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El amor en los tiempos de Claudia y la concordia en los de Traba

Las obras Goo y el amor, de Claudia Apablaza y La concordia, del cubano Evelio Traba, destacaron por su calidad literaria y proyecciones ideoestéticas entre los textos que se presentaron al III Concurso Latinoamericano y Caribeño ALBA 2012

Autor:

Marilyn Bobes

Entre los 99 textos presentados al III Concurso Latinoamericano y Caribeño ALBA 2012 hubo muchos cuya calidad literaria y proyecciones ideoestéticas sedujeron de inmediato a los jurados.

Sin embargo, Goo y el amor, de Claudia Apablaza (Rancagua, Chile, 1978) y La concordia, del cubano bayamés Evelio Traba, de 27 años de edad, concitaron las mayores discusiones pese a las grandes diferencias temáticas y estilísticas que los hacían poco menos que incomparables.

Nadie pudo objetar que el libro de Claudia era el más inquietante. Se trata de una reflexión muy contemporánea sobre un tema tan universal como el amor visto a través de la demitificación de aquel cuento de La Bella Durmiente, que nos cautivó de pequeños pero que introducía en los cerebros de las niñas, especialmente, la ilusión de un dudoso final feliz y una predestinación a la salvación por intermedio de un príncipe encantado, capaz de sobreponerse a todos los obstáculos y resucitar a su amada de los maleficios de la muerte con el beso casto de un amor sacralizado y sin conflictualidad.

Apablaza hacía una relectura de la fábula introduciendo elementos que solo el siglo XXI podía realizar. En su texto, escrito con pulcritud y en un estilo angustioso y de desesperante agilidad, nos introducía en el mundo de la informática, el erotismo, la soledad y la muerte valiéndose de recursos tan posmodernos como la ironía, la deconstrucción o la parodia, y otorgaba a sus oraciones telegráficas la desesperación de la contemporaneidad a través de una entrega auténtica a la literatura en un libro que rezuma una inocultable autenticidad.

Claudia Apablaza es una escritora de pura raza. Auténtica, lúcida y comprometida con su tiempo. Con un sentido de pertenencia a lo latinoamericano que no desdeña el legado universal.

Por su parte, el libro de Evelio Traba, La concordia, utiliza para expresarse el método inverso: se afinca en lo provinciano para desde allí instalarse en la universalidad.

Como consta en el acta del jurado, se trata de una historia —cautivadora, añadiría yo, apegada a la poética de la mejor literatura latinoamericana— y cuyo trasfondo histórico y la asunción del erotismo y hasta el homoerotismo se entrelazan con pulcritud en una estructura acertada.

La riqueza de vocabulario, la elegancia del lenguaje, el perfecto dominio del idioma asombran en un autor tan joven. Es un psicólogo que mostró su interés por la literatura desde edades muy tempranas y que desarrolló su talento en los talleres literarios y canalizó sus inquietudes afiliándose a la Asociación Hermanos Saíz, organización que agrupa a la vanguardia de los jóvenes escritores y artistas cubanos, y de la que es un activo miembro.

Se trata, pues, de dos textos muy diferentes. Pero cada uno a su manera complacerá a un publico heterogéneo que puede escoger entre la experimentación de excelente efectividad de Claudia o la convencionalidad maestra de Evelio Traba. Y también —¿por qué no?— disfrutar de ambos libros y enriquecerse con el contrapunteo de sus diversidades tanto temáticas como estilísiticas.

La feliz iniciativa del ALBA en la promoción de este certamen y su inserción en las ferias del libro de Cuba constituye un acontecimiento literario para los lectores que ahora pueden adquirir estos títulos publicados por la editorial Arte y Literatura del Instituto Cubano del Libro.

Frente a la dictadura de los mercados, los poderes mediáticos y la proliferación de tantos libros insulsos por los grandes monopolios editoriales internacionales, este premio se convierte en una alternativa, en un medio de dar a conocer a prometedores valores de la literatura latinoamericana y caribeña que desmienten la falsa percepción de que, después del llamado boom y hasta del titulado posboom no existe en Nuestra América una literatura capaz de superar aquella época dorada.

Aquí están al menos estos dos libros para demostrarlo.

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