Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un hombre más allá de sus fronteras

El editor de libros como Platero y yo y Ese niño La Edad de Oro conversa sobre su vida, su trabajo y la literatura cubana concebida para los más jóvenes

Autor:

Luis Alejandro Rivera Paredes

Como parte de la inauguración de la 20 Feria Internacional del Libro Cuba 2011, en la subsede del capitalino Pabellón Cuba tuvo lugar la presentación de la nueva edición del libro Había una vez..., de la Editorial Gente Nueva, la cual estuvo a cargo del licenciado en Lengua y Literatura Hispánica Esteban Llorach Ramos. En conversación con él pudimos conocer sus visiones sobre la literatura infantil, a la cual ha dedicado la mayor parte de su quehacer.

—¿Por qué en su obra se acerca mayormente a los niños y jóvenes?

—Eso tiene múltiples razones. Primero, yo era un lector voraz de todo lo que pertenecía a esa literatura. En mi familia había personas que coleccionaban los llamados muñequitos o comics, que me trajeron no solo a la literatura, sino más allá, a la historia, a la arquitectura, a la vida de héroes, a los grandes biógrafos.

«Gracias a lo que te expliqué, pude ver que existía otro mundo, que otra realidad era posible y que te podías insertar en ella. Tal vez por eso me inclino a lo infantil, y además porque no pocas personas me indujeron a investigar, entre ellos Vicentina Antuñez, la doctora Beatriz Maggi y Roberto Fernández Retamar, quien nos impartía tres asignaturas distintas; además de Teté Blanco, Premio Nacional de Edición.

«Creo que todo eso confluyó en que cuando terminé la Escuela de Letras, y me preguntaron en el Instituto Cubano del Libro para dónde iba a trabajar, yo dijera convencido todo el tiempo: ¡para la Editorial Gente Nueva!».

—¿Y cuáles fueron los motivos de tal decisión?

—Recuerdo que me preguntaron: ¿Y por qué con tu expediente escoges Gente Nueva y no otra editorial para adultos? Yo respondí que lo hacía porque los niños están en el centro de la vida de cualquier país, y a mí me interesaba y me interesa trabajar, como decían Martí y el Che, con todo aquello que se pueda moldear para que sea mejor y responda mejor. Si lo logré o no, con 27 antologías publicadas, un montón de libros editados y clases dadas en distintos órdenes, que lo diga la vida, pero por lo menos yo me esforcé en hacerlo.

—Durante la presentación de este nuevo Había una vez..., notamos su constante emoción al hablar de Gente Nueva. ¿Por qué?

—Que nosotros lleguemos a la Feria con la mayor cantidad de títulos dentro del Instituto Cubano del Libro, títulos eminentemente complejos pero enriquecedores, habla de un colectivo que nunca ha creído que las tareas sean pocas o mínimas. Por el contrario, las tareas son retos que hay que vencer, sobre todo, con la dignidad de este pueblo indiscutiblemente muy noble, que ha sabido enfrentarse no solo al bloqueo, sino a la burocracia interna.

«Y pienso junto con el presidente Raúl que sí se puede. ¡Ah!, para que sí se pueda, tú y yo, y el otro, y el otro, tenemos que estar convencidos de que nuestro pedacito es “El Pedacito”, es lo más importante, lo más interesante, desde donde podemos de verdad incidir en las nuevas generaciones de las que formamos parte (porque la edad para mí es un acto mental).

«Ese espíritu juvenil me ha permitido que todavía hoy me pueda sumar a un reto como este Había una vez..., que no gesté y que, sin embargo, veo con el mismo cariño que los libros que están en la Feria y sí hice».

—¿Cómo se sintió formando parte del empeño de la Biblioteca Familiar?

—Me emociona el hecho de que el Ministerio de Cultura confiara en mí para estar al frente de la parte técnica, de que el Instituto cubano del Libro me apoyase en todo, de que las casas editoriales del país confiasen en alguien que no era dirigente para aglutinar a todo un equipo de periodistas, creadores, ilustradores, que se necesitan para un exitoso resultado final.

«Es esencial lograr que un libro cumpla con su primera función: atraer; aunque tenga que hacerlo desde la pobreza del papel de los periolibros, con el mínimo de recursos, sin todas las condiciones. Supe hace un tiempo que en las mesetas venezolanas se utilizaba la Biblioteca Familiar para enseñar a leer a los niños y al campesinado. Creo que eso habla más a favor de esta Revolución y del esfuerzo del Instituto Cubano del Libro, que cualquier cosa que nosotros, que estamos implicados, podamos decir».

—¿Qué lugar ocupa, según su punto de vista, la literatura infantil en la sociedad?

—Hoy por hoy creo que un buen libro para niños o jóvenes no tiene nada que envidiarle al Quijote, con todo y que sea el monumento de la lengua; no tiene absolutamente nada que envidiarle a William Shakespeare. Y la Biblioteca Familiar lo demostró, porque pudimos meter en un solo cajón libros para las primeras edades, para la adolescencia y para los adultos; y la gente se los intercambiaba sin tener en cuenta la edad.

«Pienso que esa ha sido una de las experiencias más enriquecedoras para mí como editor: haber podido constatar hasta dónde un esfuerzo de la Revolución como la Biblioteca Familiar, logró que todo el mundo se acercara a autores que habían oído mencionar y que no habían tenido a mano, además de haber sumado a un grupo grande de personas para hacer los prólogos, el diseño, las ilustraciones».

—¿Qué significa para la actualidad literaria cubana este volumen de Había una vez...?

—Para el día de hoy es la mejor edición posible que podemos hacer. Actualmente vivimos otros tiempos y tenemos otras posibilidades. Nuestra casa editorial se enorgullece de poder regalar tal joya literaria con una magnitud de calidad como la que tiene con respecto a otros títulos de la Feria del Libro en este 2011.

—¿Cuáles son los valores presentes en el libro que espera ver fomentados en la sociedad?

—Pienso en el valor de la familia, el de la unidad, el del respeto a la otredad, el de saber qué cosa es la sociedad; cómo sin independencia no vamos a lograr nada, cómo la solidaridad tiene que formar parte de nuestro quehacer diario entretejida en la familia, en la cuadra, el barrio, el país.

—¿Cuáles son sus consideraciones acerca del hábito de lectura en la Cuba de hoy?

—Cuba es una sola. Es un país largo y estrecho, lleno de vericuetos, de características geográficas, pero no ha sido problema para que el Instituto Cubano del Libro y el Ministerio de Cultura hayan llevado nuestras ediciones a las cumbres de las montañas, a los lugares más inhóspitos del archipiélago.

«Cada vez más la tarea del Instituto Cubano del Libro y de sus casas editoriales deberá ser darle a la gente la oportunidad de leer. Quedará de parte del público aprovechar o no lo ofrecido, ser o no ciudadanos mas conscientes, capaces de transformar su realidad, de tener una mentalidad científico técnica. Creo que el país completo tiene que llegar a una nueva definición de lo que publicamos, priorizar el conocimiento científico técnico en todos los órdenes. Esa tiene que ser una tarea de todos y no un asunto centralizado del cual solo se ocupe el Estado».

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