, que fue fundada en noviembre de 1981.

Yolenni, la directora del Jardín, cree que allí pueden funcionar más círculos de interés y más eventos juveniles. Foto: Osviel Castro

Hace unos meses comenzó a funcionar un bus semiabierto, La Piragua, que parte desde Bayamo y recorre sitios de interés de la provincia, entre estos el Cupaynicú. «Desde entonces ha crecido el número de visitantes nacionales e internacionales; de todas formas todavía no tiene la aceptación que soñamos», dice Yolenni.

La tendencia histórica es que por ese paraje pasen, como promedio cada mes, unas mil personas. En 2015, por ejemplo, lo visitaron poco más de 13 000 clientes.

Sin embargo, no se conoce cuántos de ellos se interesaron de verdad por aprender acerca del manejo y la conservación de las plantas, el cuidado del medio ambiente o las características del jardín.

Tal vez lo más llamativo resulte la cantidad registrada de niños, adolescentes y jóvenes. En los dos primeros meses del año, por ejemplo, de los 1 566 nacionales que estuvieron en ese lugar, solo 478 pertenecen a ese grupo etario.

«No se ha creado cultura botánica en los jóvenes, ni siquiera en los del municipio de Guisa, quienes se están perdiendo encantos», afirma categórica Liliet Bárzaga Chacón, una muchacha residente en el territorio.

Ella agrega que todavía en ese poblado hay personas que ni se imaginan cómo es ese sitio, sus atractivos y su importancia como pulmón natural.

Buscar más opciones

Uno de los «pesares» de la directora del Cupaynicú está relacionado, precisamente, con los niños, «porque no existe una estrategia pensada para traerlos aquí». Y en consonancia con ese criterio dice que, aunque funcionan varios círculos de interés vinculados a la institución, aún «falta empuje» desde organismos como Educación.

Al respecto Jenny Escobedo Chávez, directora municipal de ese sector en Guisa, explicó que es cierto que este hermoso vergel se debe explotar más por los pioneros y que, cuando falte el transporte, se pueden organizar caminatas en horarios en que no castigue mucho el sol.

De cualquier modo hay que pensar, también, en los preuniversitarios cercanos de Bayamo y Jiguaní y de otros territorios que no quedan tan distantes.

«Aunque hay opciones como la compra de plantas, excursiones especializadas por senderos, oportunidades para hacer un picnic y la posibilidad de hacerse fotos, entre otras, se pudieran incrementar las alternativas para los niños y jóvenes, desde la gastronomía y otros servicios», comenta Vismar Núñez Guerrero, primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas en Guisa, quien también reconoce que las visitas de ese sector poblacional han de «intencionarse» mejor.

Epílogo

Cuando JR se marchaba del Cupaynicú encontró a uno de sus trabajadores insignia, Luis Catasús Guerra, una eminencia cubana, Doctor en Ciencias Biológicas y el único agrostólogo de la nación, graduado en esa especialidad —que estudia las gramíneas— en la antigua Unión Soviética. Pero su obra merecería una página entera de este periódico.

Él nos dejó una sentencia que todavía flota en el aire y que debiera entenderse por quienes, viejos o nuevos, pasan de largo sin comprender los encantos de la naturaleza: «Las plantas tienen magia, atrapan, seducen y hasta pueden cambiarte la vida».

Singularidades

El Jardín Botánico Cupaynicú debe su nombre al arroyo homónimo que lo atraviesa. Esta particularidad no es la única pues en el lugar, además de las miles de plantas que crecen en su medio natural —sin ser «importadas», como en otros jardines—, habitan ejemplares llamativos de la fauna como los carpinteros churroso y jabao, la cartacuba, el zunzún, la codorniz, la jutía conga, el camaleón azul y la llamativa lagartija de hojarasca, considerada un «fósil viviente». Sumemos la existencia de una muy completa colección de plantas medicinales, la cual agrupa cerca de 300 especies entre árboles, arbustos y hierbas con propiedades curativas citadas en la farmacopea popular.

Estimulados por las autoridades de la provincia, los más de 80 trabajadores del jardín intentan potenciar este Edén natural como lugar para la recreación y el desarrollo de una cultura botánica y medioambiental; por eso se han ejecutado mejoras en la infraestructura de la institución y se han colocado carteles en las principales carreteras cercanas anunciando este indiscutible paraíso.

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