Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Selección de poemas del habanero Omar Pérez

Omar Pérez (La Habana, 1964). Poeta y traductor. Entre sus libros publicados se encuentran Algo de lo sagrado (1996), ¿Oíste hablar del gato de pelea? (1998), Canciones y letanías (2002), todos de poesía, así como el de ensayos La perseverancia de un hombre oscuro (1999)

Autor:

Juventud Rebelde

RETRATO

En cuanto cárcel, le basta con las nubes

En cuanto recio, le basta el ruiseñor

En cuanto Adán, sigue al Adán que sube

Por la corteza del ser y llega al sol.

 

Del canto practica el estornudo

De la ballena, y el mar es su canción

La risa le sucede con el rudo

Entrelazarse del caso y la razón.

 

No tiene alas para ascender la cuesta,

No tiene pies para vivir despacio

Vino a este mundo para perder l´apuesta

En una choza con puertas de palacio.

 

No cree en el dios personal, pero consigue

Desde el árbol de luz que lo persigue

Conversar, mucho o casi, con la vida

 

Cree en la brisa, en la historia natural

Del amor, la simetría fatal

De la jícara y una vela prendida.

 

OTRA VARIACIÓN SOBRE UN TEXTO DE DYLAN

                                                 I followed sleep...

Me adormecí

      me adormisté

me amisté con el sueño

                  me mecí

me adormentí

              me adormilé

me adoré en el ensueño

            me mentí

me adorsumí

          m’ enamoré

me amorticé en el beso

           y me morí

me naturalicé

       me mineralecí

me vegetalicé

          te conocí

me amortecí, me amaneré

              enmorecí en el verso

                  me crecí

y me creí, me funcioné

                   me anomalí y me mortalicé

clara molicie, malestar del verso

fuerza de mar, cáncer y sol en el reverso.

 

ESTO

Este amor, vasto como una lechuga

claro como estrella rústica

se hace acompañar por bandadas de arcoiris

hasta la última cascada;

voraces espejismos, puede ser.

Todo lo que baja debe subir por escarpada estría

como escalar un brazo de guitarra,

todo lo que sube, y escala

                                     trabajósamente

como abeja encantada, encadenada

a su eterno fluir entre los almacenes

de la rosa,

debe bajar, como se baja

desde ciertas colinas hasta el mar.

No queda tiempo sino para volar

al fin de las regatas

y abrirse, como esa palangana azul,

                                       bajo la lluvia

último amor y último recurso.

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